Entre prostitución, mendigos, robos y miseria viven quienes trabajan en el Mercado de Coche

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Una crónica de El Diario relató cómo viven los vendedores del Mercado de Coche y reveló que en esa «tierra de nadie» abunda la prostitución, la mendicidad, los robos y la miseria.

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Jehovanny, Elías y los hermanos De Sousa trabajan como comerciantes en el mercado popular del oeste caraqueño, cada uno de ellos contó al periodista Mario Morenza cómo sobreviven entre la delincuencia y la anarquía que domina uno de los mercados caraqueños más populares de la capital.

El 15 de julio de 1991 Mersifrica pasó oficialmente a llamarse Inmerca, aunque 30 años después muchos parroquianos y trabajadores del Mercado Mayor de Coche le siguen llamando Mersifrica.

Describió que los vendedores exhiben sus productos entre los carretilleros, niños correteando, alfombras de frutas, vegetales descompuestos, conchas y desperdicios. «En cada metro cuadro se puede suscitar desde un improvisado ring de kick boxing callejero que incluya machetes, navajas y hasta tiros, o colisiones entre un auto particular con un camión cava. Como este ocurrido a pocos pasos de donde me encontraba».

Elías es hijo del socio del padre de Jehovanny. Nacido en Caracas hace 23 años y ya lleva 5 de experiencia. Desde muy niño acompañaba a su padre en las vacaciones, pero apenas comenzaban las clases, se retiraba de sus labores en el Mercado para estudiar. “Venía a aprender, a modo de curso de verano como quien dice”, recuerda Elías. “Cuando saqué el bachillerato a los 16, de inmediato me casé y ya tengo mi familia. Con Jehovanny trabajo desde hace un año, pero conozco el mercado desde niño”.

«Además de pedir limosna o comida, que es lo de menos, todos están necesitados. Pero hay de todo, aquellos que se les ve en la cara la necesidad, como ese niño que vino hace rato, pero hay otros que tú los escuchas con palabrotas más grandes que ellos, los ves robándonos y luego tienen el descaro de venir a pedirte una empanada. Lo de los niños es deprimente. Se supone que son el futuro del país, y entonces ya uno se imagina qué es lo que viene», lamentó.

La prostitución de menores de edad está a la orden del día.»Carajitas de 14, por un dólar, y los clientes: unos viejos sádicos, pedófilos de mierda. Si me topo con un un tipo de esos frente a mí, no sé qué haría. Eso se da más que todo en la Zona Techada», fustigó Jeovany.

«El mercado, como muchas personas catalogan, es una cárcel abierta. Aquí tú ves de todo. De todo. Cuando te digo de todo, es desde un vulgar robo hasta prostitución, incluso infantil, asesinatos… —Elías es de contextura delgada y de movimientos pausados, habla y armoniza su testimonio como si estuviera ejecutando alguna técnica del yoga—. Aquí en el mercado, como dicen algunos colegas de trabajo, hay como tú quieras escogerlas, de 13, 14, 15, 16, 20, 25. Es muy triste porque hay muchachas bellas, simpáticas, pero se ganan el día así, la noche, y tienen su valor. Hay muchas que cobran $ 5, 2 dólares, $ 3, por hacerle un oral a alguien, y es algo que deprime. Ves una niña de 13 años, y te pones a pensar, porque tengo una hija que va a cumplir 5 pronto, ¡guao, por qué esto! Pero, como dice Jehovanny, ya eso viene por causa de los padres».

En el mercado toda autoridad posible se disuelve por completo. A inicios de diciembre pasado, un carretillero de 23 años de edad, Junior José Montiel, quedó en medio de un fuego cruzado entre delincuentes y efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Fue alcanzado por un proyectil y murió. Trabajaba en el mercado desde los 13 y dejó 4 hijos. Anteriormente, a mediados de junio de 2019, otro carretillero, por razones difusas, también fue ametrallado. En julio de 2020, nuevamente a un carretillero de 38 años le dieron un tiro para robarlo.