El Zulia es un estado peculiar. Es fronterizo, tiene petróleo, el lago de Maracaibo, amplias extensiones de tierra productivas, importantes sembradíos y ganado. Es una combinación de maravilloso y agreste. Lamentablemente también es refugio de guerrilla, paramilitares y narcotraficantes que han alterado la vida de los habitantes a lo largo y ancho de la franja fronteriza con Colombia. En un territorio como ese es donde se evidencia el fracaso de la Fuerza Armada en lo que al cumplimiento de la Constitución de la República Bolivariana se refiere.
Municipio Catatumbo del estado Zulia
Cuando Álvaro Cabrera transportaba, la mañana del 16 de febrero 2021, en un camión grúa el tractor marca Jhon Ferre, modelo 310 E, color amarillo, año 2007, con toda la documentación en regla, fue detenido en el Punto de Control Puente Venezuela, sede de la 2a. Compañía del Comando de Zona de la Guardia Nacional No. 11, Destacamento 116. Su comandante, el Capitán Machado, está ubicado en la parroquia Udón Pérez, municipio Catatumbo.
“Solo es un abuso, un atropello, una extralimitación. Casi a final de la tarde le entregaron el tractor después de cancelar veinte millones pesos, de lo que por supuesto no le dan factura o comprobante alguno. Se supone que el dinero que ese señor les dio al capitán Machado y al Sargento Briceño, no va a las arcas de la República”.
No vuelvo más
Un habitante de la frontera, que pide guardar su nombre, denuncia ante Infobae lo que sucedió cuando envía a su esposa de pasajero para Puerto Santander (Colombia) desde Santa Barbara de Zulia (Venezuela). “Mi esposa llegó asustada contando lo sucedido con los militares, quienes usan sus chapas contra quienes transitan por la zona”.
“Los militares los detuvieron de Venezuela hacia Colombia, en todas las alcabalas; la de aquí, que está saliendo a cuatro kilómetros, luego la Redoma El Cónico y posteriormente Puente Zulia o Puente Venezuela: en esas tres se bajaba el chófer y pagaba la cuota”.
“Después de la de Puente Zulia, vía hacia Orope cuando entras al Táchira, inmediatamente hay una alcabala de la Guardia Nacional y los hacen bajar, obligándolos a dejarse revisar la cartera y contar cuánto dinero llevan en efectivo, dólares y pesos. Luego, en la de Orope hacia Boca de Grita se baja el chófer y paga la multa. Saliendo de Orope la Policía te multa también”.
“Luego viene la del Ejército cuya nueva modalidad es que de ida, hacia Colombia, piden alimentos, bajo esta petición: ‘nosotros no los vamos a molestar, pero por favor al regreso nos traen algo de comida, ya sea arroz, chorizos, y otras cosas’. Después viene, antes de llegar a Boca de Grita, una alcabala de la Policía donde también es el conductor del colectivo quien paga la extorsión el chófer”.
“Casi inmediatamente viene otra de la GN donde a mi esposa la hicieron desnudar para ver que llevaba; me comentó que lo hacen con todas las mujeres. Luego, por el Puente, le cobraron 30 mil pesos de ida y 30 mil de regreso. Si no quieres pasar por ahí, entonces debes irte por la trocha, pagando a la entrada a los GN diez mil pesos más los cinco mil de la canoa de ida; de regreso es casi lo misma cosa, pero cada alcabala cobra cinco mil, más el kilo de arroz que son para los del Ejército, porque no tienen comida en el comando”.
“A mi esposa no le quedaron más ganas de ir, al mal trato y vejaciones de todo tipo por parte de los militares y grupos irregulares que controlan el río”.
Solo extorsión
Santiago Ojeda es hijo de familia zuliana. “Mi abuelo fue de los primeros que se dedicó a la tierra con equipo mecanizado, porque su papá, mi bisabuelo, amaba El Catatumbo y él creció oyendo las historias de grandeza y misterio del lugar. De una generación a otra parecía normal que todos nos dedicaríamos a la tierra y al ganado. Hace unos años los más jóvenes tuvimos que emprender otro camino. Los hombres colombianos, armados y con botas de caucho, se apropiaron de nuestra tierra”, narra a Infobae.
Cuenta cómo han sido desplazados de la zona, cómo perdieron “los animales”, como llama al ganado, las cercas fueron derrumbadas, parte de las casas quemadas o destruidas. “Yo decidí dedicarme a otra cosa. Me niego a estar bajo la tutela de los guerrillos o los paracos. Además, eso no es garantía de que respeten lo que tanto cuesta producir”.
Ante la pregunta de si no han insistido con el Ejército o la Guardia Nacional para que los apoyen o protejan, responde sin vacilar, “no, no, eso es inútil, al contrario, es más peligroso caer en manos de los militares nuestros que en la de paracos y guerrilla”.
Ante la insistencia porque explique a qué se debe su pesimismo, prefiere dar un ejemplo “que describe lo que se vive en el lugar” y que sucedió al atardecer del 22 de enero del año en curso, con una comisión del CONAS (Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro) de Santa Bárbara del Zulia, municipio Colón. “En El Guayabo, municipio Catatumbo del Zulia, la comisión dirigida por el Teniente (GNB) de apellido Machuca allanaron un abasto, tipo Botica, que está detrás del Estadio Deportivo. Todos en el pueblo van a comprar ahí pastillas para el dolor cabeza, jarabes, vaporub, que no necesitan récipe médico, pues no son drogas, antibióticos ni nada de eso”.
“No sé ni cómo se llama quien atiende la Botica; se supone que no tiene licencia para vender medicamento como las farmacias, pero presta un gran servicio, vende muy económico y el dueño y su familia se ayudan económicamente de eso para sobrevivir. Pues ese día llegó la comisión del CONAS, sin orden judicial ni nada, allanaron el local”.
“Yo no estaba en el pueblo, pero los vecinos se dieron cuenta que los militares le decían al señor de la botica que para no llevárselo detenido debía pagar 15 millones de pesos (más de 4 mil dólares). ¿Usted se imagina que esa familia, que sobrevive con la venta de los productos de la botica, tenga tal cantidad de dinero? Se llevaron detenido al dueño y también la mercancía”.
Es una estrategia recurrente. Llevan a la persona a la sede militar, donde le hablan de los años de cárcel, de si no ha oído lo que sucede ahí, las torturas, los muertos y que perderá todo. El miedo se apodera de la víctima. “En el pueblo corrió la noticia de la detención del dueño del local, el desespero por conseguir los 15 millones de pesos colombianos; solo alcanzaron a reunir 8 mil (más de dos mil dólares), que ablandó el corazón de los militares, que hasta escoltaron el vehículo donde la esposa lo buscó en Santa Bárbara, hasta su casa. Eso lo vio todo el pueblo en El Guayabo”.
“¿Se da cuenta que los habitantes de la frontera están en estado de abandono? Son peores los funcionarios que deben protegernos que los llamados delincuentes de la guerrilla y paramilitares”.