No ha sido fácil escribir este artículo porque todo lo que pasa en Venezuela me afecta. No puedo estar en paz mientras la dictadura lleva a cabo un nuevo golpe de Estado. Esta vez pareciera terminar el que empezó en diciembre de 2015 contra la Asamblea Nacional de mayoría (2/3 de la cámara) democrática, cuando –por medio del Tribunal Supremo de Justicia, el cual domina– inventó el argumento del “desacato” y el Poder Legislativo fue vaciado de poder.
Por Carlos Balladares Castillo / El Nacional
Pero ahora ha resultado mucho más sucio al inventarse la gran farsa de una supuesta nueva oposición, que está conformada por disidentes de los partidos democráticos incursos en corrupción y comprados, según testimonios, ¡por no hablar de impedir la entrada de la mayoría de los diputados para que estos títeres tomaran ilegalmente el Parlamento!
¿Qué relación tiene todo esto con ese hermoso mito popular moderno que en diciembre llegó a su capítulo IX (y que ha desarrollado todo un inmenso universo de producciones cinematográficas entre otros)? La respuesta espero darla seguidamente mientras realizo mi crítica a la que ha sido anunciada como la última película de la saga, aunque seguramente no será la última producción al desarrollarse secuelas (spin-off) o series, como es el caso de la reciente: Mandalorian.
La relación es muy simple, y es la larga lucha entre el bien y el mal, que traducida a la historia de La guerra de las galaxias (Star Wars) se refleja entre los caballeros Jedis y la rebelión republicana versus los caballeros Sith y el Imperio. Todo puede sonar ridículo, y más para los que defienden el relativismo moral; pero al verla es inevitable identificar la tradición humana de lucha por las formas de organización política en las que predomine el bien común, las libertades y la democracia; y se rechace el autoritarismo en cualquiera de sus formas y la esclavitud. Y en medio de esta gran lucha política se muestran los conflictos morales del alma humana, de cómo el “lado oscuro” (el mal) siempre nos está acechando y podemos ser “comprados” y cambiarnos de bando.
La tercera trilogía ha querido ahondar en el tema de cómo los “buenos” pueden ser seducidos y atrapado por el mal, pero en esto fracasó en cierto modo. Un buen ejemplo de ello es como en la primera entrega (Episodio VII: el despertar de la fuerza) sus constantes referencias a la primera trilogía le llevaron a reducirla a una mala copia del Episodio IV: una nueva esperanza. Pero tenía un elemento potencial que en el Episodio IX lo terminaron de desarrollar: la crisis interna del Imperio, el hecho de que el mal siempre tiende a destruirse a sí mismo. Y esa es una de nuestras esperanzas en la Venezuela actual.
La otra esperanza en nuestro país es el ejemplo de los rebeldes, que estimula a otros oprimidos a luchar. Creo que esto se mostró muy bien en el tan criticado Episodio VIII: el último jedi.
La película pudo ser menos larga y reducirse a 2 horas. Posee un guion muy gracioso que mejora muchísimo el humor que se intentó desarrollar en el Episodio VII, en especial con la dupla Finn-Poe (John Boyega y Oscar Isaac). Los fanáticos disfrutamos con los efectos especiales y todas las recreaciones de los combates espaciales que en los tiempos de la primera trilogía no poseían los detalles del presente; y las referencias a la primera trilogía ahora son elegantes. Todo ello rodeado del ambiente de una sociedad tecnológica y con claros mensajes de tolerancia “racial” que se demuestra en la convivencia de diversas especies humanas y no humanas en la rebelión, mas no en el Imperio que parece claramente dominado por los humanos. Y lo dominante en la influencia de los tiempos presentes es su claro feminismo que ya había comenzado con el Episodio VII y la aparición de la nueva jedi: Rey y con el liderazgo de la rebelión por la princesa Leia (Carrie Fisher, QEPD). Pero ahora, además, hay mujeres protagonizando casi todo: pilotos, etc. Y no podía faltar un pequeño saludo a la ideología de género…
La guerra de las galaxias fue una de las películas que más me emocionó cuando era niño. Nunca olvidaré ese día que asistí al teatro Altamira (Caracas) con mis hermanos, solo tenía 6 años y quedé enamorado de ese “universo” que nacía. Cada momento y cada personaje se me grabaron con “fuerza” en mi memoria, y desde ese entonces esperé con gran expectativa cada estreno. He tenido mis decepciones, en especial con la segunda trilogía, pero puedo decir que estoy satisfecho con este cierre. No me queda más nada que decir, ustedes lo saben: “¡Que la fuerza los acompañe!”.