Aristóbulo se fumó una lumpia. Lo que ustedes ven en la foto es el comprobante de pago del bono de Semana Santa para los maestros, a estos ciudadanos que se les está pidiendo que atiendan a sus alumnos a través de las redes sociales para tratar de parapetear el final del año escolar. El sueldo que perciben quincenalmente es otro chiste malo.
Xabier Coscojuela / TalCual
El Aristóbulo que yo conocí era un honesto y diligente dirigente sindical que exigía, como debe ser, un pago acorde con un nivel de vida digno para los maestros y profesores. Andaba de un liceo para otro, de una escuela a otra, reclamando y peleando para que la contratación colectiva se cumpliera y para que sus colegas fueran respetados.
Era secretario general del Sindicato Unitario del Magisterio, en Caracas, y utilizaba el fuero sindical para estar pendiente de que los derechos de los trabajadores fueran ampliados, que las conquistas laborales no fueran vulneradas, no se convirtieran en letra muerta. Por cierto, ese fuero sindical ha sido violentado reiteradamente por el «presidente obrero» y quienes lo acompañan a lo largo y ancho del país, durante todos estos años.
Hoy es ministro, es patrón, es además corresponsable del desastre nacional. Hoy también demuestra que la solidaridad que lo distinguía hace unos años, desapareció. Aristóbulo sabe, porque es un hombre del pueblo, cuánto cuestan las cosas. Sabe que ese monto no sirve ni para pagar un viaje en una camionetica caraqueña. Sabe que ese dinero no tiene valor, de casualidad compra dos chupetas en el Metro de Caracas. Y pronto ni para eso.
Si tiene algo de vergüenza, si se tiene respeto a sí mismo, lo que Aristóbulo debería hacer es poner su cargo a la orden, no seguir siendo cómplice de esta farsa, de este atraco a las esperanzas populares. Debería volver a ser el que fue, ¿será pedir demasiado?