Maduro dejó sin gasolina a toda Venezuela: ahora quiere vender las refinerías a Irán para poder importarla

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En abril, más de una docena de vuelos desde Teherán trasladaron a trabajadores, junto con suministros, al complejo de Paraguaná. A cambio se fueron con 9 toneladas de oro como pago

Por Fabiola Zerpa y Nicolle Yapur / Infobae

Ante una paralizante escasez de gasolina, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está recurriendo a la cuarentena por COVID-19 para mantener a todos en casa. Petroleros iraníes están en camino mientras considera soluciones a más largo plazo que incluyen un mercado privado para las importaciones y ventas de combustible y un aumento de precios en las estaciones de servicio para acabar con el mercado negro.

Según su plan, la petrolera estatal PDVSA permitiría que las empresas privadas importen y distribuyan combustible, evitando teóricamente las sanciones de Estados Unidos dirigidas a entidades estatales, según personas familiarizadas con el asunto. Esto iría acompañado de un aumento de precios, dijeron.

Entretanto, como solución a corto plazo, se espera que tanqueros iraníes con millones de barriles de gasolina lleguen a Venezuela este fin de semana. El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní ha dicho que cualquier intento de Estados Unidos por detenerlos se encontrará con “una respuesta rápida y decisiva”. La oposición venezolana, liderada por Juan Guaidó, ha advertido que no se debería permitir a los barcos atracar.

En las refinerías Cardón y Amuay de PDVSA, los técnicos iraníes están reparando plantas paralizadas. En abril, más de una docena de vuelos desde Teherán trasladaron a los trabajadores, junto con suministros y piezas, al complejo de refinación de Paraguaná y se fueron con 9 toneladas de oro, alrededor de US$500 millones, como pago.

Cambio cultural

Una revisión del sistema de distribución de gasolina del país significaría el fin de los controles de precios que han permitido que los venezolanos llenen sus tanques prácticamente de forma gratuita. También representaría un cambio radical en la cultura venezolana, flexibilizando el monopolio del Estado sobre el principal activo del país. PDVSA recuperaría millones actualmente perdidos en subsidios.

Pero es una medida cargada de riesgos políticos. Los venezolanos han llegado a considerar que la gasolina barata es un derecho de nacimiento: cuando los precios aumentaron en 1989, estallaron violentos disturbios en Caracas.

Los ciudadanos aceptan la cuarentena actual con relativa ecuanimidad porque está sucediendo en todo el mundo. Pero el coronavirus ha cobrado pocas víctimas en Venezuela y la razón principal por la que la población se queda en casa es por la falta de gasolina. A medida que flexibilicen la cuarentena, la movilidad y la recuperación económica permanecerán estancadas si no hay combustible.

Además, la oposición, que ha estado intentando, con la ayuda de Estados Unidos, derrocar a Maduro, tiene que sopesar con cautela su respuesta al plan. Un reinicio exitoso de operaciones en las refinerías brindaría alivio a aquellos que hacen fila hasta durante tres días para llenar el tanque. Sin embargo, consolidaría el control de Maduro sobre el país.

Combustible racionado

La escasez, especialmente en la provincia, ha existido durante algunos años debido a la mala gestión de PDVSA. Ahora ha llegado a Caracas. El ejército vigila las estaciones de servicio, donde solo personal selecto puede llenar parcialmente el tanque, racionando el combustible a 20 litros por automóvil. Luego de tener la gasolina más barata del mundo, los venezolanos ahora pagan hasta US$4 por litro (US$15,2 por galón) en el mercado negro.

El año pasado, el Ministerio de Petróleo elaboró una propuesta para elevar los precios a niveles internacionales. Refleja la delicadeza del tema el hecho de que el documento lleve tiempo languideciendo en la oficina del vicepresidente, según una persona familiarizada con la situación.

Funcionarios de prensa de PDVSA y el Ministerio de Petróleo no respondieron a solicitudes de comentarios sobre los planes.

Pero parece que se avecina un cambio. Según dos personas, se está verificando la conectividad a internet en 250 estaciones, de 1.530 en todo el país, y desbloqueando los lectores de tarjetas para ampliar la conectividad con bancos privados.

Tarjetas de crédito

Actualmente, las estaciones solo aceptan efectivo en moneda local. Una vez que las tarjetas de crédito funcionen, los precios se calcularán efectivamente en dólares.

Algunos partidarios de Maduro en la súper legislatura conocida como Asamblea Nacional Constituyente, favorecen un aumento de precios.

Mantener las exenciones de subsidios para sectores especiales también es un problema, agregaron personas con conocimiento del asunto. Los subsidios gubernamentales al combustible ascienden a US$2.800 millones anuales en los niveles actuales de racionamiento de consumo y cuarentena de 40.000 barriles por día, por debajo de los US$17.000 millones de hace siete años, según Nelson Hernández, experto en energía.

Un cambio de esta magnitud requeriría una acción legal y legislativa, que podría ser bloqueada por la oposición. Por lo tanto, Maduro puede entregar el tema al Tribunal Supremo de Justicia de mayoría oficialista.

¿Evadir sanciones?

Tampoco queda claro si la privatización del mercado de la gasolina evadiría las sanciones estadounidenses. La administración Trump ha sancionado a entidades públicas para enviar el mensaje de que está tratando de derrocar al Gobierno, no perjudicar a la gente.

En 2018, Maduro dijo que la disparidad en los precios del gas entre Venezuela y sus vecinos había llevado a una tasa de contrabando tan alarmante que se perdieron US$18.000 millones en ese año. Contemplaba subir el precio en un plan que incluía un sistema de pago bancario estatal pero nunca lo hizo.

Entretanto, los nuevos sistemas de pago parecen estar en periodo de prueba.

Copropietarios y arrendatarios de las estaciones de servicio de PDVSA están en conversaciones para crear compañías e ingresar al mercado una vez que este abra.

PDVSA administra el suministro de gasolina y diésel desde 2008, cuando el predecesor de Maduro, Hugo Chávez, prohibió a las empresas privadas del mercado, expulsando a BP, Texaco y Shell, entre otras, después de décadas de operaciones en Venezuela.