Entre largas filas, trasnochos y angustia, la escasez de gasolina no cede en Venezuela, semanas después de la llegada de combustible desde Irán y el estreno de nuevas tarifas dolarizadas en un país donde el combustible era prácticamente regalado.
“La gasolina iraní fue una ilusión que duró un mes”, dice a la AFP Néstor Hernández en Maracaibo, capital del estado Zulia, limítrofe con Colombia, lamentando tener que hacer horas de cola en estaciones de servicio en esta región que tuvo una próspera industria petrolera, hoy sofocada por falta de combustible y cotidianos apagones.
La situación se replica a lo largo del país, especialmente en áreas fronterizas, que enfrentan hace años un desabastecimiento crónico.
“La gasolina nunca llegó”, declara a la AFP Pedro Perales, habitante de Puerto Ordaz, estado Bolívar, limítrofe con Brasil. Debió pernoctar en su auto, relata, mientras hacía una fila de dos días para llenar solo la mitad del tanque de su vehículo, pues en esa zona hay racionamiento.
El pasado 1 de junio, tras la llegada de cinco buques de Irán con 1,5 millones de barriles de gasolina e insumos para tratar de reactivar las paralizadas refinerías de Venezuela, entró en vigencia un aumento en las tarifas del combustible.
El litro de gasolina de alto octanaje subió a 50 centavos de dólar, aunque se mantiene un alto subsidio con una tarifa equivalente a 2,5 centavos de dólar, pero solo válida con límites de consumo y registro previo. Ello vino acompañado de la promesa del gobierno de Nicolás Maduro de abastecer las 1.568 gasolineras del país.
La situación, en principio, mejoró en las gasolineras con precios dolarizados en varias regiones; pero no pasó mucho tiempo para volver a ver filas kilométricas.
Caracas es una excepción. Allí aún se mantiene el espejismo del cual habla Néstor y las estaciones de servicio funcionan con normalidad después de haber quedado secas durante las primeras semanas de la cuarentena declarada en marzo pasado por la COVID-19.
Los conductores hacen cola para rellenar los tanques de sus automóviles en una estación de servicio en Maracaibo, estado de Zulia, Venezuela, el 2 de julio de 2020 en medio de la pandemia de coronavirus COVID-19. (Foto por Luis BRAVO / AFP)
– “Muerte anunciada” –
La producción petrolera de Venezuela, que llegó a ser de 3,2 millones de barriles diarios hace 12 años, colapsa.
Analistas estiman que el nuevo informe mensual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que será presentado este martes, reflejará otro retroceso en la oferta del país con las mayores reservas de crudo tras ubicarse por debajo de los 600.000 barriles diarios en el anterior.
Su sistema de refinación encaja el golpe. Con capacidad instalada para procesar 1,3 millones de barriles diarios de crudo y combustibles, apenas funcionó a 12% de su potencial en el primer trimestre de 2020, según fuentes de la industria.
Para Ezio Angelini, presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo, lo que ocurre en las gasolineras “es la crónica de una muerte anunciada”.
“Volvimos a las colas”, incluso en bombas dolarizadas, comentó a AFP Angelini. “Se sabía que esto iba a pasar, porque Venezuela no está produciendo gasolina o está produciendo muy poco”.
Estados Unidos, que mantiene sanciones contra Venezuela y su petróleo para tratar de desplazar del poder a Maduro, cuestiona los envíos de Irán, pero Teherán y Caracas han dicho que continuarán.
Con un recurso judicial, Washington trata de confiscar la carga de cuatro buques que navegan hacia Venezuela con otros 1,1 millones de barriles de combustible iraní.