LA PESADILLA DE VENEZUELA POR SEGUNDA VEZ: Mayerlín regresó, pero la crisis la obligó a “escapar” de nuevo

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Mayerlín Escalona, de 31 años, migra por segunda vez a Bogotá, Colombia. En esta ocasión lo hace con sus dos hijos, la suegra y dos cuñadas. “Nunca pensé que iba a caminar tanto”, relató quien no se desprende de su fe para menguar los momentos en donde las dificultades se tornan algo lóbregas.

Jonathan Maldonado || DIARIO LA NACIÓN

Escalona es de la ciudad de Valencia, en el estado Carabobo. Hace más de siete meses, cuando empezaba la pandemia, regresó a su país. “Lo hice con la intención de no volver a salir, pero la difícil situación económica me obliga a tomar esta decisión. No es fácil”, aseveró quien llegará a la misma casa de familia donde laboró la primera vez que migró a la capital colombiana.

“El trayecto fue fuerte. Gracias a Dios que siempre nos proveyó de gente que nos colaboraba en varias ocasiones”, prosiguió quien describió la inmensa fe que embarga a la pequeña humanidad de su hijo menor, pues cuando anhelaban un aventón, el bebé empezó a orar y, en cuestión de segundos, apareció el carro salvador.

“Yo le decía, Mathías pídale a Diosito, que a lo mejor tú tienes más fe que yo. Él dijo: Señor, gracias por la colita, porque de verdad estamos muy cansados. O sea, lo dio como un hecho. No terminó de decir esas palabras, cuando se paró un ciudadano y nos permitió montarnos en su carro”, detalló la dama con la emoción aún tallada en su rostro.

Mayerlín Escalona, de 31 años, migra por segunda vez a Bogotá, Colombia

Durante el trayecto, detalla la progenitora, Mathías se puso a cantarle al señor. Escalona deja claro que ama a su país, pero el amor por sus hijos es aún más grande, empujándola a migrar en un escenario que sigue signado por la covid-19. “Necesito salir y buscar algo que garantice una mejor alimentación para mis hijos”, resaltó.

“Viví tres años en Bogotá”

Cuando Mayerlín Escalona migró por primera vez, duró tres años viviendo en Bogotá. Al retornar, aún no se había creado la figura de los Puntos de Asistencia Social Integral (PASI), sino que los enviaban directamente a sus hogares.

“Es muy triste tener que migrar por segunda vez. Yo me vine con la esperanza de quedarme en Venezuela con mis hijos, mi familia, pero no se pudo. La situación que vive nuestro país no es nada fácil”, subrayó quien al arribar al barrio 5 de Julio, en San Antonio del Táchira, se encontró con la “olla solidaria” organizada por la hermanada Emaús de la Basílica Menor San Antonio de Padua.