Uno de los dirigentes más influyentes en la Venezuela de Hugo Chávez, de quien fue vicepresidente y canciller, Elías Jaua pasó a un segundo plano en la presidencia de Nicolás Maduro.
Sus propuestas en pro de la democracia interna en el partido gobernante fueron desestimadas y desde entonces, según cuenta, se ha dedicado a formarse como docente universitario y al trabajo de base con la militancia chavista. Asegura que eso también es estar en la primera línea política.
Mientras ultima el lanzamiento de su Centro de Estudios para la Democracia Socialista, con el que espera contribuir al debate político en su país, le concedió una entrevista a BBC Mundo para abordar el escenario que se abre en Venezuela tras las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre, boicoteadas por gran parte de la oposición y en las que el chavismo recuperó el control de la Asamblea Nacional.
Lo que sigue es un resumen de la conversación.
¿Cómo interpreta los resultados de las últimas elecciones parlamentarias?
Mediante el mecanismo que establece la Constitución de Venezuela, el voto directo, secreto y universal, se eligieron los diputados que van integrar el Parlamento durante el periodo constitucional legislativo 2021-2026. Esa es la realidad política que resulta del 6 de diciembre.
Otros elementos sobre la participación y la victoria del Gran Polo Patriótico, la alianza que apoya al gobierno, están sujetos a interpretaciones. Lo que resalta es que tras dos años de intento de imponer un gobierno paralelo, un Estado dual en Venezuela, se elige una instancia legislativa producto de lo que dice la Constitución y de la soberanía de los que votamos.
Esos otros aspectos que menciona son importantes. Ha habido una participación muy baja en comparación con lo que había sido habitual en Venezuela y con lo que sucedió en las últimas legislativas. ¿Hay un descrédito del gobierno entre los venezolanos?
No solo del gobierno. Hay una desafiliación de la política, hacia nosotros los políticos. La gente siente que la política no está siendo eficaz para resolver los problemas cotidianos, sobre el salario, sobre el empleo, sobre el acceso a la educación y a la salud pública, la comida a precios accesibles.
La gente está resolviendo su vida sola y siente que los políticos no vamos a cambiar esa realidad. Eso no es bueno para la democracia. Y muestra la necesidad de recomponer la vida institucional del país, lograr que se desmonte el sistema de sanciones y agresiones al que se nos ha venido sometiendo para crear unas condiciones materiales que permitan que la gente pueda confiar en que votando puede mejorar su situación.
Pero también hay elementos simbólicos. Hay un hastío por la confrontación en este tiempo en Venezuela, sobre todo a partir de 2015. Son elementos que llaman a una profunda reflexión de la dirigencia, tanto del gobierno como de la oposición. Y eso debe llamar también la atención de la comunidad internacional que insiste en ese empeño fallido de dinamitar al Estado venezolano, de crear un poder dual que lo que ha debilitado aún más es la creencia de la gente en una resolución política del conflicto.
¿No es el gobierno el principal responsable? Al fin y al cabo es el que ejerce el poder y no se está mostrando capaz de ofrecer soluciones.
¿Pero cómo puede solucionar los problemas en medio de un sistema de sanciones, de congelamiento de sus recursos, de imposibilidad de ejercer el libre comercio en el mundo, de importar? Incluso vender petróleo para Venezuela se ha convertido en casi una odisea.
Mucho más allá de los errores que se hayan podido cometer, lo que tiene un peso fundamental es que hoy somos un país que no tiene posibilidad de ejercer el libre comercio, de endeudamiento, ni de inversión, producto todo de un sistema de sanciones.
Muchas estadísticas muestran que los problemas económicos de Venezuela comienzan mucho antes de las sanciones, con la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia.
Pero se han agravado producto de las sanciones. Y son muy difíciles de resolver si no se eliminan las sanciones.
¿Creen los venezolanos que Maduro aún puede resolver los problemas que tiene el país?
Nicolás Maduro es el presidente electo por 6,3 millones personas el pasado 20 de mayo de 2018. Esa es la realidad. La valoración de los presidentes en el mundo no conlleva a que nadie los desconozca, ni a que nadie intente imponerles un gobierno paralelo. Maduro es el presidente resultado de unas elecciones hasta el año 2025.
No le preguntaba sobre el marco legal, sino si los venezolanos creen que aún es el hombre que puede recuperar al país.
La manera de expresar eso es a través de la elección. Los venezolanos que no estén de acuerdo con el gobierno pudieron haberlo expresado el 6 de diciembre. Sin embargo, no lo hicieron, y hay una parte de la dirigencia opositora que insiste en el boicot de las elecciones y eso desestimula la libre competencia electoral. Eso es lo que debió haber pensado la oposición en 2018 y lo que debe haber pensado ahora.
Vienen elecciones de alcaldes y gobernadores el año que viene, luego viene la posibilidad constitucional de un referéndum revocatorio y después vienen las elecciones presidenciales en 2024. Esas son las maneras cómo, en el marco de la Constitución, el pueblo venezolano puede expresar si Nicolás Maduro es el hombre.
El apoyo a Maduro es muy bajo en las encuestas, pero parece que todos los caminos se le han ido cerrando a la oposición. Intentaron un referéndum revocatorio que no prosperó, ganaron una elección legislativa y luego el Tribunal Supremo y la Asamblea Nacional Constituyente dejaron maniatada a la Asamblea Nacional, hay partidos y dirigentes que no pueden presentarse a las elecciones…
Me está dando el metarrelato de la oposición. Yo le puedo dar nuestro metarrelato. Ganaron la Asamblea y se les reconoció. Y de inmediato se fueron por un camino extraconstitucional al anunciar que iban a salir del presidente en 6 meses, cuando no tenían la competencia para hacerlo. Fueron al referéndum revocatorio y falsearon las firmas. Luego llegó la Asamblea Nacional Constituyente, que buscaba frenar la escalada hacia la guerra civil que habían planteado estos sectores y lo logró.
La oposición pudo haber participado en las presidenciales de 2018 sin ningún problema y Juan Guaidó pudo haber sido candidato de unidad, pero no tenían los acuerdos internos para eso, como han reconocido incluso voceros de la oposición como Chúo Torrealba. Llegó el mes de enero de 2018 y no tenían candidato. Esa es la otra realidad. Digan lo que digan, aquí se ha cumplido el cronograma electoral. Una dictadura no va a elecciones. Los que se han retirado del juego electoral son un sector radicalizado de la oposición que cree que mediante una intervención extranjera puede llegar al poder.
Henrique Capriles se planteó participar y decidió no hacerlo porque no se daban las condiciones. Realmente, ¿queda un camino para hacer oposición desde las instituciones?
Ahora acaba de participar un conjunto de históricos y connotados dirigentes de la oposición al chavismo. Unos resultaron electos y otros no. Capriles, en la reciente entrevista que ustedes le hicieron, acaba de ratificar que el camino es electoral…
También se ratificaba en que no se daban las condiciones.
No se trata de condiciones. El grupo que lidera Leopoldo López no quiere condiciones. Lo que quieren es el derrocamiento del gobierno constitucional de Venezuela. No creen en el juego democrático y electoral, sino en la salida violenta, y en la imposición de un régimen con las características de exclusión que enarbolan como bandera.
«La oposición en Venezuela hoy no tiene un líder, no hay un liderazgo, nadie que sea un jefe»: Henrique Capriles, en entrevista con BBC Mundo
Son conocidas las diferencias de Leopoldo López y Guaidó con Henrique Capriles, y también Capriles asegura que en Venezuela no se dan las condiciones para unas elecciones justas.
Yo no puedo discernir sobre lo que dijo Capriles. Lo único que yo rescato de lo que dijo es que las salidas violentas y la intervención norteamericana no van a dar resultado, y que simplemente fueron tontos útiles de un juego electoral de Trump en la Florida.
Él ratificaba que el camino es electoral. Ojalá sea así y ojalá todos los dirigentes de la oposición entren por el camino electoral. Pero lo que no pueden seguir haciendo es desconocer las elecciones y cultivar una aversión de la población hacia el voto.
Capriles abogó por una negociación para crear las condiciones. ¿Es posible esa negociación hoy día?
Más que posible, es indispensable. Venezuela necesita estabilidad política para lograr la recuperación económica y social, pero eso no será solo resultado del acuerdo entre las dirigencias venezolanas.
La Unión Europea tiene una gran oportunidad de rectificar e independizarse de la política de instalar un gobierno dual en Venezuela. Hace falta un acuerdo político y yo celebro todas las voces que puedan aportar en ese sentido. Sea Capriles o quien sea. Ya se agotó este juego de suma cero entre los dos sectores políticos que hacemos vida en Venezuela. El pueblo reclama un nuevo acuerdo social y nacional para superar las graves dificultades que atraviesa la familia venezolana.
¿Hay algún debate interno en el chavismo tras estas elecciones? Nunca en la historia reciente el oficialismo había obtenido tan pocos votos.
Han pasado muy pocos días. Hay equipos haciendo los análisis. Yo le puedo decir que, ciertamente, se requiere reconstituir una mayoría democrática, electoral, que, en condiciones en las que todos los actores participen, pueda lograr la victoria y la continuidad del proyecto bolivariano en el gobierno. Pero digo más. Venezuela necesita un importante proceso de relegitimación de su liderazgo, no solo a nivel institucional; hay que ir al ejercicio de la democracia dentro de los partidos políticos, de los sindicatos, de los gremios.
Aquí, producto de la confrontación, se ha diferido todo esto. Mire, incluso las universidades tienen rectores con 12 o 13 años sin que haya habido unas elecciones porque hay un conflicto judicial. Hay que ir a un proceso de relegitimación democrática de todo liderazgo, político y social de Venezuela.
Es que no da la impresión de que en la Venezuela actual se tolere la discrepancia, menos dentro del oficialismo. Hay sindicalistas perseguidos y gente encarcelada por expresar sus diferencias. ¿Sigue siendo la revolución lo que era?
Mire, el contexto de máxima confrontación al que se ha sometido al gobierno y al país, en el que estuvimos amenazados de una intervención militar, con el pretexto de introducir ayuda humanitaria…
Pero los sindicalistas de PDVSA hoy presos no están detenidos por los marines. Fueron detenidos por la Guardia Nacional y por decisión de las autoridades venezolanas.
Le estoy hablando de un contexto, en el que se producen situaciones y tendencias que no se corresponden con el espíritu democratizador de la Revolución. Por eso, la importancia de lograr la estabilidad política y el pleno funcionamiento de las instituciones, y de que cese la agresión permanente desde el extranjero, los intentos de derrocar al gobierno y de asesinar al presidente, para que efectivamente la sociedad pueda recuperar el normal funcionamiento de su vida social y de la protesta sindical, sin que nadie ponga como excusa que estamos en medio de una situación de preguerra, que lo hemos estado.
¿Hay liderazgos emergentes dentro del chavismo? ¿Sigue siendo un movimiento político vivo? En la campaña electoral vimos que la figura que ganaba peso era el hijo de Nicolás Maduro.
El chavismo está más vivito que nunca. Tal vez hoy no sea tan visible como antes. Me he recorrido el país estos dos últimos años y le digo que hay un pueblo que cree en los valores de la revolución bolivariana que convocó Hugo Chávez, y que debate cuáles son los problemas.
Venezuela necesita que se la permita recuperar su estabilidad política para que esa vigorosa democracia que emergió durante el gobierno del comandante Chávez pueda florecer sin ningún temor a debilitar el proceso o generar condiciones que favorezcan una intervención militar. El chavismo debate profundamente todos esos elementos y aspira a que más temprano que tarde todo su liderazgo sea resultado de la voluntad de las bases.
La Unión Europea y otros actores internacionales reclaman unas nuevas presidenciales. ¿De veras cree que puede solucionarse la crisis del país sin pasar por eso?
La superación de esta situación pasa por el respeto de todos los actores políticos a la Constitución, y que la UE, Estados Unidos y el Grupo de Lima respeten el funcionamiento de la constitucionalidad en Venezuela. El presidente Nicolás Maduro ha reiterado su invitación a la UE, y lo dijo con tiempo para que no tuvieran excusas. Están invitados desde el primer día a las elecciones de gobernadores y alcaldes, para que apoyen y faciliten el reconocimiento de los procedimientos electorales en Venezuela como forma de resolución de este conflicto.
Mire, todos los países tienen conflictos. ¿Por qué no se le pide a Piñera que vaya a elecciones presidenciales cuando Chile está en insurrección desde el año pasado? ¿Y la tragedia humana que ocurre en Colombia? Nadie en el mundo le pide al presidente Iván Duque que renuncie ante su incapacidad de garantizar la vida de los dirigentes sociales colombianos?
¿Qué puede suponer la presidencia de Joe Biden en EE.UU. para Venezuela?
Mi análisis es que, lamentablemente, al menos el primer año la política de Trump se va a mantener. Creo más en que la Unión Europea rectifique y se aleje de la política fallida de intentar instalar en Venezuela un gobierno por la vía de la coerción y la amenaza.
¿Cree que Maduro debería volver a ser el candidato en 2024?
El presidente respondió a eso estos días que es muy temprano para hablar de eso y yo lo comparto. Hay mucho que bregar a favor de la estabilidad política antes de llegar a ese momento. Si llevas a un gobierno bloqueado durante 6 años a unas elecciones, lo llevas a la derrota, como pasó con la Nicaragua sandinista en 1991.
Cuando se habla de condiciones justas, ¿son las que pide la oposición? Bien, pero también que lleguemos a 2024 sin sanciones. Tenga la seguridad de que en 2024 va a haber elecciones en Venezuela. Ya veremos cuáles son las circunstancias.
Venezuela recibió inmigrantes durante décadas por su pujante economía. Ahora vemos que millones de venezolanos se marchan y hay noticias terribles como las de los que perdieron la vida en un naufragio rumbo a Trinidad y Tobago. ¿Es esta la Venezuela que ustedes querían cuando se lanzaron a aquella aventura con Chávez?
La Venezuela que queríamos y la que logramos fue la que hasta 2012 había convertido el hambre en nuestro país en una excepción, logró incrementar los niveles de educación pública y gratuita hasta casi el 90% y un salario mínimo para sus trabajadores de más de US$300.
Esa no es la Venezuela de hoy día.
Esa Venezuela la logramos. Es muy fácil venir tras 6 años de confrontación total, de bloqueo, de agresión, de invasiones mercenarias, y preguntar si este es el país que nosotros queríamos. El país que nosotros logramos nunca había existido en Venezuela. Es ya de manual la estrategia de caotizar a los países que tienen avances económicos, políticos y sociales para después decir, miren, el socialismo no sirve.
¿Sabe qué? Aquí en Venezuela hoy, y no por decisión del gobierno, el resultado de la situación que tenemos es un capitalismo salvaje, que logró imponerse producto del desmantelamiento y debilitamiento de la capacidad del estado para regular, debido a la creación de un Estado dual.
Entonces tenemos un capitalismo que fija el tipo de cambio, que fija precios, que genera las condiciones laborales que le da la gana… Eso no es resultado del socialismo, sino de la máxima expresión del capitalismo salvaje.
¿Tener un gobierno socialista que dirige un país en el que rige es un capitalismo salvaje no es el reconocimiento de un fracaso?
Venezuela inició un proceso de transición hacia el socialismo. Chávez dice claramente en el Plan de la Patria de 2012 que en Venezuela apenas hemos dado los primeros pasos hacia una sociedad socialista, y en esos primeros pasos caímos emboscados en una política de agresión y desmantelamiento de los cimientos de nuestra economía. Entonces viene su pregunta: ¿La Venezuela de hoy es la que queremos? No. Nosotros queremos la que logramos al menos hasta 2014 y que vamos a recuperar. Usted lo verá.
La ley Antibloqueo recientemente aprobada busca fomentar la inversión de capital privado, un paso más, no precisamente en la línea de la ortodoxia socialista. ¿No es el gobierno responsable de ese capitalismo salvaje del que habla?
No. Es el resultado de la confrontación sin límites a la que hemos estado sometidos y del debilitamiento de la capacidad del Estado para regular la economía cuando se le ha intentado imponer al país un gobierno dual y buena parte de sus empresas en el exterior se le han arrebatado. Quien tiene capital ha venido imponiendo las reglas a un Estado que ha visto cercenado sus ingresos y sus activos.
Por cierto, es un mito que el chavismo ha sido enemigo de la inversión privada. Chávez se fue por todo el mundo a promoverla. Claro, siempre sobre la base del papel regulador del Estado y en defensa de la propiedad pública. La política de inversiones no es producto de la Ley Antibloqueo que se ha aprobado ahora, con la que se pueden tener diferencias, como yo las tengo, sino que es parte del programa de la Revolución Bolivariana desde siempre.
¿Cuáles son sus diferencias respecto a la Ley Antibloqueo?
Las he expresado internamente, en las instancias en las que debo hacerlo y no quiero hacerlas públicas.
Resulta sorprendente que en un país con un gobierno que se dice tan democrático, alguien como usted no quiera expresar públicamente sus discrepancias.
Mi partido tiene unos estatutos que establecen que las diferencias con las políticas gubernamentales se expresan en el interior de la organización. De todas formas, es pública mi posición de que yo que soy defensor de la propiedad pública. Creo en una economía mixta en la que el sector privado exista, pero en la que también el Estado tenga propiedad sobre los medios estratégicos de producción y, sobre todo, creo en el emprendimiento social, tanto colectivo como familiar.