Desde el inicio de la pandemia de covid-19 ha sido frecuente escuchar comentarios sobre el temor de que el SARS-CoV-2 mutara hacia una forma más agresiva. En la mente de muchas personas se visualizaba el virus como un ente capaz de tomar decisiones para asegurarse su permanencia entre nosotros.
La realidad es que los virus no deciden nada. Simplemente, cuando infectan una célula, de forma casi automática, comienzan a multiplicarse, algo que incluye la copia de su información genética.
Durante el proceso de copia es frecuente que aparezcan errores, que, si bien muchas veces no tienen ningún efecto, en ocasiones producen cambios en alguno de los aminoácidos que componen las proteínas del virus.
Como consecuencia, la estructura tridimensional de estas macromoléculas se puede ver alterada, y con ella las propiedades del virus.
Si los virus mutan continuamente, ¿por qué es ahora cuando parece haber más variantes del SARS-CoV-2? Porque le estamos poniendo trabas a su transmisión.
La cosa era muy diferente al inicio de la pandemia. Todos éramos susceptibles al SARS-CoV-2, había gran escasez de equipos de protección para impedir los contagios y, además, desconocíamos las mejores medidas para prevenirlos.
El resultado es que el virus prácticamente tenía vía libre para infectarnos y las variantes que fueran un poco más contagiosas tenían escasa ventaja sobre el resto.
Después de un año de pandemia, la situación ha cambiado. Mucha gente ya ha pasado la infección y posee anticuerpos frente al virus. Tenemos acceso a mascarillas y hemos aprendido que el virus se transmite por aerosoles, lo que permite evitar contagios con una buena ventilación.
Por último, se ha iniciado un proceso de vacunación que en algunos países ya ha alcanzado a buena parte de la población.
En resumen, se lo estamos poniendo cada vez más difícil al virus. Y una consecuencia directa es que, bajo presión, las variantes más transmisibles tienen una ventaja frente al resto, pudiendo hacerse mayoritarias.
Más contagio no implica más letalidad
Hay varias formas por las que un virus puede mejorar su transmisión. Una de ellas es aumentar su capacidad de interacción con el receptor celular, la molécula que le permite su entrada en la célula.
Otra, en poblaciones con abundancia de individuos que ya han pasado la infección, es evitando ser reconocido por los anticuerpos.
La buena noticia es que la mayor capacidad de contagio no suele asociarse a aumentos de letalidad. Al virus no le interesa, porque si un individuo infectado muere pronto o desarrolla síntomas muy graves tendrá menos probabilidades de transmitirlo.
Las variantes del SARS-CoV-2 que más inquietud causan actualmente, debido a la rapidez con la que se están expandiendo, son la británica, la sudafricana y la brasileña, denominadas así por el lugar donde primero se detectaron.
Según la nomenclatura más aceptada para la clasificación de las líneas del virus, esas variantes se corresponden con la B.1.1.7 (británica), B.1.351 (sudafricana) y P.1 (brasileña).