Hay mucha presión para el levantamiento de sanciones económicas a Maduro invocando razones humanitaria

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La Mesa Nacional para el acceso al Plan Covax, consistente en cómo desembolsar el primer pago para poder traer a Venezuela cerca de millón y medio de vacunas no rusas contra la Covid-19, figurativamente ha sentado frente a frente a Nicolás Maduro con Juan Guaidó.

Miguel Rodríguez/ Caraota Digital

Pero que eventualmente se acuerden el infectólogo Julio Castro, comisionado del líder opositor, con el ministro Carlos Alvarado en representación de la administración madurista, no implica que de una innegable buena noticia por razones humanitarias, se trascienda al inicio de una conversación política que desenrede la crisis total en la que vive Venezuela.

Por un trabajo del diario ABC de España, se pudo conocer que en septiembre de 2020, informalmente un enviado de Donald Trump quiso lograr que Nicolás Maduro transigiera respecto de facilitar una transición política. Pero el jefe chavista supuestamente puso como condición a cualquier diálogo, que se liberara en Cabo Verde al empresario Alex Saab.

Si lo publicado por el medio español es cierto, entonces se ratifica que cualquier tipo de concesión, si es que en realidad en algún momento Maduro haya pensado otorgarla, no solo pasa por blindar su vigencia en la política venezolana, sino particularmente por librarse de causas judiciales que pudieran amargarle el resto de la vida.

Recuérdese que si bien a Alex Saab, a quien Maduro nombró luego de estar retenido en Cabo Verde como uno de sus embajadores en África, se le está esperando en Florida por el caso de un supuesto lavado de 350 millones de dólares; en una corte de Nueva York se le menciona como ficha clave en un proceso que pretende demostrar vínculos entre Miraflores y los círculos del narcotráfico, el terrorismo y el gran blanqueo de capitales.

Las negociaciones políticas en Venezuela no tienen un mismo objetivo
Y hay que tener en cuenta, por sobre todas las cosas, que siempre para el régimen chavista cualquier diálogo o negociación con sus adversarios persigue demostrar que la solución a la crisis del país pasa porque se les deje “gobernar en paz”, es decir, porque se llegue a un acuerdo tal, que ellos puedan estar tranquilos en el poder.

Obviamente, para la oposición democrática, por más que se hayan demonizado los términos, dado que todas las experiencias hasta hoy terminaron mal para la mayoría del país, el fin de una negociación siempre buscará que el chavismo se vaya del poder.

Si en septiembre de 2020 Maduro hubiera supeditado una negociación con un belicoso Donald Trump, al hecho de que Saab se librara de una extradición en la que le “convidarían” a hablar mucho, imagina uno que ahora, sin Trump en aquella esquina, la condición del régimen puede ser mucho más fuerte.

Y, claro, no son pocos los que opinan que sin importar lo que haya ocurrido en Washington, Maduro está quebrado, no tiene gobernanza posible, y entonces no podría estar tirando sobre la mesa muchas condiciones para iniciar una negociación política sobre el futuro de Venezuela.

Nicolás Maduro está en su propio plan internacional

Pero aquel dicho de que “los rusos también juegan”, en el caso del régimen venezolano es casi un asunto literal. Es cosa de chinos, de iraníes, de turcos, de rusos y también de bielorrusos. Nicolás Maduro ha estado jugando fuerte para acceder a financiamiento y también para recuperar peso en los tableros políticos internacionales.

En este sentido, el informe preliminar de La relatora especial de las Naciones Unidas sobre medidas coercitivas unilaterales y derechos humanos, Alena Douhan, termina siendo un avance para Maduro, puesto que pide la revisión y el levantamiento de las sanciones económicas, omite decir quién destruyó a Venezuela, y convierte de victimario a víctima al presidente chavista.

Y si, es verdad que la señora Alena Douhan, por sus antecedentes y por quien en realidad paga su trabajo, ya que para la ONU es una funcionaria ad honorem; pudiera verse como la perpetradora de un golpe en el que el tirano Alexander Lukashenko apuesta a que su aliado Nicolás Maduro pueda tener la tranquilidad de seguir gobernando, independientemente de lo que ese gobierno haya causado a los venezolanos, sin el fastidio de las sanciones. Pero, lo cierto es que esa mujer es relatora de la ONU, y eso cuenta.

Hay que sumar que Ned Price, nuevo vocero del departamento de estado en Estados Unidos, informó que el gobierno de Joe Biden está enfocado en tratar el tema de las sanciones, de modo que no empeoren la situación humanitaria que sufren los venezolanos.

Ese trato anunciado desde Washington, también se fundamenta en que la crisis humanitaria podría haber aumentado a más de 7 millones el número de refugiados venezolanos en todo el mundo.

Comunidad Internacional obliga a atar cabos
Estará bien que el comisionado de Guaidó en la ONU, Miguel Pizarro, haya repudiado la gracia omisiva y tendenciosa de la señora Alena Douhan, y bien está que en Washington el embajador Carlos Vecchio siga intentando convencer a la Casa Blanca de que la vía para Venezuela es la transición sin Maduro y la ulterior celebración de elecciones presidenciales libres. Pero, hay que insistir en ello, se deben atar cabos.

La Comisión Europea espera por Biden para una política común que no va a dejar sin evaluación el tema de las sanciones, y hasta Chile, que formaba parte del Grupo de Lima, recientemente se incorporó al Grupo de Contacto Internacional sobre Venezuela, que siempre tuvo una posición más proclive al diálogo, inspirada por España y México.

Y si uno se aventura a pensar que Estados Unidos muy difícilmente va a cambiar su decisión, además judicial, de extraditar a Alex Saab; pues también tiene uno que figurarse que el intento de una transición sin Maduro, jamás podría ser un escenario sobre el cual hoy se sentaría a hablar el régimen chavista.

Frente a las anteriores circunstancias, parece que una buena parte de la dirigencia partidista opositora, ya se está preparando para avanzar en un esquema de probable cambio, muy diferente al antiguo mantra del presidente Guaidó: fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

Dirigentes opositores quieren cambiar la estrategia frente al régimen chavista
La apuesta, en este preciso momento, es que la comunidad internacional pueda presionar, o negociar con Nicolás Maduro, unas condiciones electorales y de observación internacional, que abran nuevamente la opción comicial en Venezuela para la solución pacífica del grave conflicto que existe.

Y si Maduro estuviera interesado, pedirá como siempre, que le levanten las sanciones a su gobierno y que descongelen, que le activen nuevamente el acceso, a todas las cuentas y compañías de la República.
Así se infiere que pretendería desbancarle a Juan Guaidó el argumento de que con esos congelamientos, y esas administraciones en Citgo y en Monómeros, protegió de un tremendo latrocinio los tesoros necesarios para la reconstrucción del país.

Y una buena parte de la dirigencia partidista opositora está ciertamente considerando que si una transacción así, pudiera traducirse en que Nicolás Maduro se comprometa en unas condiciones y en un cronograma electoral, pues no puede ser desechada.

Es probable que baje la presión para hacer elecciones presidenciales cuanto antes
Es más, esa evaluación positiva a una negociación, en estos términos, con la gente de Nicolás Maduro, incluye la posibilidad de que en este año, solo se realicen las elecciones regionales, para las incluso con toda sorna, el jefe chavista le dice a Juan Guaidóy a Henrique Capriles que se presenten como candidatos, a ver cómo les va.

Si negociara Maduro, según los cálculos de un número importante de dirigentes, incluso adscritos a los partidos que han sido la base política de Juan Guaidó, es decir, el famoso G-4; pudiera aceptarse que la elección presidencial quedara en la cola del calendario. Eso sí, se nos dice, si está firmado el compromiso, haya condiciones y observación internacional.

Esos dirigentes creen que es la mejor, pero también aparentemente la única vía posible; por lo que están dispuestos a pasar por el paredón de convencer a los venezolanos, entre quienes hay muchísima apatía y decepción con el tema político, de que hay que salir a votar en las elecciones de gobernadores.

Esa campaña, tan cuesta arriba, se haría sobre el supuesto de que si Maduro le firmó al mundo un compromiso, luego vendrán las presidenciales, y ahí, puede darse el cambio que todos esperan.

No todos están decididos ni evaluando esa negociación con Maduro
Para no incurrir en lo conocido como “términos de valor negociable”, hay que dejar claro que Juan Guaidó y la mayoría de sus comisionados no están en esta óptica, aunque igual aten cabos y sepan que la base política del G-4: Acción Democrática, Primero Justicia, Un nuevo Tiempo y Voluntad Popular, tienen sobre el tema, literalmente, un grave pleito.

María Corina Machado, quien sin formar parte de la Unidad Democrática, es un incuestionable factor adverso al régimen chavista, no está, ni de asomo, transigiendo a una negociación en los términos antes expuestos; aunque la mayoría de los ciudadanos, imagina uno, tampoco tiene total claridad de lo que propone como plan de acción alternativo.

Entonces el cuadro es así:
*Hay presión de mucha monta para el levantamiento de sanciones económicas a Maduro invocando razones humanitarias.

*Hay alineación internacional sobre la idea de que la salida a la crisis pasa por que haya condiciones para que se celebren comicios libres

*Hay expectativa en gruesos sectores de la oposición partidista, sobre la posibilidad de que Nicolás Maduro se comprometa con los países del mundo libre, que no lo reconocen, a transitar por un calendario en el que las elecciones presidenciales no necesariamente se celebrarían de primero.

¿Le conviene una negociación así a Maduro? Pues si el líder chavista se resistiera, puede inferirse que China y Rusia le van a aconsejar que la haga. Y el asunto, en adelante, no es solo de tener presente lo que enseña la historia de 22 años sobre el respeto de los chavistas a los acuerdos políticos, sino también lo que al final del calendario comprometido pudiera hacer Nicolás Maduro.

Un ejercicio de sentido común, debe llevar a los interesados en el tema por el siguiente camino: si se logra un acuerdo que firman Maduro y representantes de la oposición, se acuerdan condiciones electorales y observación internacional verdaderas, se celebran elecciones de gobernadores y se ha logrado inspirar de nuevo a la población para que participe, y lógicamente la oposición gana la mayoría de los estados, ¿qué hará Maduro si le toca cumplir con la elección presidencial?

Esa pregunta tiene abierta otra discusión, pero no son pocos los que, certeros o equivocados, sostienen que quizás no valdrá la pena esperar tantos meses para saber lo que ya se sabe que ocurrirá. Claro, no es un asunto que esté solo en manos de dirigentes venezolanos, sino más bien en una balanza en la que, por ahora, la comunidad internacional está pesando más.