Son perturbadores los anuncios por el fallecimiento de hombres que han servido a la institución castrense en Venezuela. Lo más bochornoso es la discriminación que padecen los que no tienen acceso al poder en Venezuela. La indignación, la alarma y el temor la reflejan muchos militares en los cuarteles y a través de chats de WhatsApp o Facebook.
Entre militares que han muerto por COVID-19 están los generales (Ej) Juan Manuel Bogado Velásquez, (GN) Julio Rafael Lara Guzmán, (Av) Óscar Córdoba Guedez, (Av) Alberto Enrique Rivas Peña, (Av) Wilson Marín Meza; En el hospital Domingo Luciano murió el GB Pacheco Melgarejo. El Vicealmirante Hernán Gruber Odremán, los coroneles (Ej) José Luis Ramírez Aranda, (Ej) Gabriel Duque Vivas, el capitán de Navío Sánchez Correa.
Entraría en la lista el coronel (GNB) Hendrik Otoniel Montañez, director del Círculo Militar en Lara. También el Cnel Richard Solórzano Barreto, quien era comandante de la Policía Nacional en Carabobo.
“El Mayor (Ej) José Alberto Álvarez Guerrero falleció a causa del COVID-19, en el Poliedro de Caracas, sus familiares fueron a buscar su cuerpo y lo encontraron con la desagradable sorpresa que fue introducido en una bolsa negra no identificada, junto a otros fallecidos tampoco identificados; sus familiares no pudieron retirar sus restos”, el mensaje de un militar.
En otro mensaje se lee: “El Tcnel Cruz Manuel Contreras Dionicie, Comandante del 332 Batallón Caribe “Tcnel Juan Ignacio Rendón Blanco” presentó malestar general y fiebre, trasladándose al Hospital General “Dr. Felipe Guevara Rojas”, en El Tigre, estado Anzoátegui”, presentó síntomas asociados al Covid y murió poco después.
“Necesitamos ayuda para XXX promoción XXX, quien está en situación delicada por el virus chino y pueden ayudar depositando en el banco, cuenta XX o vía zelle Estados Unidos, al email XXX. Es un tratamiento domiciliario básico de 2000 dólares para que los pulmones vuelvan a su nivel normal y se salga de la crisis”, ejemplo de algunos de los mensajes que rondan en los chats de militares.
Un militar indica que cuando llegan al hospitalito o al Hospital Militar y el diagnóstico al virus da positivo “de inmediato lo envían al poliedro y después se olvidan de ellos. Ahí empieza el calvario para los familiares, empezando por comprar las medicinas, el paciente debe comprar 6 ampollas de Remdesivir y cada una está en el orden de 200 dólares, en total 1200 dólares. Algunos podrán comprarlas, pero la mayoría no pueden y quedan a la mano de Dios”.
El doctor y coronel Ángel Sánchez Meneses, quien estaba atendiendo en una oficina del Iorfan dentro del Hospital Militar, llamada Centro de Atención al Afiliado (CAICA), por su contacto diario con pacientes militares retirados asintomáticos, contrajo COVID-19 y falleció el 14 de marzo 2021. Ahora está el Tcnel Jhon Montiel encargado de atender a los Afiliados del Iorfan que requieran atención en el hospital militar Dr. Carlos Arvelo, así como extensión de récipes de medicamentos, exámenes de laboratorio, etc.
El FIM reclama
“Los militares retirados y la población civil han tenido que recurrir a colectas de dinero y material sanitario para tratar a los pacientes de covid-19, que en muchos casos los costos sobrepasan la disponibilidad de los recursos existentes. La situación de los militares de la reserva activa es de verdadera orfandad y abandono por parte de las autoridades militares que están en el deber de velar por sus derechos de salud y bienestar, logrados a través del tiempo y de la entrega de los mejores años de sus vidas al servicio de la patria”.
Así lo denuncia el Frente Institucional Militar (FIM), ante lo que ya es una tragedia con la cantidad de solicitudes de ayuda, por parte de familiares, amigos y compañeros de militares, afectados por Covid-19 en Venezuela, que se ha vuelto constante, bien sea para medicamentos e incluso para que sean aceptados en hospitales centinelas o centros de asistencia cuando las pruebas indican que está contagiado del virus.
Subraya el FIM que “la sucesión de fallecimientos recientes de distinguidos compañeros de armas, incluso de miembros de sus familias, tanto activos como retirados asociados con el letal virus es realmente alarmante e incomprensible”, dice la organización que agrupa a más de dos centenares de militares en reserva activa de los diversos componentes de la Fuerza Armada.
Según explican, familiares de militares contagiados con el Covid-19 “han reportado que no fueron admitidos en el sistema de hospitales militares, pese a su gravedad, remitiéndolos a hospitales generales y de campaña que no reunían las condiciones esenciales ni de cuidados intensivos para su tratamiento y recuperación”.
Denunciaron que “en Venezuela está ocurriendo el sacrificio de personas, producto de la inexistencia de un sistema sanitario público robusto y eficiente, y el vacío de políticas oficiales, claras y confiables de atención a los cientos de enfermos contagiados por la pandemia del COVID-19”.
El discurso guerrerista
El FIM es una organización dirigida por el almirante Huizi Clavier, junto a ex ministros de la Defensa, tales como General de División (Ej) Fernando Ochoa Antich y el General de División (Ej) Rafael Montero Revette, así como excomandantes generales de diversos componentes, entre ellos el General de División (Av.) Maximiliano Hernández Vásquez, General de División (Ej) Carlos Julio Peñaloza, Vicealmirante Jesús Enrique Briceño García, entre otros.
Destacaron que “lo que está ocurriendo en nuestro país nos llena a todos de profundo dolor e indignación; no es posible que frente a esta tragedia que nos afecta no se haya producido una reacción del Ministro de la Defensa ni de las altas autoridades de la Fuerza Armada Nacional. No hay una sola referencia de ella, por el contrario, el régimen politiza la grave situación sanitaria del país, oculta la verdadera realidad, altera cifras y se enfrasca en una suerte de competencia por quien trae más vacunas y de dónde”.
Confesaron asistir con estupor “a las manifestaciones guerreristas del Ministro de la Defensa y Alto Mando Militar y su empecinamiento en imponer una épica y narrativa para mostrar la capacidad bélica de la Fuerza Armada en momentos y circunstancias muy dolorosas para el país y sin considerar que la prioridad hoy debe estar focalizada en atender la situación de precariedad y urgencia sanitaria”.
Finalizaron haciendo un llamado “a la conciencia de los que tienen el deber de reaccionar ante la catástrofe sanitaria, de nuestros compañeros de armas activos para que, oyendo no la voz, sino el llanto de los que han perdido a alguno de sus seres queridos y que claman por la vida, a cumplir con sus deberes constitucionales ante la tragedia que desgarra nuestros corazones”.