Flaco favor le está haciendo el diputado Diosdado Cabello a sus compañeros que están exigiendo, como condición para dialogar, el reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente y la devolución de las cuentas bancarias del Estado. ¿Cómo puede responder la comunidad internacional ante un golpe terrible a la libertad de expresión, como lo es el embargo total de los bienes de El Nacional para saldar una demanda sin asidero jurídico y una sentencia que no soporta el escrutinio de ninguna lupa legal en el mundo?
La libertad de expresión y de prensa son derechos humanos que, consistentemente, han sido violados durante más de 20 años por el régimen chavista-madurista. Las directrices las ejecutó al pie de la letra el comandante “eterno”, a imagen y semejanza de Fidel Castro y lo mismo siguen haciendo su heredero y lo intentan otros dirigentes del PSUV.
Lo que ha hecho el jefe del llamado Bloque de la Patria de la Asamblea Nacional ilegítima contra un diario con más de 77 años de historia tiene más resonancia de la que a lo mejor esperó. Por ejemplo, el embajador de Estados Unidos, James Story, quien ha visto con buenos ojos la posibilidad de un acuerdo en Venezuela, manifestó que “la toma de las instalaciones de El Nacional no es contra un edificio o sus instalaciones, sino contra la libertad de prensa. Y sobre este acto violatorio cae toda la responsabilidad del régimen. No puede haber elecciones libres y justas en Venezuela sin libertad de expresión”. ¿Calculó Cabello las implicaciones o le puso, adrede, piedras al camino de posibles conversaciones? ¿Hay resquebrajamiento dentro el liderazgo oficialista? ¿Lo que hacen unos para recuperar el control de los fondos que aún no han podido robarse lo desbarata otro?
La importancia de los medios de comunicación social no puede subestimarse. En todas las sociedades democráticas el papel de la prensa es preponderante, pues ejerce una función de vigilancia y de contraloría social, entre muchas otras. A través de la denuncia, de la publicación de la verdad, de un alto sentido de la ética y los valores, el periodismo ayuda a equilibrar las cargas y a enderezar entuertos. De eso puede jactarse El Nacional. También el Estado de Derecho procura el bien común, pero hay quienes pretenden haber obtenido un triunfo con inescrupulosa manipulación del sistema de justicia.
Un medio de comunicación como este, que ha salido victorioso de mil batallas, que se ha mantenido en pie de lucha con dictaduras como la de Marcos Pérez Jiménez, que ha estado del lado de los venezolanos durante más de siete décadas, no va a ser silenciado.
Nunca han sido tan oportunas las palabras de nuestro fundador Miguel Otero Silva, que nos definen como medio: “Un periódico no se construye con dinero, ni con rotativas, ni con relaciones comerciales que garanticen la afluencia de avisos ni con protección gubernamental. Un periódico se construye con hombres, todas las ventajas y privilegios quedan reducidos a cenizas si no está presente un puñado de periodistas con capacidad profesional, calidad humana y amor al oficio, que sepan interpretar los sentimientos populares, que se lancen con audacia a la búsqueda de la noticia, que defiendan tercamente el estilo y la estética del diario, que peleen con bravura para hacer de su periódico el mejor informado…”.