¡LLEGA AL ALMA! En bendita memoria de Mariely Beatriz Chacón Marroquí, Por Carolina Jaimes Branger

0
222

En bendita memoria de Mariely Beatriz Chacón Marroquín

Es una profesión universal. La más antigua. La más conocida. La que no distingue entre razas, credos, nacionalidad, tendencias sexuales, género, capacidades y cualquier otro rasgo o condición distintiva. Es la profesión del amor incondicional, del querer a otras personas más que al propio ser, hasta el punto de dar la vida gustosamente por esas otras personas. Se llama Maternidad, así, con mayúscula.

“La madre es una sombra acostada a los pies”, escribió el poeta Antonio Arráiz en su “Parábola de la madre”. Las madres somos unas privilegiadas y quienes no se sientan así, lo siento por ellas. Porque cualquier mujer puede dar a luz a un niño, pero se necesita una madre real para amar, cuidar y criar a ese niño. Poder dar vida y poder dar la vida por nuestros hijos es algo que nos engrandece, que nos honra, que nos enaltece. En el Reino Animal también lo vemos, en particular en los mamíferos y las aves… pero creo que también es así en otras clases de vertebrados…

Una madre es quien nos brinda su infinito amor para que podamos volar solos, en ocasiones lejos de ella. Una madre es aquella persona que puede ocupar el lugar de los demás, pero cuyo lugar no lo ocupa nadie. Una madre es alguien cuyo corazón deja de ser suyo para pertenecerles a otras personas: sus hijos.

Por eso el naufragio de la lancha que iba a La Tortuga me ha abatido como si se tratara de personas cercanas. El viernes habían salido de Higuerote con destino a La Tortuga. Ocho o nueve personas iban en la embarcación, todavía no se sabe con certeza. Según ha trascendido, se iban a encontrar con unos amigos que ya estaban en la isla. Éstos no pudieron comunicarse por los celulares y pensaron que habían decidido no ir. Sólo cuando llegaron de regreso a Carenero el domingo al final de la tarde, fue que supieron que la lancha había zarpado dos días antes y que no se sabía nada de ella. Comenzaron entonces las labores de búsqueda.

Al momento cuando escribo este artículo sólo han sido rescatados Mariely Beatriz Chacón Marroquín, sus hijos David y Beatriz Camblor Chacón de 6 y 2 años de edad respectivamente, y la nana de los niños, Verónica Martínez. Según contó esta última, Mariely amamantó a sus dos hijos para evitar que murieran deshidratados. Pero haciendo eso, ella se deshidrató. Con su acción, les dio la vida a sus hijos por segunda vez, a costa de la suya. El comandante de la nave que los rescató dijo que ella había muerto en el momento cuando supo que serían rescatados. Es desolador el video donde aparecen los dos niños acostados sobre su madre muerta.

Recordé un accidente hace años, donde una pareja con su bebé iban en un automóvil que se despeñó por un barranco. El padre murió en el acto. La mamá, con múltiples heridas y hemorragia interna, subió el talud con su bebé cargado, hasta llegar a la carretera. Detuvo a un carro que pasaba, le entregó el bebé al conductor y cayó muerta. Solo una madre hace algo así…

Por eso hoy dedico mis palabras a Mariely. No la conocí, pero me conmueve que haya ejercido como mamá hasta su último suspiro. Amó más que a sí misma a sus hijitos. Ojalá esos pequeños tengan cerca una tía o una abuela que pueda hacerse cargo de ellos. La pequeñita no sabe todavía qué pasó. Pero la carita de desolación del varoncito me sacó lágrimas. Una madre es irremplazable. Y perderla tan temprano en la vida es una tragedia. Mi corazón está con esos niños.

Quiero terminar con una preciosa frase de la doctora Sunila Sharma: “Es la palma en tu frente febril, los besos suaves cuando más los necesitas, el asidero que te estabiliza en caminos pedregosos, la mano que te alimenta y nutre, la voz que te dice que eres amado, la sombra que camina incondicional y permanentemente a tu lado: el amor de una madre.

@cjaimesb