Por José Armando Rebolledo.-Juan Carlos cuenta los secretos de su nuevo libro, Chávez a la hora y en la hora de su muerte. El periodista, autor de varios libros de éxito, se adentra en la personalidad de Chávez, hasta el alma misma, y lo define como un hombre oscuro. Dice que Chávez fue un destructor, al punto de destruir su propia vida, pero quien quita y murió feliz porque había conocido a su dios, que era Fidel Castro. Zapata ha hecho una investigación rigurosa para atar los cabos sueltos del poder que encarnaba Chávez, del poder que define al chavismo. Dice que a Chávez no hay que olvidarlo. Por el contrario, hay que escribir y analizarlo. Hay que desnudar ese mito. Y dejar sentado que es el principal responsable, junto a Fidel Castro, de la destrucción de Venezuela.
La verdad es que este un libro que abruma, que nos deja sin aliento. El eje principal es la enfermedad y muerte de Chávez, con detalles y secretos, pero también sorprende la cantidad de historias que se hilvanan para conocer las personalidades de Maduro, Cabello, Ramírez, Adán Chávez, y conocer a la boliburguesía en carne y hueso. Este es un libro para descubrir al Chávez de la manipulación al extremo. Que vendió la enfermedad como una épica. Y que le pagó a Fidel Castro la factura más cara que se haya pagado jamás por una asesoría en imagen y estrategia política.
Chávez a la hora y en la hora de su muerte es un libro revelador, descarnado, sin tregua en la lectura, que atrapa de principio a fin, al puro estilo Zapata, el mismo de Los Midas del Valle y los Ricos bobos, el mismo de la Intrigas del poder y Dr. Tinoco, vida y muerte del poder en Venezuela.
-¿Cómo surge este libro?
-En 2012 yo tuve un cáncer, y los médicos me recomendaron absoluto reposo si quería curarme. Y el reposo incluía no leer noticias, no ver noticias, no seguir la polémica, la polarización, la ira y la violencia que ensombrecía a Venezuela. Así lo hice y superé el cáncer. Fue un año completamente diferente para mí, siendo el periodista que soy. Me perdí ese año los hechos en torno al cáncer de Hugo Chávez, que en cambio no paraba, puesto que decía qué un cáncer no era nada para él. Entonces llega otro año atípico, 2020 con la pandemia, y decido mirar atrás, hacia el 2012. A ponerme al día en torno a ese año.
-¿Y qué pasó?
-Lo primero es que vi el video del discurso de Chávez ante la Asamblea Nacional. Ese de las nueve horas. Y observo que es un discurso lleno de elementos, de pistas, de hechos, de cifras, deseos, lamentos, ruegos, mentiras, promesas. Ese discurso es el testamento político de Hugo Chávez. Y es al mismo tiempo el discurso en el que comienza a despedirse, y nos ofrece señales de su verdadero cuadro clínico. Con las nueve horas de discurso, Chávez se proponía despejar las dudas en cuanto a la enfermedad, pero en esa misma actitud estaba la prueba de que ya sabía que el cáncer que estaba sufriendo era irreversible. Las nueve horas no eran tanto para demostrar que estaba bien sino para convencer que podía ser candidato otra vez. Ya entonces toda la operación para reelegir al moribundo se había puesto en marcha. Esa pieza ante el Parlamento fue como un chispazo. Me dije. Pero si aquí está casi todo. Y comencé a seguir su propio libreto. Analicé al menos cien horas de discursos de Chávez, horas de videos, pequeños documentales, las entrevistas que concedió entre 2001 y 2012. Ya todo estaba dicho. En las entrevistas con José Vicente Rangel se le escapan frases que en su momento los analistas no leyeron en el debido contexto. El mensaje estaba claro. No podía ocultar el cuadro que le acosaba y le angustiaba. Estaba en sus últimos días.
-Sin embargo aguantó y siguió, y ganó las elecciones.
-Estaba obligado a seguir porque lo más importante era ganar las elecciones, dejar al chavismo en el poder, y unido. Nadie más garantizaba esa unidad. Su reelección era estratégica, incluso para la Fuerza Armada. Por eso adelantaron las elecciones. Ya Chávez no aguantaba tres meses más de campaña. Se podía morir en la campaña, y si se moría antes de las elecciones, la historia del chavismo sería otra hoy.
-Pero él decía que estaba curado y estaba bien.
-En el libro Chávez en la hora y en la hora de su muerte, ese aspecto queda aclarado. Hay muchos indicios de que sabía que los días estaban contados. Y lo sabía Fidel Castro y lo sabía el entorno. El punto no era si se iba a morir sino cuándo exactamente. Por ello, la lucha interna comienza bien temprano. En el libro se construye ese relato. Por qué Nicolás Maduro, por qué no Diosdado Cabello ni Rafael Ramírez y menos Adán Chávez ni Elías Jaua. Chávez comienza a despedirse de algunos que fueron sus amigos, de aquellos con los que había peleado. ¿Qué significaba todo esto? En 2012 todo esto eran cabos sueltos. Hoy no. Y hoy podemos asegurar que el país fue víctima de una gran manipulación para sostener al chavismo en el poder, y seguir saqueando.
-Usted ha dicho que ese año se saqueó como nunca.
-Ese año y todos. Y a los ojos de Chávez. Entre 2011 y 2012 no iba a hacer lo que no hizo antes. De hecho, en ese discurso ante la Asamblea Nacional dice, para excusarse, que la corrupción es un tema cultural en Venezuela. Se está muriendo y no quiere y no puede reconocer su culpa. Chávez propició la boliburguesía, solo que cuando los nuevos millonarios comenzaron a meterse en honduras del poder, los defenestró. Con Chávez, la boliburguesía no iba al Palacio de Miraflores, con Maduro, entró al Palacio y cogobierna con él. Con Chávez la corrupción de Venezuela se hizo planetaria, porque el volumen de lo saqueado tiene honduras en el entramado financiero internacional. Y esto incluye a Cuba y al castrismo. La boliburguesía castrista algún día será investigada, pues existe. Cuba saqueó de verdad, y la excusa fueron las misiones. ¿Y de qué sirvió eso? Chávez pagó a Fidel Castro la factura más cara que pudo haber pagado por asesorarlo en imagen y estrategia política. Varios hemos echado números, y decir doscientos cincuenta mil millones de dólares o trecientos mil millones de dólares, es lo mismo. Lo triste es que con ese dinero no se hizo nada en Cuba. Ahí está, en situación crítica, agónica. Pero tampoco se hizo nada en el país. Se perdió un costo de oportunidad. ¿Qué dejó Chávez? ¿Dejó una obra? Dejó un país al borde del abismo. Chávez fue gasto y no inversión. Burbuja de consumo. El saldo es una deuda social y un país con sus empresas principales destruidas. Chávez fue un destructor. Tan destructor que destruyó hasta su propia vida. Se olvidó de una frase de Gabriel García Márquez, que la revolución es estar vivo. Pero ese 2012 seguía hablando de un país potencia, de una economía y unos planes que solo estaban en su cabeza. Ofrezco ejemplos de cómo operaba su mente a la hora de proponer una megaobra. Creía saber más que los expertos, y se empeñaba en decisiones que conducían al fracaso. Un ejemplo, el sistema de ferrocarril.
-Pero Chávez no quería morirse, le rogaba a Cristo.
-Ese es otro de los puntos que desmonto en el libro. El cristianismo de Chávez. Es falso. Es otra manipulación. Creo que es la primera vez que alguien aborda el aspecto religioso de Chávez. Los discursos de 2011 y 2012 nos ofrecen mucho material al respecto. Chávez rogaba por el milagro y aunque se supone que se los pedía a Cristo, la verdad es que su dios era Fidel Castro, no otro, y este no hacía milagros. Mira, la misa de Semana Santa en Barinas, transmitida por televisión, tenía el propósito de nivelar al Che Guevara y a Fidel Castro con Cristo, incluso el mismo Chávez cuenta una anécdota, medio en serio y medio en broma, solo para decirnos que Dios lo escucha. Te aconsejo que veas otra vez el oficio de ese Jueves Santo. Es una prueba de que Castro y Chávez se empeñaron en hacer todo lo posible por dejar construido el mito Chávez. Con plata y propaganda. Chávez no tenía una épica que contar. La enfermedad le dio esa épica. Y logró ubicarse entre los profetas de la izquierda. Ahora forma parte de las tres divinas personas, Castro, Guevara y Chávez.
-¿Es Fidel Castro quien escoge a Maduro?
-Es Castro y es Chávez. Y es el grupo civil que gobierna ahora. Maduro en condición de canciller y más amigo del poder de La Habana estaba en mejor posición de conocer lo que pasaba con el enfermo. Entonces él y sus amigos comienzan antes que todos a mover piezas. Para Fidel Castro pudo haber sido Maduro o pudo haber sido otro. La circunstancia colocó a Maduro en ventaja. Ahora, lo que no se ha dicho antes es que Castro tenía este juego preparado desde 1999.
-¿Desde 1999?
-Claro, él sospechaba que a Chávez podían matarlo y comienza desde entonces a planificar que si eso sucede cómo garantizar que Cuba no quede fuera de lo que ya ha conquistado. Castro se inventa aquello de los magnicidios y los atentados, y hace que la seguridad de Chávez pase a manos de Cuba, y luego también la salud, el cuidado diario de la salud, y en estos dos aspectos el control es decisivo. La salud de Chávez estuvo en manos de un equipo cubano por una década. Un equipo al que se le fue un pequeño detalle, un cáncer terminal. Pero el plan de la sucesión siempre estuvo en la mente de Castro. Así que cuando llegó la situación sobrevenida, en La Habana estaban preparados para escoger, y Maduro era el que tenía los mejores puntos. No se equivocaron Castro ni Chávez. Maduro ha sobrevivido en el poder, contra todo pronóstico. Mis fuentes del lado de Cabello me confesaron que ellos jamás pensaron en el escenario de la muerte y menos de la sucesión. Por eso no tenían un plan previsto. Muchos, como Rafael Ramírez, -este muy soberbio- se confiaron y hasta se aliaron del lado de Maduro para cerrarle el paso a Cabello. Anularon a Cabello pero luego Maduro los terminó purgando, inicialmente a Ramírez y después a Jaua. Cabello es otro sobreviviente. Debió ser el primer purgado, pero buscó refugio en los militares y en la estructura del PSUV y ha sobrevivido. Le dijo a Maduro que su intención es el control y no la presidencia. Pero eso está por verse. No puede quitarse del rostro la obsesión por el poder, quiere ser presidente, y le duele que el primer presidente chavista sea Maduro y no él.
-¿Cómo valora su libro usted que ha escrito desde 1990 sobre el poder en Venezuela?
-Es una mirada profunda a este nuevo poder. Con cuánta gente no hablé. Cuántos datos no analicé. Cuántas cabos tuve que atar. A cuántos chavistas consulté. Porque mucho de lo escrito está dicho y confirmado por dirigentes del chavismo. Todavía tengo acceso a muchos de ellos como tuve acceso a los banqueros y a los empresarios del pasado. Recuerdo que le pregunté una vez al Dr. Tinoco que por qué aceptaba que yo, sí, yo, lo entrevistara para un libro, para su propia biografía, y me respondió, Porque nadie antes me lo había propuesto. Quiero decir, que este es un libro hecho por un periodista, y como todo periodista, está obligado a generar confianza en la fuente para que la fuente hable, revele, suministre datos e información, que al fin y al cabo es lo que quieren los lectores, datos, información, y que cada quien se forme su propio juicio. El periodista es un intermediario de información. Este no es un libro sobre la enfermedad y la muerte de Chávez. La enfermedad y la muerte son los elementos que me permiten abordar el poder en tiempos de Chávez y en el chavismo. Este es un libro sobre ese poder. Y sobre un poder crudo, descarnado, oscuro, siniestro, macabro y tenebroso.