Descarado ventajismo electoral en Venezuela

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Desde que Hugo Chávez llegó al poder se han realizado seis elecciones presidenciales, incluyendo dos de Nicolás Maduro; cinco parlamentarias, entre las que se cuenta una en la que no participó la oposición; seis para gobernadores y ocho municipales. Y todas, absolutamente todas han tenido una característica: los oficialistas hacen campaña con el dinero del erario público.

Por El Nacional

Y las programadas para el 21 de noviembre no son diferentes, y eso que la campaña electoral todavía no ha comenzado formalmente, pero se ve el despliegue que con dineros públicos están haciendo los candidatos en las regiones y los jefes del PSUV desde la capital. Esto lo que significa es que los aspirantes que no son del chavismo compiten en desventaja.

La campaña electoral en teoría debería servir para llevar el mensaje de cada candidato a los electores de las regiones que deben votar por ellos. Y es obvio que no es lo mismo llegar con las manos vacías que repartiendo bolsas de comida con la promesa de que si los eligen vendrán más, aunque no lo cumplan luego, que eso es lo que menos les importa. Esta práctica es muy vieja, hay que convenir que no es invento del chavismo, pero la usó el teniente coronel en todos los comicios en los que participó y la emplea Maduro y su combo para esta oportunidad. Y todo eso no sale del bolsillo del PSUV ni de los candidatos, sino del dinero de todos los venezolanos.

Tampoco tienen que ocuparse de pagar tiempo en televisión o en radio. Primero, porque casi todos los medios radioeléctricos que sobreviven lo hacen porque de alguna u otra manera hay dinero del “Estado” de por medio y por eso les deben obediencia ciega. Ya esto lo denunció en junio de este año el rector del CNE Enrique Márquez, se supone que de la oposición, ¿y en qué quedó la denuncia? Esto sí que lo inventó el comandante muerto, que hacía cadenas de horas para hablar de su partido y de sus candidatos en cada región. Era de esperarse entonces que lo hiciera Maduro, el vicepresidente y jefe de campaña, Diosdado Cabello, y todo el que consiga hablarle a un micrófono sin que nadie haga nada.

Pero todo esto ya lo sabían de antemano los opositores que decidieron participar en estos comicios y parece no importarles para nada que ni siquiera se respete esta norma que asegura una competencia equilibrada. No les importa el tiempo en televisión o radio, tampoco los boots que se pagan con presupesto de la nación para posicionar a los candidatos en las diferentes redes sociales. Para ellos pareciera que todo está normal.

Ni siquiera dicen algo como para tratar de defender el poco dinero que le queda a la Tesorería Nacional para atender las necesidades de los ciudadanos. Pareciera que están cómodos con este asunto, como si no les hiciera falta. Cualquiera podría pensar que ellos tienen tiempo ocupándose de las comunidades a las que quieren representar y que su trabajo habla de su compromiso y de la simpatía que le tienen los votantes, pero sabemos que en la mayoría de los casos eso tampoco es cierto.

El ensayo del domingo pasado fue otra prueba más de cómo afinan la maquinaria para ganar votos jugando con el hambre de la población. La organización no gubernamental Súmate denunció que aprovecharon ese día para instalar los ilegales puntos rojos cerca de los centros electorales y entregar las cajas CLAP. Asimismo, han duplicado los bonos de la patria.

Así que en términos de campaña, nada ha cambiado en cuanto a condiciones para una competencia justa y democrática y eso no hace falta que lo anote ningún observador extranjero en su informe, porque es un cuento de más de 20 años.