Nacido el 15 de septiembre de 1971 en el municipio de Necoclí, una estratégica zona del noroeste de Colombia muy cercana a la frontera con Panamá, pero también al Pacífico y al Caribe, Dairo Antonio Úsuga pasó a encabezar el Clan del Golfo tras la muerte de su hermano Juan de Dios, «Giovanni», en enfrentamientos con la policía en 2012
Por AFP – El Nacional
Dairo Antonio Úsuga, «Otoniel», cuya captura fue anunciada este sábado en Colombia, fue un campesino que pasó de guerrillero de izquierda a paramilitar de extrema derecha, antes de consolidarse como el capo del narcotráfico más buscado por ese país y Estados Unidos.
El presidente, Iván Duque, comparó su detención con la caída de Pablo Escobar, el gran barón de la cocaína abatido por la policía colombiana en 1993.
«Es el golpe mas duro que se la ha propiciado al narcotráfico en este siglo en nuest»ro país», sentenció Duque en una declaración pública.
Imágenes divulgadas por el gobierno muestran al robusto hombre de 50 años esposado y rodeado por militares con armas largas.
«Llevábamos siete años detrás de él», detalló el general Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares.
Otoniel lidera el Clan de Golfo, la principal banda criminal de Colombia. No sólo era requerido por las autoridades locales: por información que diera con su paradero o permitiera su captura, Estados Unidos ofrecía hasta cinco millones de dólares.
La justicia estadounidense lo señala de liderar una organización «fuertemente armada, extremadamente violenta», y que «usa la violencia y la intimidación» para controlar las rutas del tráfico de droga y laboratorios de procesamiento de cocaína.
Para capturarlo, la policía colombiana adelantó «un trabajo satelital importante contra él con agencias de Estados unidos y del Reino Unido», explicó el director de la institución, general Jorge Vargas. Unos 500 uniformados, respaldados por 22 helicópteros participaron en la operación.
Negocio familiar
Nacido el 15 de septiembre de 1971 en el municipio de Necoclí, una estratégica zona del noroeste de Colombia muy cercana a la frontera con Panamá, pero también al Pacífico y al Caribe, pasó a encabezar el Clan del Golfo tras la muerte de su hermano Juan de Dios, «Giovanni», en enfrentamientos con la policía en 2012.
Junto a él montó un aparato criminal con presencia en casi 300 de los 1.102 municipios del país, principalmente en el Pacífico, un lugar estratégico para la salida de cargamentos de droga, según el centro de estudios independiente Indepaz.
«Tiene un portafolio amplio de actividades criminales, entre las que se incluye la minería ilegal y el paso de inmigrantes a Panamá», explicó a la AFP el experto en seguridad Ariel Ávila.
Según el centro de investigación del crimen organizado InSight Crime, el Clan de Golfo también se dedica a la contratación de bandas callejeras locales para que a su nombre realice actividades de microtráfico, extorsión y sicariato.
«Otoniel», séptimo de los nueve hijos de Ana Celsa David y Juan de Dios Úsuga, una pareja que dice ganarse la vida con la venta de marranos, gallinas y ganado en el departamento de Antioquia (noroeste), utilizaba tácticas guerrilleras para burlar a la fuerza pública.
El jefe criminal viajaba solo a pie o en mula y nunca dormía dos noches seguidas en el mismo lugar, según señalaron las autoridades colombianas.
En lo últimos días de la persecución, se internó en la selva virgen de la región de Urabá, de donde es oriundo, y se deshizo de sus teléfonos para reemplazarlos por correos humanos.
«Se estaba moviendo con ocho anillos de seguridad», aseguró Vargas.
«No muy ideologizado»
A los 18 años se unió al Ejército de Liberación Popular (EPL), una guerrilla marxista desmovilizada en 1991. «No era revolucionario, era lo que había y se fue con ellos», aseguró su madre en una entrevista al periódico El Tiempo en 2015.
Úsuga no hizo parte del proceso de paz que puso fin a 26 años de lucha armada de este grupo rebelde y entre 1993 y 1994 se unió a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), una organización paramilitar de extrema derecha creada para combatir a las guerrillas y con nexos con el narcotráfico.
«Era un campesino no muy ideologizado», sostuvo Ávila.
La ACCU hizo parte de las Autodefensas Unidas de Colombia, que se desmovilizaron en 2006 a iniciativa del gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).