El médico veterinario y ganadero deltano Rogelio R. Rodríguez Rodulfo hizo esta semana un llamado de alerta a las autoridades sobre el riesgo de inundación en el Delta del Orinoco.
A continuación su llamado:
El río Orinoco tiene un importante aumento de nivel con el período anual de lluvias alcanzando un promedio histórico de 16 metros sobre el nivel del mar. Tucupita y el resto de la población tenían al río como único medio de comunicación con el resto del país y ello requería una travesía de varias horas.
Con el objeto de incorporar parte de ese territorio al desarrollo del país era necesario construir una obra que protegiera a esa población de las inundaciones y que permitiera a su vez el aprovechamiento de tierras para la agricultura y ganadería.
En la década del 60 el Estado Venezolano emprendió la construcción de un sistema de diques o muros de contención y una estructura para el control del caudal del caño Manamo, conocida localmente como «El Cierre», para impedir que las aguas del Orinoco inundaran el área. Tales obras, puestas en servicio en el año de 1966, ocasionaron ciertos desequilibrios ambientales, pero favorecieron el crecimiento poblacional y desarrollos ganaderos en espacios que anteriormente permanecían inundados en tiempos de crecidas del río.
La mayor creciente registrada del Orinoco ocurrió en 1892, con 19,14 metros sobre el nivel del mar (msnm), por lo que las obras construidas fueron realizadas para proteger de inundaciones de esa magnitud y más.
En los últimos años las crecientes han venido superando los niveles regulares así la del 2017 fue de 17,34; la del 2018, la segunda más grande registrada en 129 años, fue de 18,34 y la del 2021 fue de 17,26 msnm. Estos niveles son muy preocupantes y concuerdan con las perturbaciones ocasionadas por el calentamiento global por lo que se teme, con sobradas razones, que pudieran ocurrir en un futuro cercano crecientes de mayor magnitud que rebasaran los muros de contención pues sus condiciones actuales están muy disminuidas y distan mucho de ser la obra puesta en servicio hace 55 años.
La atención insuficiente de esa infraestructura por más de medio siglo ha conducido entre otras cosas a:
1.- La pérdida significativa de sus dimensiones y forma tanto que esos muros de tierra compactada perdieron altura, grosor y solidez a raíz de filtraciones y socavamientos a lo largo de sus 172 Km. Por tales razones fue rebasado y parcialmente destruido en un sector al final de la creciente del 2018, lo cual revela cuán menguado está pues tal crecida fue inferior en 0,8 metros a la de 1892, la creciente referencia para la construcción de la referida obra.
2- Se han perdido por acción del río partes de la infraestructura como es el caso del relleno hidráulico y el tabique de rocas que la protegían de las corrientes;
3- Perdimos, por sedimentación y urbanismo, el aliviadero previsto para las grandes crecientes;
4- La gran sedimentación en las proximidades de la infraestructura para el control de aguas («Cierre») eleva significativamente el nivel de las crecientes y pone en peligro su estabilidad y
5- Se teme el colapso del «Cierre» por los importantes socavamientos detectados a su alrededor y no corregidos hace catorce años.
Hay que destacar que la citada infraestructura es crucial para la población pues constituye la única salida por vía terrestre de Tucupita.
El estado actual de la obra sumado a las perturbaciones cada vez más frecuentes y catastróficas por el calentamiento global nos expone de manera creciente a una inundación intempestiva que afectaría en mayor o menor grado a más de 160 mil deltanos que habitan los espacios protegidos de las inundaciones.
El llamado es urgente al gobierno nacional y regional para que se ocupen de corregir a la brevedad las vulnerabilidades de la obra de manera que en tiempos de crecidas del río nos proporcione seguridad y no zozobra.