¿Qué es y por qué existe la denominada «inflación en dólares»?

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El incremento anárquico y descontrolado de la cantidad de divisas en la economía venezolana, la inflación de aliados comerciales que exportan sus productos a Venezuela y la propia mentalidad del venezolano ya acostumbrado a vivir en hiperinflación, son algunas de las principales causas que explican el fenómeno de la «inflación en dólares»

Brian Contreras| TalCual

Las dinámicas económicas en Venezuela son complejas y, en muchas oportunidades, difíciles de entender. Generan debates o contradicciones incluso entre laureados economistas y analistas.

La dolarización que ha experimentado Venezuela en los últimos cinco años es uno de estos temas que despiertan polémica. Los teóricos en la materia debaten sobre el fenómeno, sus características y el impacto que ha tenido en la economía venezolana.

Desde 2017 se ha incrementado progresivamente el uso de dólares, con un impulso evidente a partir de 2019, cuando el gobierno de Nicolás Maduro retiró el control cambiario y dio rienda suelta al uso del dólar que había criminalizado en años anteriores.

El ritmo de la dolarización es tal que, según cálculos de Ecoanalítica, aproximadamente 65% de las transacciones comerciales se concretan en dólares, al menos en las principales ciudades del país.

Entretanto, el Gobierno ha impulsado esfuerzos para desmonetizar el bolívar, reducir su uso a su mínima expresión en un intento por controlar la inflación. Con una liquidez ridículamente baja, las autoridades económicas pueden tener un mayor control de la economía.

Y, efectivamente, el Gobierno ha logrado controlar parcialmente la inflación. Aunque el país se mantiene en hiperinflación, con una cifra de 574% entre enero y octubre según los últimos datos del índice nacional de precios al consumidor publicados por el Banco Central de Venezuela (BCV), el ritmo se ha desacelerado.

Tanto septiembre como octubre registraron cifras de inflación de un dígito por primera vez desde 2017, de acuerdo con el BCV. Además, durante este año, solo en dos meses superó el 30%.

Pero ante un aparente control paulatino de la inflación y el pensamiento de que la situación de la economía venezolana mejore, surgió un nuevo fenómeno que muchos han denominado «inflación en dólares».

Los precios de bienes y servicios empezaron a incrementar pese a estar fijados en dólares. De cara al consumidor, la dolarización era un sinónimo de estabilidad de precios, pues si el bolívar se devalúa frente al dólar y cada vez son necesarios más bolívares para adquirir la misma cantidad de dólares, si un producto está fijado en la divisa ¿por qué se necesitan cada vez más dólares?

La pregunta es más que pertinente, pues de acuerdo con los cálculos de Ecoanalítica, los productos que se compraban en 2019 con 100 dólares ahora, dos años después, pueden adquirirse con 250 dólares.

Las dudas sobre este fenómeno pueden encontrarse por doquier. ¿Por qué ocurre? ¿Cuánto durará? ¿Los vendedores especulan? ¿El Gobierno interviene?

Por eso es necesario desmentir mitos y reafirmar verdades sobre la inflación en dólares, de la mano del economista Daniel Cadenas, entrevistado por TalCual para ofrecer luces sobre este asunto.

¿Existe la inflación en dólares?
El concepto de «inflación en dólares» ha empezado a utilizarse en los últimos dos años por parte de los consumidores, que experimentan este incremento de precios en divisas mes a mes.

En este contexto, economistas del país han hecho aparición para advertir sobre el mal empleo de este término, aclarando que en realidad no existe un fenómeno inflacionario, sino que se presenta una sobrevaloración del bolívar.

Entonces, mientras el tipo de cambio se mantiene estable debido a la intervención del BCV —que inyecta dólares al mercado cambiario semanalmente—, la inflación en bolívares mantiene su ritmo.

Como consecuencia, los precios en bolívares incrementan, pero el tipo de cambio se mantiene estable, lo que provoca que se necesiten más dólares «accesibles» para adquirir los mismos productos que sí incrementan su valor en bolívares. Es decir, que para pagar un producto con un precio de 10 bolívares, en lugar de necesitar 1 dólar con un valor real de 10 bolívares, se requieren 2 dólares con un precio ilusorio de 5 bolívares.

Para Cadenas, esta explicación habría tenido sentido en 2018 y 2019, pero no en 2021. Argumenta que el dólar tiene más peso y uso que el bolívar, por lo que la inflación en bolívares no debe tener capacidad para inducir un incremento de precios en dólares y el control del tipo de cambio es irrelevante, ya que los precios se fijan y pagan en dólares, no en bolívares.

«La hipótesis de la apreciación real nunca se probó de manera empírica. Se basaron en una explicación superficial, bajo la premisa de que la inflación es más alta que la variación del tipo de cambio. A esa explicación le otorgaba cierto grado de credibilidad en años anteriores, pero actualmente luce sospechosa porque la unidad monetaria de uso común para todas las funciones del dinero es el dólar», argumentó.

En su lugar, el economista sostiene que la inflación es un fenómeno fundamentalmente monetario y esto se traslada al contexto de la dolarización. En una economía que se empequeñece en términos de bolívares y se agranda en dólares, la generación de bienes y servicios se mantiene igual.

«La inflación es causada por un crecimiento en la cantidad de dinero, que no guarda relación con el crecimiento de la producción de bienes y servicios. Nos estamos llenando de dólares, pero el bolívar se está contrayendo, lo que causa que la inflación en bolívares se esté desacelerando», explicó.

Según proyecciones de Ecoanalítica, los agregados monetarios (dinero circulante sumado a los depósitos en la banca) en divisas alcanzan los 2.600 millones de dólares, mientras que se estima apenas un monto de 3.132.987.000 bolívares, equivalentes a 742.754.625 dólares según el tipo de cambio publicado por el BCV para el 24 de noviembre. Es decir, los dólares constituyen un 78% de la masa monetaria del país, y los bolívares apenas un 22%.

Las estimaciones de Ecoanalítica proyectan una circulación en dólares muy superior al tamaño de la liquidez monetaria en bolívares

Estos datos ni siquiera tienen en cuenta las transacciones electrónicas realizadas mediante Zelle, tarjetas internacionales y criptomonedas. De acuerdo con declaraciones del director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, para Circuito Éxitos, no sería alocado pensar que los agregados monetarios en dólares pudiesen llegar incluso al doble al incluir estos mecanismos de pago que quedan al margen de los registros.

De esta manera, si hay una mayor cantidad de dólares fluyendo en la economía, pero en paralelo no hay un incremento de los bienes y servicios producidos, se genera inflación tal y como ocurre cuando el BCV emite bolívares indiscriminadamente sin que guarden relación alguna con la producción nacional.

Por estas razones, Cadenas cree que el término «inflación en dólares» sí es adecuado y responde a las definiciones más académicas de la inflación: un incremento constante del nivel general de precios al consumidor.

¿Por qué ocurre?
Aunque la causa principal del fenómeno inflacionario en divisas tiene que ver con el incremento desordenado y anárquico de los agregados monetarios en dólares, esta no es la única arista a considerar al hablar de la inflación en dólares.

Cadenas recuerda que el dinero es una institución y, como tal, depende de un factor social. Los agentes económicos actúan de una manera determinada según el contexto y la moneda utilizada no siempre cambia ese comportamiento.

En el caso de Venezuela, la sociedad ha estado sumergida en una inflación elevada desde hace décadas. La última vez que se reportó un índice inflacionario anualizado por debajo de dos dígitos fue en 1983, cuando se registró una cifra de 6,3%.

Esto quiere decir que durante 30 años se registraron cifras de dos dígitos y desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, hay cifras inflacionarias anuales de seis y cuatro dígitos.

La inflación constante conduce a los agentes económicos a pensar y tomar decisiones con la inflación en mente. Todos los actores de la economía nacional actúan teniendo en cuenta que al siguiente día, semana, mes y año los precios aumentarán exponencialmente.

«Es mucho el tiempo que los agentes económicos tienen esperando inflación. Ya la inflación está instalada en la mente del agente económico. No es tan fácil que la gente deje de pensar en términos inflacionarios solo por un cambio de moneda. Eso no va a ocurrir», resalta Cadenas.

Finalmente, hay un tercer componente a tomar en cuenta, la inflación importada. La pandemia ha desatado una crisis económica a nivel mundial y la economía de Estados Unidos ha recibido un golpe considerable.

Inflación en dólares

En octubre, Estados Unidos registró su mayor inflación en 30 años al marcar 6,2% anualizada. Aunque para los estándares venezolanos pueda parecer una cifra insignificante, para los agentes económicos estadounidenses es la primera vez que ven incrementos de precios tan rápido desde la década de 1990.

El incremento de precios de productos en Estados Unidos acaba perjudicando también la variación de precios en Venezuela, ya que muchos bienes son importados directamente desde suelo norteamericano, o en su defecto, materia prima para la producción nacional.

Estados Unidos había exportado unos 1.215 millones de dólares en productos hacia Venezuela hasta septiembre, según la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA, por sus siglas en inglés).

Pese a las sanciones, Estados Unidos se mantiene como uno de los principales mercados a los que acude Venezuela a la hora de importar productos

Los bienes importados incrementan su precio cada mes y eso se refleja en el comercio venezolano. Si la inflación continúa en Estados Unidos, este factor tendrá más peso en el futuro dentro de las causas que explican la variación de precios en dólares.

¿Los comerciantes especulan?
Una reacción casi natural de la población venezolana al verse sometida ante el incremento incesante de los precios es señalar al empresario. 20 años de discurso chavista arremetiendo contra el sector privado, postulando guerras económicas, especulación y promoviendo la necesidad de instaurar «precios justos» probablemente hicieran mella en el tejido social.

Ante la poca atención que se le da a los procesos productivos y el funcionamiento del sistema económico, acaba siendo una opción intuitiva y lógica atribuir el incremento de precios en los supuestamente estables dólares a la especulación.

Esta afirmación es incorrecta, pero sí es cierto que Venezuela es un país excesivamente costoso, incluso en dólares. Los precios de bienes y servicios cuestan mucho más dinero que en otros países.

Para Cadenas, esto se debe a que Venezuela nunca se ha constituido como un mercado competitivo. Incluso en los últimos dos años, de menores restricciones económicas, no se ha podido establecer competencia entre los agentes económicos.

Un puñado de proveedores imponen los precios y los comerciantes pueden manejarse en un margen muy reducido, por lo que los precios de los bienes varían poco y aquellos comerciantes que reciben un menor porcentaje de ganancias, igualmente venden a precios mayores a los del mercado internacional.

«Tenemos unas estructuras de mercado muy poco competitivas. No hay mucho margen de precios. Cuando no tienes competencia puedes tener el poder de fijar precios, te dan como comerciante un margen y sabes que no te puedes salir de allí. Con pocos proveedores, son los mismos precios y no hay competencia. Eso no es especulación, sencillamente tener poder de mercado, poder de fijación de precios», subrayó.

A la carencia de competitividad se le suman las distorsiones particulares que se dan en la economía venezolana, como el pago de «vacunas» a oficiales de cuerpos de seguridad del Estado y a otros funcionarios en distintos entes del Estado, la escasez de combustible y su adquisición en el mercado negro, entre otros.

Todos estos factores, propios de los problemas políticos, sociales y económicos del país, repercuten en los costos de producción y, por ende, en el precio del producto final que afecta al consumidor.

¿El Gobierno influye en el precio del dólar?
Las políticas monetarias que lleva adelante el BCV también entran en la discusión cuando se habla de inflación en dólares, pues dos de los temas más comentados en materia económica este año han sido la inyección de divisas en el mercado cambiario y el encaje legal.

Desde hace meses, el economista José Guerra ha hecho mucho énfasis en la nociva práctica del BCV de inyectar decenas de millones de dólares semanalmente al mercado cambiario de la banca.

Como resultado de esta práctica, el tipo de cambio mantiene su estabilidad de forma ilusoria. Incrementar la oferta de dólares y mantener la misma cantidad reducida de bolívares produce este efecto y causa esa sobrevaloración del bolívar que mencionan los economistas. Sin embargo, el único impacto que tiene esta política es el control del tipo de cambio y una repercusión mínima en la tasa de inflación en bolívares, que además no es sostenible en el tiempo, pues cuando el BCV agote sus reservas o el Gobierno se vea en la obligación de incrementar el gasto público, el tipo de cambio se disparará.

Pero, paradójicamente, mantener estable el tipo de cambio acaba por incrementar la facilidad a la hora de adquirir dólares, por lo que el Gobierno induce la dolarización y la desmonetización de la economía en bolívares, intencionalmente o no.

Por otra parte, el encaje legal es una práctica que la mayoría de los economistas consideran insana e ilógica, pues su único propósito parece ser la asfixia a la banca al controlar un gran porcentaje de los depósitos en bolívares. Como resultado, la banca no puede otorgar créditos, lo que perjudica tanto la producción como el consumo.

El encaje legal no guarda relación alguna con la inflación en dólares, pero dificulta el incremento de la producción y, por lo tanto, dilata la recuperación económica que podría menguar el ritmo inflacionario.

¿Es posible salir de la inflación en dólares?
Las grandes preguntas sobre la inflación en dólares tienen que ver con la duración del fenómeno y las posibilidades de superarlo en el contexto económico actual.

Aunque no hay respuestas claras, Cadenas recalca que dependerá de la evolución de los factores inflacionarios ya mencionados. Por lo tanto, el Gobierno debería centrarse en incrementar la producción de bienes y servicios, para que esta alcance el incremento desproporcional de dólares en la economía venezolana.

«Dependerá de la recuperación de la producción, que alcance el ritmo del crecimiento en dólares y podamos ver que la inflación se mitigue», expresó.

Este panorama depende de la aplicación de medidas económicas acertadas desde las políticas gubernamentales, algo en lo que el chavismo tiene un pésimo historial, por lo que podría ser necesario un cambio de Gobierno para recorrer este sendero.

Cadenas recalca que para materializar este escenario es necesario controlar la hiperinflación, ya que «no hay una sola observación de una tasa de crecimiento sostenido del producto interno bruto con hiperinflación».

En cuanto al factor social, es también difícil de prever, pero la medición y el estudio de la dolarización podría arrojar pistas a los agentes económicos para tomar mejores decisiones y adaptarse al dólar como institución.

«En la medida en que exista medición, los agentes económicos podrán tomar mejores decisiones y fijar mejor los precios. En Venezuela, los productores no toman en cuenta muchas cosas y fijan los precios a modo de ensayo y error en busca del máximo precio al cual tienen ventas», apuntó.

El venezolano debe adaptarse al uso del dólar, que probablemente permanecerá durante décadas, pues incluso aunque los problemas económicos del país se solucionaran de un día para el otro y el bolívar recuperase su estabilidad, la población no abandonaría sus dólares.

La experiencia en otros países indica que, tras superar un proceso inflacionario y una dolarización de facto, pueden transcurrir incluso décadas antes de que la moneda nacional recupere su uso habitual.

Finalmente, la inflación importada desde Estados Unidos dependerá de la evolución de la economía norteamericana y global, aunque las previsiones para corto plazo apuntan a que seguirá empeorando.