Pajaritos preñados en la imaginación de quienes pensaron, que una organización criminal, atornillada en el poder, hubiese cedido en buena lid, algún espacio, sin despojarlo de competencias y presupuesto, con la amenaza adicional, de implementar un inconstitucional «estado comunal» a la medida de la tiranía.
Pero el caso Barinas, ícono de nuestra desgracia, es ya una cuestión de honor y tiene que ver con la humillación sufrida, por el régimen en su propia cuna, ante un descomunal rechazo popular, a todo lo que tenga que ver con jauría chavista, perder Barinas resultó un hecho sobrevenido para la tiranía, que le indujo, a confiscar el inocultable triunfo opositor en el estado natal de Hugo Chávez.
La tiranía pretende continuar burlando y atropellando, a una población sometida a punta de represión, mentiras y mendrugos, al mismo pueblo que en «algún momento” logro estafar venerando a un muñeco de cera «ungido» por ritos satánicos, en un altar edificado en el cuartel de la montaña, mientras una «mortadela» mutilada, asesinada en Cuba meses antes, yacía en un sepulcro sin lápida, en Sabaneta de Barinas.
Sin importar razones o politiquería, unir fuerzas, en Barinas es imperativo, de contingencia política a pasado a ser una cuestión de honor, a pesar de trampas y obstáculos, se puede enterrar de nuevo al chavismo en el mismo sitio en dónde se originó nuestra tragedia, y de alguna forma reivindicar la libre voluntad de la mayoría de los venezolanos que señalan la futura contienda electoral en Barinas, como el principio del fin de la tragedia “robolucionaria” que acabó con Venezuela.
Ruiz Pineda