Aunque resulte obvio, tenemos que decirlo: hay que ser bien caradura para preparar una alocución de fin de año que enumere los “logros” del gobierno chavista en 2021. Todo el que lo escuchó (muy pocos voluntariamente) debió de antemano saber que era una lista de falsedades y otras cositas que en nada contribuyeron a su bienestar.
La primera mentira que dijo Nicolás Maduro es que en Venezuela 90% de la población está vacunada contra el covid-19. Por supuesto, es una afirmación a la ligera, pues no ofreció datos para saber si se trata solo de la primera dosis o la inmunización completa. Hay que recordarle que apenas 15 días antes, su viceministro de Recursos, Tecnología y Regulación del Ministerio de la Salud, Gerardo Briceño, afirmó que 55% de la población tenía las dos inyecciones y 86% una sola. ¿En qué quedamos?
Y si estas cifras son ciertas, ¿cómo explica que casi a diario pierda la vida al menos una persona de las que están en la primera línea de riesgo, como los médicos. En los últimos días de diciembre murieron nueve. Se sabe que si las vacunas sirven para algo es para reducir la letalidad del virus, pero los que están expuestos de manera rutinaria siguen siendo vulnerables ante la enfermedad, ¿no es extraño este dato?
“Tendremos que recordar este año 2021 por ser el año de la institucionalidad democrática, de la consolidación de la paz social. Quiero reconocer la gran labor que han hecho todos los poderes del Estado en este sentido”, dijo también Maduro. ¿Cuál paz social? ¿La que imponen las bandas armadas que impunemente controlan vastas zonas de Caracas? Nadie se atreve a asomarse a la ventana sin el permiso de los jefes de estas organizaciones criminales que mandan más que el gobierno mismo.
Las ONG contaron 11.081 muertes violentas, muchas de las cuales aún están en investigación, ¿eso es tener paz en un país que ni siquiera está en guerra?
Y lo otro, que tiene mucho que ver con lo anterior, la “reforma judicial” que no es tal. Nada se ha hecho para disminuir la impunidad en el país y por eso proliferan bandas y delincuentes que se adueñan de territorios e imponen sus propias reglas. La corrupción de las policías y los órganos de seguridad es total. Se usan los agentes para amedrentar a los opositores y no para combatir el crimen; y para completar, ahora reformará el TSJ para controlarlo mucho más.
Y como guinda de la torta, Maduro se ufanó por la Asamblea Nacional que está a sus pies, seguramente se alegra también de la cantidad de gobernadores y alcaldes que le deben obediencia completa. No pudieron faltar elogios para el Consejo Nacional Electoral que hizo todo esto posible para él y sus compañeros del PSUV.
Es comprensible que él hable de logros, porque indudablemente terminó 2021 muy bien parado. El cinismo es afirmar que son cosas positivas para todos los venezolanos.