El gremio del estado Bolívar reconoce que la industria pesada no será lo que antes fue, pero apuesta a un redireccionamiento que permita aprovechar toda la capacidad del complejo industrial más importante del oriente del país
Laura Clisánchez Fotos: William Urdaneta / Correo del Caroní
Del primer parque industrial que nació para satisfacer la demanda de piezas metalmecánicas de las empresas básicas de Ciudad Guayana queda apenas un puñado de galpones abandonados.
Las pequeñas y medianas industrias (pymes) en Guayana prosperaron por más de 20 años alrededor de sus empresas básicas: un complejo industrial que durante su consolidación —y después para el mantenimiento de cada planta— requería de productos metalmecánicos que estas pymes comenzaron a fabricar.
La Zona Industrial Matanzas, ubicada en Puerto Ordaz, fue el primero de cinco asentamientos de grandes galpones que fabricaban clavos, polímeros, plásticos, tanques, pinturas, aislantes eléctricos, intercambiadores de calor y maquinarias, entre otros rubros.
De hecho, fueron las responsables de la producción de al menos 200 vagones que CVG Ferrominera Orinoco necesitaba para trasladar mineral de hierro desde Ciudad Piar hasta Puerto Ordaz.
Otras empresas en conjunto fabricaban las tuberías de amplio y bajo espesor que Sidor, Venalum, Alcasa y otras compañías requerían constantemente.
Unas incluso llegaron a fabricar aislantes eléctricos para las centrales hidroeléctricas de Ciudad Guayana.
Jesús Gómez, actual presidente de Camindustrias Bolívar calcula que hace 24 años, entre la Asociación de Pequeña y Mediana Industria (Asopemia), la Asociación de Industriales Metalúrgica de Minería (AIMM) y la Cámara de Industrias, Minería y Servicios (CIMS) tenían un aproximado de 400 pymes activas agremiadas.
Con la paralización de la producción de las empresas básicas —consecuencia de la malversación de la administración estatal— las industrias cerraron sus galpones, redujeron sus operaciones al mínimo o migraron a los sectores comercio y servicios para sobrevivir.
Un puñado de galpones abandonados
Esa misma zona que fue la génesis de las industrias pymes, y que en poco tiempo se quedó pequeña para todas las compañías que llegaron después para satisfacer las necesidades de las empresas básicas, se redujo a un puñado de galpones abandonados, con pintura corroída, paredes derrumbadas, techos agujereados y maquinarias de alto costo entregadas a la inclemencia del clima y el tiempo.
Unas pocas diversificaron los productos que fabricaban para no depender solo de la demanda de las empresas básicas, que hoy operan a menos del 10% de su capacidad. Algunas aprovechan el boom minero para fabricar piezas como rodillos y cintas transportadoras para las empresas del sur de Bolívar.
Gómez estima que ya en 2019 la cantidad de industrias se redujo a menos de la mitad. Para sobrevivir, las cámaras industriales se unieron en un solo gremio, Camindustrias Bolívar, una alianza que, aunque se venía proponiendo desde 2019, finalmente se concretó en abril de 2021 con una cantidad diezmada de pymes: apenas 43 empresas, el 10% de las industrias establecidas en un primer momento.
«La producción complementaria para nosotros era una forma de sobrevivir. Nos complementábamos unos a otros y así podíamos prestarle servicio a la industria nacional, porque todo lo fabricábamos en Guayana, con excepción de las importaciones pesadas. Nos uníamos para satisfacer las demandas del sector», explicó Gómez, quien tiene 30 años de experiencia en el sector industrial.
Para Víctor García, ingeniero industrial y expresidente de AIMM, las industrias pymes cometieron un error: no especializarse en productos determinados que no fuesen requeridos únicamente por las empresas básicas.
«Lo que pasa es que nos dedicábamos a hacer de todo, un mes fabricábamos tornillos, al otro, estructuras, al otro, carros… ¡Fabricamos hasta los vagones de Ferrominera!, ese convenio fue muy exitoso. Pero también hubo falta de visión de los mismos gobernantes, que no apoyaron al sector», manifestó.
«Si cada uno de nosotros nos hubiésemos dedicado a especializarnos en rubros determinados, estuviésemos mejor. Pero no teníamos experiencia para exportar o mercadear, nos acostumbramos a tener los clientes ahí mismo, no teníamos que salir a buscarlos», reflexionó.
Explicó que las industrias que han sobrevivido al quiebre de las empresas básicas —que son pocas— tienen una especialización. «Por ejemplo, Metalúrgica Chirica fabrica kits metálicos para armar viviendas y puertas, Clavos Guayana fabrica clavos, otras fabrican válvulas y rociadores…», refirió.
Los expertos coinciden en que el sector industrial en Guayana tiene una gran capacidad de producción que no se compara con otro parque industrial del país, pero que requiere reinvención y nuevos enfoques.
«Sabemos que el reto es muy grande porque el sector industrial pesado nunca será lo que fue, pero sí tenemos una amplia conciencia de un problema nacional en el que todos tenemos que unir nuestros esfuerzos para lograr el objetivo común: la recuperación de Guayana y el país», señaló Gómez.
La devastación fue general: para 2019 quedaban activas apenas 2.600 industrias de las 13 mil con las que contaba toda Venezuela. Las políticas emprendidas por el Gobierno nacional nunca han favorecido la producción del país.