Tal vez no tengamos noticias de los extraterrestres porque han decidido guardar silencio: en un nuevo estudio, dos científicos se propusieron descifrar la Paradoja de Fermi, un rompecabezas de más de 70 años.
Más allá de ver el vasto universo en busca de extraterrestres, la nueva teoría podría servir para reflexionar qué rumbo queremos escoger cómo especie.
Entre las muchas preguntas que han desconcertado a los científicos durante décadas, la duda de si estamos solos en el universo es ciertamente una de las que más nos cautiva como especie. Y dentro de las muchas posibilidades dentro de esta cuestión, hay una incertidumbre en especial que asalta a muchos expertos: ¿por qué la humanidad nunca ha sido visitada por extraterrestres (que sepamos)?
Ahora, dos astrobiólogos creen que pueden tener la respuesta: las civilizaciones extraterrestres –como las de la Tierra– surgen y desaparecen, por lo que podrían estar condenadas a estancarse o morir antes de tener la oportunidad.
La nueva hipótesis sugiere que cualquier especie que avance lo suficiente como para hacerse con el control de un planeta y expandirse por el espacio probablemente se enfrente a una serie de dilemas existenciales similares en su supervivencia. Así, a medida que las civilizaciones espaciales crecen en escala y desarrollo tecnológico, acaban llegando a un punto de crisis en el que la innovación ya no sigue el ritmo de la demanda de energía. Lo que viene después es el colapso, perdiendo entonces la oportunidad de visitar nuevos mundos.
El único camino alternativo, según la hipótesis, es rechazar un modelo de «crecimiento inflexible» en favor de mantener el equilibrio, pero a costa de la capacidad de una civilización para expandirse por las estrellas.
En otras palabras, las civilizaciones «más sabias» que reconocen los peligros pueden prosperar indefinidamente, pero sin expandirse lo suficiente como para llegar a nosotros, mientras que otras se colapsan y no logran establecer contacto.
La Paradoja de Fermi
La nueva teoría, publicada en la revista Royal Society Open Science, apunta a explicar la Paradoja de Fermi –basada en las reflexiones hechas en 1950 por el físico italiano ganador del Premio Nobel Enrico Fermi–, la cual se pregunta por qué, teniendo en cuenta que se calcula que hay entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas y al menos 100.000 millones de planetas en nuestra galaxia, no ha habido señales de vida extraterrestre.
«Las civilizaciones se colapsan por el agotamiento o se reorientan para dar prioridad a la homeostasis, un estado en el que la expansión cósmica ya no es un objetivo, lo que dificulta su detección a distancia», escribieron en el estudio los astrobiólogos Michael Wong, de la Institución Carnegie para la Ciencia, y Stuart Bartlett, del Instituto Tecnológico de California.
«Cualquiera de los dos resultados sería coherente con la ausencia observada de civilizaciones [en toda la galaxia]», agregaron.
Ciudades crecen de forma «superlineal»
Ambos analizaron estudios anteriores que han demostrado que las ciudades crecen de forma «superlineal» –a un ritmo más rápido que el lineal– gracias a su naturaleza social. Este crecimiento conduce inevitablemente a puntos de crisis –o singularidades– que provocan rápidos descensos en el crecimiento, seguidos de un colapso aún más precipitado, que podría poner fin a la civilización.
«Si una civilización desarrolla la capacidad de entender su propia trayectoria, tendrá una ventana de tiempo para afectar a un cambio fundamental para priorizar la homeostasis y el bienestar a largo plazo sobre el crecimiento inflexible», argumenta el documento, llamando a esto un «despertar homeostático».
Desde este punto de vista, las civilizaciones que no alcanzan ese despertar acaban demasiado ocupadas, enfrentándose a un «agotamiento asintótico», una crisis final en la que la escala de tiempo del intervalo de singularidad se hace más pequeña que la escala de tiempo de la innovación», escribieron.
Las civilizaciones alienígenas más fáciles de detectar
Según los investigadores, estas civilizaciones con agotamiento serían las más fáciles de detectar para la humanidad, ya que estarían alterando sus entornos y disipando la energía libre de forma insostenible, con fluctuaciones a escala planetaria que muestran la mayor relación señal-ruido.
«Esto presenta la posibilidad de que una buena parte de las primeras detecciones de vida extraterrestre por parte de la humanidad sean del tipo inteligente, aunque todavía no sabia», escribieron los investigadores.
La observación de estos agotamientos (siempre que la humanidad sea lo suficientemente longeva como para hacerlo) proporcionaría una posible confirmación de parte de nuestra hipótesis», agregaron.
Leyes que rigen la vida en la Tierra
Los investigadores subrayan, sin embargo, que su estudio no es más que una hipótesis, y que se necesitan más investigaciones para demostrar su teoría. Según afirman, sus conclusiones son extraídas de la observación de las leyes que parecen regir la vida en la Tierra, y está diseñada para «provocar el debate, la introspección y el trabajo futuro».
La nueva teoría se suma a otras sugerencias científicas y populares. Entre ellas se encuentran los numerosos problemas prácticos que plantean los viajes interestelares; que los extraterrestres podrían estar visitándonos en secreto; o que los alienígenas llegaron a la Tierra demasiado pronto (o los humanos demasiado pronto) en la vida del universo para establecer un contacto directo, según recopila Science Alert.
Otra hipótesis, publicada recientemente por investigadores de la Universidad Normal de Pekín, calculó el tiempo que podría tardar en establecerse el contacto con los extraterrestres. Según estimaron, una señal enviada por una especie avanzada podría tardar hasta 400.000 años en ser recibida por otra. Así que la razón por la que no hemos recibido una señal puede ser simplemente que la vida de comunicación de los humanos no ha sido lo suficientemente larga.
Más allá de ver el vasto universo en busca de otros seres inteligentes, la nueva teoría podría servir para reflexionar qué rumbo queremos escoger cómo especie. Frente a esta cuestión, seguramente muchos no querrán optar, al menos hipotéticamente, por el «agotamiento asintótico». Así que, ¿seremos capaces de reorientarnos para dar prioridad a la homeostasis?