Ya era toda una odisea para los transportistas conseguir el diésel. Tenían que hacer largas colas para poder abastecer su vehículo con el combustible que mayoritariamente usan, pero algo se conseguía. Irónicamente, ahora se amplía el número de estaciones de servicio que lo expenden, pero hay que pagar 0,50 dólares por litro.
Por El Nacional
Tan solo recordar que en 1989 se aumentó el combustible en 30 céntimos de bolívar y eso fue “suficiente” para el Caracazo. Está ya más que comprobado que aquello fue provocado por un grupo que desde el comienzo del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez quiso desestabilizar la paz constitucional.
Nadie quiere revivir aquella tragedia. Pero las medidas del gobierno chavista generan o profundizan la crisis que en la actualidad viven los venezolanos. No por días de protestas, sino porque el gasoil en dólares incidirá directamente en los precios de todo lo que ya estaba demasiado caro.
Los transportistas de bienes de consumo ven reducido el acceso al combustible de manera subsidiada. Las pocas gasolineras que lo expenden de esta manera no alcanzan para cubrir la demanda. Si antes hacían días de cola para poder comprarlo, ahora serán semanas. Al final, tendrán que optar por pagar el precio internacional, y ese costo se trasladará inevitablemente al producto que van a vender.
Ya los camiones que traen hortalizas desde el interior del país no serán una alternativa más barata para el consumidor. Los alimentos van a aumentar, y si a eso se le suma el impuesto a las grandes transacciones que ya está comenzando a cobrarse en los establecimientos comerciales, el resultado será catastrófico para el bolsillo y para la salud del venezolano.
Cuando se refería al aumento de la gasolina que se implementó en 1989, Miguel Rodríguez siempre dijo que no fue una medida aislada, sino parte de lo que llamaron “el paquetazo”. Por más que se empeñaron en torpedear el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez por esta razón, con el tiempo muchos críticos tuvieron que aceptar que fueron políticas económicas bien estudiadas y que seguramente hubieran contribuido con el bienestar final de los venezolanos.
Ahora ni siquiera existe una comunicación oficial, solo una carta que le llegó a ciertas estaciones de servicio y que reseñó la agencia Reuters. Nadie sabe a qué responde el levantamiento de este subsidio o si será acompañado con un plan que contenga los efectos negativos. Mucho menos adónde va a parar el dinero generado por estas ventas. Aunque tampoco se puede decir que haya gasoil para cubrir la demanda nacional. Ojalá que por lo menos las ganancias se reinviertan en la industria petrolera para acabar con la escasez. ¿A Cuba le subieron el precio?
Ya al venezolano no le quedan más huecos en el cinturón para apretárselo. Tampoco tiene manera de esquivar la inflación que esta medida generará. Nos atrevemos a decir que aumentarán la migración, la desnutrición y otros flagelos que han caracterizado la era chavista. ¿Hasta cuándo?