Un socialista frente a un nazi
Los venezolanos tendemos a ver la política desde el microscopio de nuestra propia desgracia histórica, no debería de ser así pero lo es. El chavismo causó tal desgarradura en nuestro espíritu que tendemos a asociar cada evento electoral del mundo con nuestra tragedia, llegando a extremos de precaria racionalidad. Si en Sierra Leona África se enfrenta un socialista frente a un nazi, por el solo hecho de ser socialista optamos por recomendar al nazi. No está bien, no lo estará jamás. El chavismo es nuestra miseria y a pesar de ser una peste mundial, no aplica en todo el mundo.
Chávez, Maduro, Cabello y los Rodríguez son criminales de lesa humanidad, pero son nuestros, son venezolanos. Nadie nos los impuso.
¿No fue Caldera quien los perdonó?
El silencio y la resignación
En las pasadas elecciones presidenciales de Colombia a última hora y de manera inesperada surgió la figura inédita de Rodolfo Hernández, un empresario septuagenario cuyo discurso de admiración por Hitler y de odio por los venezolanos me impresionó negativamente. Cuando lo escuché y observé sus escándalos -uno tras otro-
me vi impedido a apoyarlo públicamente y a evaluar objetivamente mi inclinación no sólo política, sino moral al respecto. No hay manera que yo apoye a alguien que exprese admiración por Hitler. No lo haré jamás
Así que entre el cáncer o el sida, como se refiere Vargas Llosa a algunas elecciones latinoamericanas, prefiero el silencio y la resignación, sentarme a leer poesía y reflexionar sobre arte.
No me culpen ni juzguen, sólo ejerzo mi libertad.
La memoria de Teodoro
Teodoro Petkoff no sólo fue un amigo, fue especialmente un maestro para mí. Pese a mis críticas constantes hacia él, siempre fue respetuoso y hasta tolerante conmigo. Su pasado comunista y guerrillero no invalidaban su cultura, inteligencia y acidez crítica. Nuestros debates eran tan histéricos como lúcidos. Cuando estuvo en el poder, Teodoro más bien fue un pragmático y moderado burócrata, nada de histerias, autoritarismos o ideas fijas. Siempre fue un demócrata cabal que generó confianza entre empresarios y trabajadores. Un socialdemócrata progresista.
Petro, pese a sus pretéritas cercanías al chavismo, ya estuvo en el gobierno y no emuló sus prácticas. No creo que sea chavista (esa peste devastadora), pienso que no llevará a Colombia a la ruina. ¿Socialdemócrata?
Su historia está por escribirse.
El desafío de la izquierda
Pienso que la izquierda latinoamericana, la nueva, siente un profundo asco por el chavismo. Lo ha manifestado Boric (Chile), Castillo (Perú), Cárdenas (México) y a su modo también Petro. En el caso de este último, sabe que no llegó antes a la presidencia porque se le asociaba al chavismo y que los pueblos de Latinoamérica (no hablo de las élites) han observado las condiciones calamitosas como el proletariado venezolano ha tenido que huir de Venezuela por causas sólo atribuibles a la peste chavista, es decir, a Maduro, Rodríguez o Cabello. Su “populismo” entiende que el chavismo es una repugnancia social e histórica.
El reto de la izquierda latinoamericana es evitar las tiranías como la venezolana, cubana o nicaragüense, sabe que la asociación con ellas sólo las daña. El chavismo intentará acercarse.
¿Podrán superar la tentación totalitaria?
Ni cáncer ni sida
El pueblo colombiano decidió en la contienda electoral, nos queda celebrar el tránsito pacífico y democrático que experimenta, cuidar la tentación autoritaria que viene acompañada por la fuerza económica de nuestro tiempo: el narcotráfico, y apostar porque el gobierno de Petro no sea ni cáncer ni sida. Los venezolanos por nuestro lado perdimos una oportunidad de oro para liberarnos de Maduro cuando todos los presidentes de la región nos apoyaban (Piñera, Bolsonaro, Macri, Trump, Peña, Duque, etc.). Nuestra dirigencia optó por un encubierto diálogo en Noruega que fulminó nuestras posibilidades de ser libres. Fue nuestro error, no el del pueblo colombiano.
En mi caso quedó hondamente agradecido con el presidente Duque por su generosidad con nuestros hermanos venezolanos en el destierro que encontraron en Colombia abrigo y esperanza.
Sólo nos queda seguir luchando y desearle al presidente Petro y a Colombia una suerte que nosotros -los venezolanos-
no tuvimos.
¡Viva la democracia!