Los caminos de Petro, Por El Nacional

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Falta poco más de mes y medio para que Gustavo Petro se mude a la Casa de Nariño, en el centro de la ciudad de Bogotá, y ya son muchísimas las especulaciones sobre el resultado de este cambio en el vecino país. Y no es que no sea importante, pero por más que los analistas lancen teorías, no hay manera de saber lo que de verdad pasará. Pero, si se toman en cuenta algunas promesas del presidente electo, es posible sacar conclusiones de lo que representarán ciertas acciones para sus vecinos venezolanos.

El Nacional

Lo primero, y que sería excelente, es que le quitará un poco el protagonismo a Nicolás Maduro. Seguramente en Miraflores no habían pensado en eso. Desde la campaña electoral muchos fueron los intelectuales y opinadores que se cansaron de comparar a Petro con el Chávez del comienzo de su gestión, solo que con un poco más de nivel educativo. Si eso es así, tiene todo como para borrar de un plumazo las incongruencias del mandatario venezolano actual, que solo por eso llama la atención. La izquierda latinoamericana tendrá otro representante un poco menos chabacano que Andrés Manuel López Obrador y con más experiencia mediática que Gabriel Boric. ¿Tendrá cosas sustanciales que decir? Eso está por verse.

Lo segundo, que ha prometido y que tiene incidencia en Venezuela, es la apertura total de la frontera. Luis Alberto Russián, presidente de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana, asegura: “Nosotros en principio pensamos que el intercambio comercial podría duplicarse a 800 millones de dólares de intercambio binacional este año 2022, pero si hay un reimpulso y si hay una situación donde se establece esta relación formal podríamos llegar a 1.200 millones de dólares”.

Esas no son malas noticias para los venezolanos. Pero hay que recordar que fue el gobierno de Nicolás Maduro el que atravesó unos contenedores en medio del paso fronterizo, es a ellos a los que no les conviene que la frontera compartida con Colombia reviva, porque los negocios del contrabando, las trochas, el paso de estupefacientes y el aliviadero de los grupos de irregulares amiguitos de los líderes rojos se verían bastante afectados. Quizás no se acaben, pero pérdidas tendrán mientras se ajustan a la nueva realidad.

Y eso deja otro asunto sobre la palestra: los grupos irregulares, con los que el presidente electo y exguerrillero tiene un pasado común. Dice que aplicará los acuerdos de paz; que va a entablar conversaciones con el ELN, una de las organizaciones que está instalada de este lado del Arauca. Si los “pacifica”, ¿se retirarán de territorio venezolano? ¿Dejarán sus negocios de narcotráfico y extorsión para hacer vida política en su país? Si eso ocurriera sería una ganancia inmensa para Venezuela y sus poblaciones fronterizas que han sufrido el terror del conflicto entre varios frentes.

¿Reconocerá Petro que el gobierno chavista le ha dado ayuda y apoyo a los irregulares y que bajo ese manto han organizado toda clase de negocios ilícitos o los seguirá viendo como luchadores políticos? Aquí ya es terreno de las suposiciones, pero lo que salta a la vista es que es uno de los temas más difíciles que le tocan. Como siempre, una cosa es ver los toros desde la barrera y otra muy difícil agarrar el capote y enfrentarse al animal. Veremos si el presidente electo no sufre de lo que muchos otros, que cuando llegan al gobierno tienen que ajustar lo que prometieron.

Lo que realmente desean los venezolanos es que el vecino país prospere, que Petro piense en su gente y, por qué no, en los casi 2 millones de connacionales que encontraron allá un refugio. Ojalá que se quite las gríngolas del izquierdismo barato y vea la realidad.