Sus autores explican que los resultados apuntan a una nueva comprensión de la naturaleza del envejecimiento biológico, con implicaciones para el estudio de las intervenciones antienvejecimiento
En los últimos años, el estrés se ha situado como una de las causas directas de una muerte colectiva anunciada: antes de la pandemia, las cifras revelaban que nueve de cada diez españoles (96%) sufrían estrés, y que cuatro de cada diez (42,1%) lo han hecho de manera frecuente o continuada, porcentaje que equivale a más de 12 millones y medio de personas. Tras la Covid, el porcentaje se hizo absoluto, para descender muy lentamente hasta la actualidad. Desde luego, la salud mental ha tenido que ser reinterpretada, reubicada en el debate social, donde apenas había tenido cabida.
No es una emoción desagradable, sino una preocupación de salud legítima, como lo atestiguan científicos y médicos en los últimos estudios. Vivek Murthy, cirujano general estadounidense, declaró recientemente que en el país norteamericano la soledad es un problema de salud pública a la par del tabaquismo, en parte debido a que la soledad provoca estrés. Mientras tanto, a este lado del charco, desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) estiman que en los próximos 15 años los hogares unipersonales son los que más crecerán, hasta representar el 29,8%, cuando ahora suponen tres puntos menos. ¿Cómo quedará entonces el escenario?
Según un estudio de la Comisión Europea, el 11,6% de los españoles se ha sentido solos en los últimos años, especialmente en 2020: más allá de lo que supuso el confinamiento, las personas con mala salud, los desempleados y las que tienen bajos ingresos son más propensos a sufrir soledad, y con ella cuadros de estrés que pueden desentrañar otras dolencias mentales. Frenar esta dinámica resulta un desafío para todos, ¿pero qué hacer? Un nuevo estudio nos lo pone más fácil.
En busca del reloj biológico
Cansancio generalizado, mal humor, somatización a través de la piel o el pelo y un envejecimiento más rápido son algunas de las consecuencias. El último de ellos es particularmente temido porque, a diferencia de los otros síntomas del estrés, parece ser permanente. Sin embargo, una investigación publicada en la revista Cell Metabolism demuestra por primera vez que el rápido envejecimiento causado por el estrés podría también revertirse después de que el estrés desaparezca.
Llevada a cabo por investigadores del Brigham and Women’s Hospital, miembro fundador del Mass General Brigham, sus hallazgos tienen importantes implicaciones tanto para el tratamiento del estrés como para el tratamiento del envejecimiento, aseguran desde Salon.
La edad biológica aumentaba en situaciones de varios tipos de estrés fisiológico, pero se almacenaba cuando la situación estresante se resolvía
El equipo ha recopilado datos de estudios ya existentes que evaluaban situaciones con tendencia a provocar un estrés fisiológico severo, evaluando a pacientes de edad avanzada en situaciones de emergencia, mujeres embarazadas durante las fases del embarazo y el parto y pacientes que habían ingresado en una unidad de cuidados intensivos por COVID-19. Más tarde, los científicos analizaron los niveles de metilación del ADN en las células para detectar cambios moleculares que indicaran un aumento en los riesgos de morbilidad y mortalidad de los pacientes. En términos sencillos, buscaban hallar los «relojes biológicos».
«En todos los análisis, los investigadores vieron indicios de que la edad biológica aumentaba en situaciones de varios tipos de estrés fisiológico, pero se almacenaba cuando la situación estresante se resolvía», explican ahora los investigadores. La principal advertencia a esto es que los biomarcadores podrían reflejar factores distintos a la edad biológica. Aun así, «el trabajo apunta a una nueva comprensión de la naturaleza del envejecimiento biológico, con implicaciones para el estudio de las intervenciones antienvejecimiento», explicaron los autores del estudio.
«Nuestros hallazgos desafían el concepto de que la edad biológica solo puede aumentar durante la vida de una persona y sugieren que es posible identificar intervenciones que podrían retrasar o incluso revertir parcialmente la edad biológica«, apunta el autor principal, Vadim Gladyshev. «Cuando se alivió el estrés, se pudo restaurar la edad biológica. Esto significa que encontrar formas de ayudar al cuerpo a recuperarse del estrés podría aumentar la longevidad».