Panamá implementará próximamente una serie de medidas más estrictas para controlar el creciente flujo de migrantes que llegan al país. Estas medidas incluyen reducir el período de estancia por turismo a 15 días, aumentar el requisito de solvencia económica a $1,000 y fortalecer las deportaciones de personas con antecedentes penales.
A pesar de que el número de migrantes que intentan llegar a Estados Unidos ha disminuido este año, los grupos que atraviesan la peligrosa selva del Tapón del Darién, que separa Panamá de Colombia, han alcanzado niveles sin precedentes y se espera que establezcan un nuevo récord al finalizar el año.
En abril, la ONU estimó que alrededor de 400,000 migrantes podrían cruzar el Darién en 2023, una cifra mucho mayor que los casi 250,000 casos registrados el año pasado. En los primeros cuatro meses de este año, la cantidad de cruces se ha multiplicado por seis, lo que representa un desafío para las políticas migratorias de la región.
Entre las nuevas medidas que entraron en vigor el viernes, se intensificarán las deportaciones de personas con antecedentes penales y consideradas de alta peligrosidad, según informó Samira Gozaine, directora del Servicio Nacional de Migración de Panamá. Además, se redujo el período de estancia por turismo a 15 días, en lugar de los 90 días anteriores, y se aumentó el requisito de solvencia económica en los puntos de control a $1,000, en comparación con los $500 anteriores para estancias de 90 días.
«Este paquete de medidas no solo tiene como objetivo frenar el aumento de migrantes irregulares a través del Tapón del Darién, sino también limitar el ingreso de personas con antecedentes o que no cumplan con el perfil de turista», explicó Gozaine.
La mayoría de los migrantes que atraviesan el Darién provienen de Venezuela, seguidos por personas de Haití y Ecuador. En los últimos años, más de siete millones de venezolanos han abandonado su país, buscando escapar del prolongado colapso económico y social de lo que antes era una próspera nación petrolera.
Aquellos que cruzan el Tapón del Darién o llegan a través de rutas marítimas desde Sudamérica se enfrentan a la violencia, el abuso sexual, la trata de personas y enfermedades.