En la madrugada del miércoles, las fuerzas militares y policiales venezolanas llevaron a cabo una operación en la cárcel de Tocorón, ubicada a unos 140 kilómetros al suroeste de Caracas, donde el Tren de Aragua tiene su centro de operaciones. Este poderoso grupo delictivo ha expandido su red criminal desde esa prisión, convirtiéndose en una de las bandas más influyentes de América Latina.
El Tren de Aragua, conocido como el «ferrocarril criminal», ha establecido conexiones en países como Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile e incluso Estados Unidos. La periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez ha documentado las actividades de esta organización en su libro «El Tren de Aragua. La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina». Rísquez se infiltró en la cárcel de Tocorón haciéndose pasar por familiar de un recluso y descubrió una serie de privilegios que los miembros de la banda disfrutan dentro de la prisión, incluyendo discotecas, piscinas, restaurantes y hasta un zoológico con jaguares y avestruces.
Se estima que el Tren de Aragua cuenta con alrededor de 3.000 miembros, y solo dentro de la cárcel de Tocorón podrían ganar hasta 3,6 millones de dólares al año a través de la extorsión a los reclusos. Esta banda delictiva se fundó en 2014 y ha diversificado sus fuentes de ingresos, involucrándose en delitos como extorsión, secuestro, robo, estafa, minería ilegal de oro, contrabando de chatarra, homicidios, narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas, tráfico de migrantes y venta de armas a otros grupos criminales en la región.
El Tren de Aragua ha logrado expandirse gracias a la emergencia humanitaria en Venezuela, que ha provocado la migración masiva de venezolanos hacia otros países de la región. Aprovechando las oportunidades de negocios ilícitos en las zonas fronterizas, esta banda se ha establecido en diferentes países, controlando el tráfico de drogas, el contrabando y la explotación sexual.
A diferencia de otros grupos criminales, el Tren de Aragua no necesita un ejército visible para imponer su control, sino que se enfoca en establecer alianzas y adaptarse a las oportunidades del mercado del crimen. Su capacidad de negociación y su amplio portafolio de delitos les ha permitido expandirse y establecer una presencia en países como Chile, Perú, Colombia y Ecuador.
La cooperación entre los cuerpos de seguridad venezolanos y los de otros países ha sido deficiente, lo que dificulta la investigación y captura de los miembros del Tren de Aragua. Las autoridades de Chile, Colombia y Perú han denunciado la falta de colaboración por parte del gobierno venezolano.
El Tren de Aragua representa un grave problema para la seguridad en América Latina. Su expansión y control en diferentes países demuestra la falta de instituciones y la impunidad que prevalece en la región. La lucha contra esta banda delictiva requiere de una cooperación efectiva entre los países afectados y una mayor presión internacional para combatir el crimen organizado en América Latina.