¡Feliz Año!, mis estimados lectores. Comienza el 2024. El año de nuestra liberación. El año de nuestra reivindicación como nación, como sociedad, como ciudadanos. En efecto, en este año deben celebrarse elecciones presidenciales, pues se vence el periodo de seis años establecidos como el lapso de duración del mandato presidencial. Los demócratas venezolanos debemos estar preparados para asistir a ese proceso electoral y derrotar al régimen socialista.
Ya en el año 2023 dimos un paso gigante al definir, con el voto ciudadano, la candidatura unitaria con la que vamos a enfrentar el proyecto hegemónico y continuista. Lo que para muchos fue una apuesta hipócrita o un ejercicio de obstrucción se encontraron con la sorpresa de su implementación exitosa, hasta el punto de que terminó siendo la gran herramienta de concienciación y reactivación de la sociedad venezolana.
De modo que en medio de los hechos negativos ocurridos en el año que ha terminado debemos destacar lo positivo de haber logrado, en medio del más brutal hostigamiento y sabotaje, un proceso de participación ciudadana que conmocionó las bases del régimen. La sociedad democrática venezolana demostró de forma contundente su determinación de impulsar un cambio pacífico y electoral. Corresponde, en este año, a todos nosotros ofrecer nuestro concurso para organizar e impulsar todo lo concerniente a la adecuada celebración de la elección presidencial.
La camarilla roja no cesará en sus ya conocidas formas de actuar para quedarse en el poder. Continuará con su política de represión, hostigamiento y violación de los derechos políticos y ciudadanos fundamentales. Insistirá en dividir lo más que pueda nuestra base social y política, hará lo indecible para confundir, desmoralizar y desmovilizar a la ciudadanía.
Si ya conocemos sus tácticas debemos estar más alertas y preparados para afrontarlas. María Corina Machado ha insistido, en las últimas semanas, en la determinación que tenemos, en la Gran Alianza Nacional, de fortalecer la ruta electoral. Ha dicho claramente: “…no nos van a sacar de la ruta electoral…”. En esa determinación la acompañamos todos los que queremos el cambio.
Maduro y su camarilla apelan al hostigamiento y a la persecución, utilizando dos herramientas frecuentemente aplicadas: la inhabilitación y la judicialización de los actores políticos, con el fin de que nos retiremos del proceso electoral. Sueña con repetir el escenario del 2018, cuando los principales líderes políticos nacionales de ese tiempo decidieron no concurrir a las elecciones por falta de condiciones, dejándole la cancha libre al heredero político de Chávez. Ese grave error no se cometerá esta vez. Hay plena conciencia de que debemos luchar y acudir al proceso comicial, preparándonos para contar con el mejor equipo humano de control electoral. De esa forma podremos reducir sensiblemente los elementos fraudulentos característicos del sistema. Será Maduro el que tendrá que decidir si va a contarse o va a repetir la maniobra adelantada en enero de 2022, cuando solicitamos el referéndum revocatorio. Entonces usó su control sobre el CNE para negar nuestro derecho constitucional (art. 72) a decidir el destino del país. En este 2024 la Constitución le ordena hacer las elecciones. Nosotros vamos a participar. Allá él si evade esa obligación.
Pero además de participar, nosotros los demócratas comprometidos con el cambio, debemos fortalecer la unión de los ciudadanos y de todos los factores políticos auténticamente dispuestos a impulsar el rescate del estado de derecho. Nos corresponde asumir con desprendimiento la tarea de organizar y preparar todo lo relativo al proceso electoral, pero sobre todo nos corresponde fortalecer nuestro espíritu ciudadano y nuestra ya probada resiliencia para soportar lo que será un año de campaña electoral donde presenciaremos un despliegue de todo tipo de acciones y opiniones con las cuales minar la determinación de cambio de nuestra ciudadanía.
Si bien es cierto que por 25 años hemos estado sometidos y hemos soportado las iniciativas políticas y comunicacionales del socialismo del siglo XXI, ofreciendo una capacidad de resistencia y lucha para defender los valores de la libertad y la democracia, tampoco es menos cierto que hemos pasado largos periodos de frustración, abatimiento y anomia por la perversa conducta de la camarilla roja, pero también por los errores y traiciones de sectores y actores de la misma sociedad democrática. Quizás estos últimos han tenido un mayor efecto en el alma colectiva y han producido lesiones de mayor cuantía.
Todo el proceso político del año 2023 ha despertado de nuevo una esperanza real de cambio en nuestra ciudadanía. Nunca como ahora el rechazo a la camarilla instalada en el poder había alcanzado los niveles de estos tiempos, nunca antes el deseo de cambio había llegado a casi 90% de nuestra población. Pero esa misma situación hace más peligroso el año que comienza. De ahí la necesidad de asumir con determinación, humildad y desprendimiento el compromiso de darle, por parte de cada sector y de cada uno de nosotros dirigentes y ciudadanos, adecuado tratamiento al proceso que tenemos por delante.
Unidad, voto y entendimiento entre nosotros los venezolanos deben ser las premisas fundamentales de este año para lograr el restablecimiento de la democracia, de modo que pronto podamos comenzar la reconstrucción institucional, material y afectiva de nuestra nación