El caso del asesinato del ex teniente venezolano Ronald Ojeda Moreno revela una serie de eventos cuidadosamente planeados. La investigación, dirigida por la Fiscalía y la Brigada de Investigaciones Especiales, revela una compleja red que involucra a cómplices y a una organización que ha llamado la atención de las autoridades.
El primer indicio significativo surgió a través de una llamada anónima que alertaba sobre actividades sospechosas en el campamento Vicente Reyes de Maipú. Este fue el punto de partida que llevó a las autoridades a descubrir el cuerpo de Ojeda, enterrado a más de un metro de profundidad, dentro de una maleta y cubierto con una capa de cemento.
Entre los detenidos se encuentra un adolescente identificado como Ángel, de 17 años y de nacionalidad venezolana. Según sus declaraciones, se vio involucrado en el secuestro de manera involuntaria. Ángel afirmó que fue llevado al lugar por otro de los sospechosos, bajo la promesa de «comer hamburguesas y fumar marihuana», y que desconocía las verdaderas intenciones de sus acompañantes. Además, argumentó que el resto de los implicados se quejaron de su presencia.
El modus operandi de los secuestradores reveló una cuidadosa y premeditada planificación. La noche del 20 de febrero, Ángel y otro individuo establecieron un punto de vigilancia cerca de la residencia de Ronald Ojeda. Su presencia tenía como objetivo proporcionar cobertura durante el secuestro y garantizar la impunidad de la operación.
El secuestro se llevó a cabo con una precisión quirúrgica, según informaron las autoridades. Los secuestradores se presentaron como detectives, mostraron una falsa orden de detención e intimidaron a Ojeda y a su familia en su propio hogar. Utilizaron tácticas de coerción para asegurar su cooperación y evitar resistencia.
Una vez dentro del departamento, los secuestradores registraron minuciosamente el lugar, se llevaron pertenencias personales de Ojeda y lo sacaron del edificio.
La huida de los secuestradores también fue meticulosamente planificada. Utilizaron varios vehículos y una ruta preestablecida hacia el sur de Chile para evadir a las autoridades. Sin embargo, su plan se vio comprometido por la captura de Ángel en las cámaras de seguridad de una estación de servicio y por el rastreo de su teléfono celular.
El testimonio de Ángel, junto con las pruebas recopiladas, proporcionó a las autoridades una visión completa de los eventos que llevaron al secuestro y asesinato del ex militar venezolano.