España, país pionero en la lucha contra la violencia machista, siguió con atención el mediático juicio por violación en Francia, admirando la valentía de Gisèle Pelicot y mostrando estupor ante los hechos relatados, que exponen una forma de violencia doméstica a menudo ignorada.
La prensa española, sensibilizada con el tema de la violencia contra las mujeres, informó ampliamente sobre el caso de Dominique Pelicot, acusado de drogar a su esposa para violarla junto a decenas de desconocidos. Este caso recordó la indignación generada por otros sucesos como la muerte de Ana Orantes, la violación colectiva de «la Manada» y el beso forzado de Luis Rubiales a Jenni Hermoso.
El juicio a Pelicot visibilizó una forma de violencia de género que suele permanecer oculta: la que ocurre en el ámbito privado del hogar.
Expertos y periodistas coinciden en la importancia de informar sobre estos casos para concienciar a la sociedad. Raquel Villaécija, corresponsal en Francia del diario El Mundo, destaca cómo el juicio ha evolucionado, pasando de centrarse en el agresor a dar voz a la víctima, Gisèle, quien se ha convertido en un «icono feminista».
Isabel Valdés, periodista de El País, señala que si bien el caso Pelicot no tendrá consecuencias directas en la legislación española, sí contribuye a visibilizar la violencia de género y a empoderar a las mujeres para denunciar.
El caso ha generado un debate sobre la cultura de la violación y la necesidad de que la sociedad se replantee sus actitudes. El actor Paco León, por ejemplo, pidió disculpas por una película suya que incluía una escena similar a la del caso Pelicot, reconociendo que en el pasado no se tenía la misma sensibilidad sobre el tema.
En definitiva, el macrojuicio de Francia ha servido como recordatorio de la importancia de seguir luchando contra todas las formas de violencia machista, incluyendo aquellas que permanecen ocultas en el ámbito doméstico.