Donald Trump sigue repartiendo dosis de soberbia y crueldad a su antiguo aliado ucraniano. Si el pasado lunes era la pausa en la entrega de material bélico, que suponía un reto preocupante para las tropas de Kiev, ahora las ha dejado ciegas al cerrar la vital colaboración de Inteligencia que otorgaba cierta ventaja a los soldados del país invadido. En Ucrania se preguntan qué será lo próximo que deben esperar del país que había prometido estar junto a ellos «el tiempo que haga falta».
La decisión es terrible en términos militares. Gracias a esa Inteligencia Ucrania pudo conocer antes que muchos generales rusos que las tropas de la Z iban a invadir Ucrania el 24 de febrero de 2022, dando a Zelenski una oportunidad de preparar una resistencia que sirvió para vencer a los rusos en torno a Kiev y Járkiv, las dos ciudades más importantes del país. Putin respondió el miércoles a la oferta de tregua de Zelenski con un ataque de 183 drones y tres misiles balísticos sobre toda Ucrania.
Además, ahora Ucrania no podrá acceder a la información con la que activaba sus alertas tempranas, es decir, el despegue de los bombarderos, los drones y los misiles desde territorio ruso, que permitía avisar a los civiles ucranianos para que bajaran al refugio. Ahora tendrá que valerse de sus propios equipos de radar, muy inferiores en capacidades de detección. Sin duda, esta decisión de la Administración Trump puede provocar la muerte de civiles en Ucrania.
Resulta difícil medir el punto de daño que Trump pretende causar en Ucrania para que acceda a negociar en las condiciones ya pactadas entre Washington y Moscú. La Administración Trump aseguró que todas estas medidas se relajarían en el momento en el que se conociera «la fecha, la hora y el lugar» para comenzar unas negociaciones que parecen más un sometimiento a su invasor.
Andrii Yermak, mano derecha de Volodimir Zelenski, habló por teléfono con asesores del presidente francés, Emmanuel Macron, y del primer ministro británico, Keir Starmer. Ucrania busca desesperadamente una ayuda en sus actuales socios para que las demandas ucranianas sean escuchadas en Washington.
El próximo paso de Trump y su asesor Elon Musk puede ser la desconexión de Ucrania de su red de satélites Starlink, imprescindible para las comunicaciones actuales desde los centros de mando hasta las últimas trincheras del frente. Si Washington corta este servicio, Ucrania quedará ciega de Inteligencia y con sus unidades aisladas sin comunicación, es decir, EEUU devuelve a Kiev a la guerra del siglo XX.
Si EEUU corta ese servicio entraría en conflicto con Polonia, que actualmente contrata y paga 20.000 terminales de la red para uso ucraniano. Aunque no parece Washington tener ningún problema con entrar en conflicto con viejos aliados.
El grupo de satélites francés Eutelsat está estudiando con varios países europeos reemplazar los servicios de telecomunicaciones que su rival estadounidense Starlink da a Ucrania. Starlink pertenece al gigante de los vuelos espaciales SpaceX, fundado y controlado por Elon Musk, simpatizante declarado de Vladimir Putin, que el martes tuiteó en su red social X, que Zelenski debería abandonar el poder y ser enviado al exilio a un tercer país.
La incongruencia de la posición de Musk es bastante notable, si se tiene en cuenta que inmediatamente después de la invasión rusa de 2022, él fue quien decidió entregar gratuitamente las antenas receptoras a Ucrania y darle servicio sin cobrar. Posteriormente, cambió de opinión y amenazó con cancelar el acceso de Ucrania a Starlink si el Gobierno de EEUU no cubría los gastos, cómo terminó sucediendo. Hoy la suscripción la paga Polonia.
Starlink ha jugado un papel absolutamente clave en la defensa de Ucrania, pese a que Musk, que habla con regularidad por teléfono con Vladimir Putin, ha pasado a defender las posiciones del invasor. Ya en 2023, el multimillonario y ahora asesor de Donald Trump cortó inesperadamente el acceso de Ucrania a Starlink para impedir así un ataque a la flota rusa del mar Negro, que se encontraba en la península de Crimea.
Musk comenzó su aproximación a Putin precisamente defendiendo ese año la soberanía rusa sobre Crimea, un territorio ucraniano al que Moscú renunció oficialmente en 1994 y que, sin embargo, invadió y se anexionó 20 años más tarde. Los satélites de Starlink no distinguen el territorio en el que tienen que estar las antenas, por lo que los servicios de esta empresa también son usados por los militares rusos.
Ahora, el futuro del servicio que Starlink presta en Ucrania está rodeado de incertidumbres, después de que Trump decidiera el lunes por la noche suspender la ayuda militar a ese país.
Ahí es donde Eutelsat ha entrado a jugar un papel. La empresa francesa tiene entre sus activos al grupo británico OneWeb, que adquirió el año pasado. OneWeb presta, al igual que Starlink, servicios de telecomunicaciones por medio de una red de satélites a baja altitud. Sin embargo, sus capacidades son muy inferiores a las de su rival estadounidense. OneWeb solo tiene 600 satélites en órbita, a los que Eutelsat podría sumar su flota de entre 35 y 38 satélites geoestacionarios, que se encuentra a una altitud muy superior. Starlink, por el contrario, tiene 7.086 satélites en órbita y cada semana lanza al espacio entre 60 y 90 más.
Las terminales de OneWeb, además, diseñadas para ser empleadas por empresas y Estados, mientras que las de la empresa de Musk se dirigen a consumidores individuales. Eso hace que las antenas de Starlink sean mucho más pequeñas y fáciles de mover, dos características clave en una guerra.
Sea como sea, OneWeb parece el único no estadounidense -y, por tanto, no sometido a las iras prorrusas de Donald Trump- que se podría poner a disposición de Ucrania en el caso de que Washington corte la comunicación de Starlink.
Según informaba ayer el diario británico Financial Times, la Comisión Europea está analizando otras opciones, incluyendo permitir el acceso de Ucrania al sistema GovSatCom, que proveerá de servicios de comunicaciones encriptadas a los países de la UE. El gran problema es que esa red no va a estar disponible hasta 2026. En ese año también entrará en pleno funcionamiento el Proyecto Kuiper, de Amazon, que persigue crear una red alternativa a Starlink.
El Proyecto Kuiper ha despertado el interés de Taiwan, que quiere una red de comunicaciones de satélites a baja altitud en caso de una invasión china. Las autoridades de Taipei no quieren usar Starlink debido a la enorme dependencia del mercado chino de Tesla, cuyo máximo accionista y directivo es Musk.