Por primera vez en la era de la Iglesia moderna, un cortejo papal ha recorrido las calles del centro de Roma para despedir a un Pontífice. Francisco se desmarcó de la tradición y quiso ser enterrado fuera del Vaticano, al este de la ciudad, en la basílica de Santa María la Mayor, que conserva la forma de templo pagano romano (fue originalmente un santuario en honor a la diosa Cibeles) y destaca por su profusa decoración bizantina.
El cortejo no ha salido por San Pedro sino por la puerta del Perugino en el Vaticano y siguiendo la antigua Via Papalis, la procesión que hacían tradicionalmente los pontífices tras ser designacos entre San Pedro y la basílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma.
El ataúd de madera con los restos de Francisco, que quiso ser enterrado con sus zapatos gastados, ha viajado sobre un Papamóvil y ha avanzado «a paso humano» a lo largo de seis kilómetros, despedido durante el trayecto por miles de fieles agolpados en las calles del centro de Roma.

Nada más cruzar el río Tíber, cuando los fieles han gritado «¡Grande, grande!» Y «¡Viva el Papa!», el cortejo ha enfilado por el corso Vittorio Emmanuele hasta llegar a la plaza de Venezia y avanzar luego por el foro romano y el Coliseo, y finalmente por la via Mercuriana hasta la plaza de Santa María la Mayor.
Unas 300.000 personas se han apiñado a lo largo del trayecto de seis kilómetros por las calles de Roma. Los fieles se han concentrado sobre todo en el corso Vittorio Emanuele II, en el tramo final por el foro romano y en la plaza de Santa María la Mayor, a tiro de piedra de la estación Termini.
Cuarenta invitados especiales de Cáritas y de la Comunidad Sant’Egidio han recibido el ataúd ante la basílica, en representación de los grupos marginados a los que defendió Francisco: los inmigrantes, los sin techo y las personas transgénero. La Santa Sede justificó la elección por fidelidad al legado de justicia social de Francisco y alegando que «los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios».

El féretro ha entrado en la basílica de Santa María la Mayor, precedido del desfile de cardenales que asistirán a la ceremonia privada y elevarán esta tarde una plegaria por Francisco.
Bergoglio se unirá a otros siete Papas que reponsan en el templo, entre quienes figura San Pío V. Las puertas de la basílica se cerrarán para la ceremonia privada de la inhumación. «Quieron ser enterrado en la tierra, de una forma sencilla y sin decoración particular», dejó dicho el Papa. La inscripción «Franciscus» permitirá identificar su tumba, ante la que desfilarán miles de fieles a partir del domingo.
«Justo después de la escultura de la Reina de la Paz hay un pequeño recinto, una puerta que da a un cuarto que usaban para guardar los candelabros. Lo vi y pensé: ‘Ese es el lugar’»… El vaticanista Javier Martínez-Brocal relata en su libro El sucesor cómo y por qué Francisco eligió se lugar para ser enterrado, por su devoción por la Virgen y por su querencia personal por esta basílica, que solía visitar antes y después de sus viajes.