Afganistán: la retirada de Estados Unidos, ¿la peor decisión de Biden en política exterior?

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En los Estados Unidos de hoy en día, a menudo se tiene la sensación de que todos los caminos conducen al 11 de septiembre, el acontecimiento más determinante -y doloroso- desde Pearl Harbor, el sorpresivo ataque de los japoneses en el Pacífico, que acabaría llevando a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.

Jon Sopel // BBC MUNDO

Y así fue como el 11 de septiembre condujo a la guerra más larga que haya protagonizado este país en la historia. El ataque a las Torres Gemelas, el avión que se estrelló contra el Pentágono y el que se estrelló en un campo de Pennsylvania desataron el nacionalismo estadounidense.

Los jóvenes -de hecho, personas de todas las edades- acudían a las unidades de reclutamiento para alistarse. Estados Unidos había sido atacado; estos patriotas querían luchar para defender el país, la “tierra de la libertad”, y vengarse de quienes quisieron hacer daño a Estados Unidos.

Y no hay que confundir esto con una especie de patrioterismo irracional. No era eso. Conocí a muchas personas -no sólo estadounidenses-, que si bien eran de tendencia liberal y no eran grandes admiradores de todo lo que hacía Estados Unidos, tenían la sensación visceral de que éste era un momento para apoyar al equipo.

¿Estabas del lado del Estado de derecho, de las elecciones libres y justas, del debido proceso, de la igualdad de género, de la educación universal? ¿O estabas del lado de los que estrellaban aviones contra edificios, o apedreaban a la gente hasta la muerte, o arrojaban a los homosexuales desde los edificios, o negaban la escolarización de las niñas?

Si esto parece una simplificación excesiva, tal vez lo sea, pero cuando ocurrió el 11 de septiembre, así es como muchos lo veían.

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