Por ser tantos, sería irresponsable decir cuántos millones hacen esa mayoría enorme de venezolanos que considera que el mayor peligro para el país es que siga pasando el tiempo y continúen ostentando poder Nicolás Maduro y su régimen.
por ÁNGEL RODRÍGUEZ / Caraota Digital
Desde esta visión, el peligro se mide en el agravamiento de las condiciones de hambre, de enfermedades, de hundimiento en la miseria y de sujeción a un poder abusivo, corrupto y violento hasta la letalidad.
Ya ni siquiera a billetazos puede Maduro paliar la situación, lo que se comprueba con el paupérrimo aumento de salario vergonzosamente anunciado a través del Twitter de su exministro Francisco Torrealba.
250.000 bolívares de base y 200.000 en cesta ticket, no alcanzan ni para llevar un pancito canilla a diario al hogar más humilde, mucho menos para comprar una medicina requerida de urgencia.
La precariedad de ese aumento, con empleo de algo de inteligencia, explica como cierta la denuncia de que la expoliación al oro, los diamantes y el coltán en el arco minero, lleva riqueza a los sacos de la corrupción y no al tesoro nacional
Mientras tanto, la agenda politiquera del régimen prevalece por sobre otros intereses de urgencia, y así se ha dado continuidad al proceso de destrucción de la legítima Asamblea Nacional, para imponer el parapeto de directiva juramentada viciosamente el pasado 5 de enero.
Maduro ni siquiera ha escuchado el consejo de sus naturales aliados quienes le advirtieron que el golpe al parlamento lo condena a un mayor aislamiento.
El Frente Amplio uruguayo, el presidente López Obrador de México, Alberto Fernández de Argentina y el Partido Socialista Obrero Español, han encontrado oídos sordos en Maduro. Sus recomendaciones no son tomadas en cuenta.
Estados Unidos, por vía del delegado especial Elliott Abrams, así aclare que depende directamente de una decisión del Presidente Donald Trump, saca de nuevo la carta de la intervención armada.
Antes, el secretario de Estado Mike Pompeo, ha recomendado que este año se celebren elecciones parlamentarias y presidenciales sin Nicolás Maduro al frente del gobierno y con condiciones de rigor democrático, pero el régimen nuevamente ha rechazado que se le haga una recomendación pacífica.
Luego, la conspiración contra la Asamblea llega al punto de hacer pensar que los mandamases del régimen madurista han decidido jugarse el todo por el todo y arrebatar cualquier posibilidad de una salida electoral, e incluso de permitir la participación de una pizca de pluralismo partidista.
Parece juego cantado, el que después de haber ilegítimamente suspendido a la mayoría de los partidos políticos opositores, pronto el Tribunal Supremo de Justicia dominado por Nicolás Maduro, reactive sus tarjetas pero sólo para entregárselas a personas que no son sus verdaderas autoridades.
Por ejemplo, el diputado Luis Parra, quien fue juramentado por las fuerzas maduristas como nuevo presidente del Parlamento, se nombra como quien recibiría la reactivada membrecía del partido Primero Justicia. Siendo absolutamente respetuosos en el empleo de términos, tal acción constituye un hurto del partido.
Lo mismo ocurriría con los partidos Voluntad Popular, Copei y Acción Democrática, porque en la supuesta directiva de la versión madurista de Asamblea Nacional, hay “volteados” de esas organizaciones a quienes les entregarían el producto de los hurtos del régimen.
Después vendrá el llamado a elecciones parlamentarias, con el burdo intento de aparentar que en la contienda podrán participar todos esos partidos y que Maduro acepta que se dé un juego abierto al pluralismo político.
Pero el presidente Juan Guaidó y otros líderes políticos que representan al verdadero pueblo opositor venezolano, no van a permitir tamaño fraude, que además es de sumo descaro.
El próximo martes 14 de enero, el presidente interino de la República y legítimo presidente de la Asamblea Nacional va a ir con sus 100 diputados nuevamente al Palacio Federal Legislativo.
Este anuncio lo ha hecho junto a la petición a la sociedad civil venezolana de que se les acompañe decididamente. La semana pasada, entre los eventos del domingo 5 y el martes 7 de enero, al menos cinco diputados y una decena de periodistas resultaron heridos.
De parte del régimen madurista, dos alfiles de peso, Diosdado Cabello y Aristóbulo Istúriz, han convocado también movilización hacia el Palacio Federal, con el supuesto ímpetu de defender a los diputados de la patria, como llaman a su grupo en el parlamento.
La acción de fuerzas militares y policiales en las vías de acceso a las edificaciones del parlamento, han correspondido más a la de bandas armadas del partido de Maduro para apalear opositores, que a la de instituciones mandadas por la constitución a garantizar la integridad del poder legislativo y todos sus diputados.
A la citada amenaza se suma la presencia, cómoda en la zona, de grupos paramilitares fuertemente armados, completamente alineados con las órdenes políticas del madurismo y dispuestas a todo.
Tal ha sido la barbaridad del camino emprendido por el régimen de Nicolás Maduro, que incluso ha hecho efervescer de nuevo la atención alarmada sobre lo que ocurre en Venezuela, a una comunidad internacional que más bien se mantuvo expectante las últimas semanas frente al conflicto entre Estados Unidos e Irán.
Parece que asistimos a un choque de trenes entre gente que clama libertad y cambio político cierto en Venezuela y unas barras minoritarias en número, pero muy superiores en poder de fuego y disposición de infligir daño letal a sus “enemigos”.
Más, insisto, aunque se deje claro que es decisión de Trump, Estados Unidos vuelve a colocar la opción de la fuerza sobre la mesa. Rusia, por ahora, aparenta seguir banqueando a Nicolás Maduro.
En las próximas horas sabremos si la opción libertaria de la mayoría de los venezolanos tornó en historia de tragedia a manos del madurismo.
El próximo martes esperaremos qué dirán nuevamente sobre Venezuela López Obrador, Alberto Fernández, el partido español de Pedro Sánchez, el equipo político de Pepe Mujica en Uruguay y otros tantos sorprendidos antiguos amigos de Hugo Chávez.
Lo que digan y lo que hagan, Estados Unidos con el seguro respaldo de decenas de países, y el gobierno ruso de Vladimir Putín, será cosa de otro, y siempre muy peligroso nivel.