Aporrea: ¡NO A LA FARSA ELECTORAL! Yo me abstengo

0
142

Mientras Venezuela se debate entre el hambre, los contingentes migratorios que salen en estampida, presos políticos torturados y violados, desapariciones, la plaga de una pandemia y la destrucción en todos los órdenes de su existencia como República y la de los republicanos, un grupo minúsculo que no alcanza el 15 % ha conseguido la piedra filosofal para crear un combate político absolutamente inútil. Los del gobierno, convocando unas «elecciones» con el afán de tener legitimidad y buena presencia en sociedad; una corriente de «oposición» coludida con el gobierno, que le quiere hacer creer desde el púlpito evangélico, que obtendrán una mayoría parlamentaria para controlar al gobierno, y otra corriente recién nacida que cree haber encontrado el Santo Grial político en el bloqueo y antibloqueo, e intenta convocar ahora un Referéndum Consultivo sobre esa «ley». Realmente es un juego diabólico que hace aparecer en escena al exégeta de mayor peso del gobierno, a unos pillos que procuran cualquier figuración, y a una izquierda de buena fe unos (y otros, simplemente, «baila vals»), empeñada en disputarle al gobierno la zurda condición, cuando la misma ha sido demostrada históricamente, de otros modos.

Por: Fredy Gutiérrez Trejo/ Aporrea

Un referéndum sobre la Ley Antibloqueo es sustantivamente equivocado y está formalmente destinado al fracaso político y administrativo. Además, es inoportuno desde todo punto de vista. De hecho, es una aceptación de la existencia de la Asamblea Nacional Constituyente, a la cual se la califica de inexistente en todos los discursos que la adversan. Proponer un referéndum contra un producto «legislativo» de ese órgano espurio, es aceptarlo en su forma, cuando se ha dicho hasta la saciedad que las leyes son sólo los actos derivados de la Asamblea Nacional en cumplimiento de sus atribuciones; y por si fuera poco, es también la aceptación del CNE como árbitro confiable para administrar una consulta predispuesta en la Constitución de la República, pero que ha sido frustrada en su realización de las peores maneras. Además, iniciativas popularmente refrendarias en este contexto, distraen la discusión sobre la abstención necesaria del día 6 de diciembre, la cual, de lograr un 80% o más, revelaría o confirmaría el rechazo en Venezuela y en el mundo de un estado de facto. Y me detengo en esto último.

Creo firmemente en la fuerza de la abstención y del silencio extendido que «no es cruzarse de brazos». Se trata de impulsar una acción deliberada y socialmente consciente de repudio a una tiranía que convoca una elección aparente, tras haberse negado de manera contumaz a permitir comicios auténticos y libres. No olvidemos que, incluso, con un organismo electoral totalmente a su servicio, el gobierno impidió con burdas artimañas la realización de un legítimo y oportuno referéndum revocatorio.

El cruce de ideas en una atmósfera política enrarecida como la que estamos respirando, es difícil, entre otras cosas, porque los vientos del escándalo apagan cualquier luz e impiden oír razones. A mi manera de ver, lo que se le opone al escándalo que es promovido por el gobierno de facto, no son los referendos consultivos sobre una «ley» o las consultas respecto a si la administración de Maduro es rechazada o aceptada. Nada de eso es políticamente pertinente, toda vez que provoca más confusión de la que ya existe. Opino que lo idóneo es invitar clara e inequívocamente a la sociedad venezolana, a exhalar toda la fuerza del silencio que se traduce en abstención. Hacer lo contrario, es decir, votar en estas «elecciones», tal como están concebidas, es seguir creyendo en el espejismo de un «triunfo» opositor y contribuir a fortalecer uno (no el único, desde luego) de los propósitos del gobierno: tratar de disminuir su desprestigio internacional o, por lo menos, tener una carta para exhibirla en algunos escenarios. Así que, abstenerse abrumadoramente no es facilitarle al gobierno sus cálculos (ni caer en sus supuestas «provocaciones») es añadirle una pesada carga a sus menguadas alas.

Una conducta de esta naturaleza, tenaz y activa desde este momento, derivaría en una nítida localización de los promoventes del enrarecimiento político y un aislamiento mayor del que ya tienen, que los debilitaría de tal modo, que su sostenimiento en el poder no tendría vocación alguna de viabilidad. Sólo de esa manera, a mi entender, puede emerger un acto político limpio con actores que conciban el poder como un medio para servir a esta República que vive hoy una de sus peores tragedias. La reivindicación de la política como un oficio excelsamente digno es una tarea difícil y compleja, pero necesario iniciarla. Yo, el 6 de diciembre estoy en ayuno de palabra, en ensordecedor silencio con muchos otros, (creo que una mayoría aplastante) y convertido en acusador mediante la abstención, de quienes, desde diferentes orígenes, han convertido a la política de nuestro país, en el más pestilente de los estercoleros. Aspiro que a partir de esas fechas representativas de navidades, natividades o nacimientos, comiencen a soplar vientos frescos en nuestra tierra que nos ha proporcionado el pan con queso que hemos compartido en comunión venezolana, y las fuentes de las que emanan las esencias de la leche y de la miel.

Así las cosas, me imagino a la sociedad venezolana protagonizando una huelga el 6 de diciembre de 2020. La abstención es un modo de manifestar un rotundo NO…, a la invitación a una «fiesta electoral» que representa una de las mayores estafas continuadas en la vida republicana a la conciencia de la nación. Veo a nuestros campesinos, pescadores, empresarios, trabajadores, venezolanos todos, dejando sólos a los centros electorales con su plan república, sus representantes de mesa y sus rectoras de decoración, sus toldos colorados y su música estridente. Observo que ese día nuestros hombres y mujeres se expresan desde el fondo del alma diciendo ¡basta! de engaños y frivolidades. Desde los balcones, ventanas y postigos de las casas, los venezolanos podremos ver todos esos vicios contenidos en un catafalco que puede ser el símbolo de las exequias de politicastros y de la tiranía.