¿Si sistemas de salud como los de España o Italia están al límite, qué pasaría en América Latina?
Daniel García Marco / BBC News Mundo
Desde que el 26 de febrero se registró el primer caso en Brasil y empezó a propagarse al resto de países, la región enfrenta una fase de contención del coronavirus.
Eso llevó a que Venezuela, Argentina, Perú o El Salvador, entre otros, tomaran medidas drásticas como la cuarentena, la distancia social, el cierre de fronteras y la multiplicación de tests.
Aunque aún estamos lejos de la gravedad de países como China, Corea del Sur o Europa, las autoridades alertan.
«Llegar a una situación como la de Italia o España sería algo muy dramático y catastrófico, y no podemos descartar que vaya a pasar», afirma a BBC Mundo Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Italia registra más de 60.000 casos de coronavirus y más de 6.000 muertos. En América Latina el país con más fallecidos es Brasil con 25 fallecidos.
Coincide Miguel Lago, director del Instituto de Estudios para Políticas de Salud (IEPS), con sede en Río de Janeiro.
«Es muy posible que ocurra lo de Italia en América Latina o tal vez peor, porque Italia invierte casi el 7% del PIB (Producto Interno Bruto) en salud pública y tiene un sistema más fuerte que nuestros países», dice a BBC Mundo el experto, que compara el país europeo, por ejemplo, con México, que invierte apenas el 3% del PIB.
«Podemos tener un escenario más terrorífico que el de Italia», alerta.
Pero más allá de las carencias de los sistemas de salud y de las inequidades, América Latina cuenta también con ventajas para afrontar la crisis y hacer que el impacto sea menor que en otras partes del mundo.
Tiempo y distancia
América Latina y África fueron las regiones a las que más tarde llegó el coronavirus, que se originó en China y de ahí se extendió por Asia y más tarde a Europa y Estados Unidos, las zonas más afectadas por el brote en este momento.
La distancia de América Latina respecto a Asia y Europa, de las que la separan sendos océanos, permitió ganar tiempo.
Las experiencias de contención tomadas por China y por Europa sirvieron para tomar mucho antes medidas de precaución que tardaron en llegar a Italia y España, países que se vieron más sorprendidos por el aumento exponencial de casos.
«Una ventaja es el tiempo que ha tenido (la región) para prepararse y tomar medidas de contención y de mitigación», destaca el doctor Espinal.
Venezuela, por ejemplo, decretó la cuarentena total del país con menos de 20 casos; y Argentina, antes de que su cifra de fallecidos fuera de cuatro.
En España, los positivos se dispararon a partir del 25 de febrero, pero no fue hasta el 15 de marzo cuando se decretó la cuarentena en todo su territorio. El país europeo suma más de 33.000 casos y más de 2.000 muertes.
«Nos va a afectar (el coronavirus). Lo importante es minimizar la posibilidad de brotes masivos y que implementemos medidas que nos ayuden a controlar al máximo la posibilidad de que pase lo que está pasando en Estados Unidos, Italia, China o Irán», afirma el experto de la OPS.
América Latina «está a tiempo de prepararse», dice Espinal.
Esa es su gran ventaja: frenar ahora al máximo la expansión.
Porque una vez se propague el virus de forma local, los sistemas de salud se verán tensionados y ahí quedarán más patentes las carencias de recursos: se requerirán unidades de cuidados intensivos adecuadas, ventiladores para la respiración asistida, camas y equipos de protección para el personal sanitario.
Experiencia con enfermedades infecciosas
A diferencia de Europa, América Latina sí está habituada a tratar con enfermedades infecciosas.
La región «tiene una gran experiencia en el manejo de brotes y pandemias, como el H1N1 en 2009 y el zika hace 4-5 años», recuerda Espinal.
«Latinoamérica ha aprendido de esas lecciones y los países están un poco mejor preparados que antes de esas epidemias», agrega.
Por ejemplo, a la hora de controlar puntos de entrada a los países, como los aeropuertos, y tener preparadas unidades de aislamiento y laboratorios.
«Tenemos un panorama epidemiológico complejo, con sistemas acostumbrados a esa complejidad, a atender a pacientes con enfermedades no transmisibles (cáncer, cardiovasculares, diabetes…) e infecciosas», apunta como fortaleza Lago, director del Instituto de Estudios para Políticas de Salud.
Como ejemplo cita el dengue, que está registrando cifras récord, pero también el zika, el chikunguña, la malaria, la fiebre amarilla…
«Es una región resiliente que enfrentó el zika muy exitosamente», refuerza Espinal en referencia a la crisis por la enfermedad transmitida por mosquitos que afectó especialmente a Brasil.
«Las enfermedades emergentes o reemergentes están ahí y son parte de nuestro vivir diario», asegura Espinal que, sin embargo, avisa de que la epidemia del coronavirus es mucho más grave y de consecuencias aún imprevistas.
Entonces con el zika como ahora con el coronavirus la sociedad se movilizó y se unificó ante un brote que superó fronteras. Y fue primordial, como ocurre en estos momentos, la información.
«Entonces la gente tuvo que aprender qué hacer con los criaderos de mosquitos, y ahora hay que enseñar a cómo manejar la distancia social o las medidas de higiene personal», dice Espinal.
«Tenemos la capacidad técnica pero no los recursos e insumos, así que habrá que ver la dimensión de la epidemia acá», alerta Lago.
«Si poca gente es infectada, tenemos toda la capacidad de controlar eso bien, pero sí se infecta el 20% de la población, que no es nada imposible, tenemos un gran lío», agrega.