CON O SIN CUARENTENA: la economía de Venezuela pierde la batalla otro año más

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Terminó el primer semestre del año y desde ya los cálculos sobre la economía de Venezuela revelan otra significativa caída en 2020 de entre 18% a 30%. La paralización de actividades por la cuarentena acabó con la esperanza de una mejora en la actividad económica

Ahiana Figueroa | @ahianaf / TalCual

«Éramos muchos y parió la abuela», dice este antiguo refrán que va muy bien con lo que le sucede a la economía de Venezuela. La actividad económica de este país que arrastra una recesión que va por sus siete años consecutivos será, con o sin cuarentena, castigada otro año más.

La medida decretada por la administración de Nicolás Maduro para evitar la propagación del covid-19 pretende ponerle un coto al aumento de los casos que se han evidenciado en las últimas semanas. Pero da un duro golpe a la economía venezolana que busca desesperadamente también «un respirador» para seguir viviendo.

En los estados donde se impusieron hace unos días mayores restricciones, solo pudieron abrir sus puertas aquellos comercios e industrias de los sectores considerados prioritarios como salud, alimentos, medicinas y productos de aseo y limpieza. Sin embargo, el volumen de producción disminuye debido al poco personal que puede laborar en las instalaciones, que deben mantener las normas para evitar contagios.

Industriales aseguran que trabajan ininterrumpidamente por jornadas para tratar de mantener la oferta de bienes; pero otros problemas aún afectan su productividad: la escasez de gasolina, diésel y gas; así como los apagones eléctricos, la falta de agua y de transporte.

El coronavirus encontró a la actividad económica de Venezuela con una fuerte recesión en la que ha perdido 70% de su tamaño, además de una hiperinflación que va por su tercer año consecutivo y una devaluación de la moneda que no se detiene.

Para este año, el impacto de la cuarentena ya se evidencia: caída de la producción petrolera, menos producción de bienes y servicios, mayor desempleo, menos ventas y disminución de los pagos de impuestos al Fisco nacional.

Analistas señalan que el país continuará con la dolarización de facto que se impuso desde 2018, y aunque la hiperinflación y devaluación se han ralentizado (su tendencia de crecimiento ha sido menor) siguen impactando los ingresos de los venezolanos en bolívares y hasta en dólares.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé para Venezuela una caída de la economía de 20% para este año 2020, mientras que cálculos locales como de la consultora Ecoanalítica estiman una disminución de la actividad económica en 30%.

Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) considera que la contracción será de 18%, y el Banco Mundial ya ni se toma la molestia de hacer proyecciones sobre Venezuela.

Aún si el país vuelve a operar en condiciones normales y sin cuarentena, la economía perdió su batalla en 2020:

Petróleo: menos cero
Lo impensable en el mercado petrolero internacional sucedió en abril cuando los precios del petróleo cayeron estrepitosamente hasta menos cero dólares el barril. En medio de la cuarentena global, la falta de espacio para almacenar la excesiva producción de petróleo derribó los precios, llevándolos a niveles inauditos, de hasta menos 37,63 dólares.

Aunque la cotización del barril de crudo se recuperó, desde entonces ha mantenido una estabilidad al promediar $42. Pero esta recuperación no ayudará a Venezuela puesto que cada vez más cae su producción, al punto de bajar a 440.000 barriles diarios en junio, según informó recientemente la agencia Bloomberg, con lo cual retrocede a la producción 77 años atrás.

El sector petrolero venezolano se ha venido a menos, lo que ha generado el desabastecimiento de gasolina y de gas. La poca capacidad de producción de las refinerías locales es la muestra palpable de los problemas operativos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

En junio de 2018, la administración de Nicolás Maduro afirmó que implementaría un plan para aumentar la producción de crudo en un millón en el período de un año, pero desde esa fecha hasta ahora la caída ha sido estrepitosa. Esta situación puso en serios aprietos a la economía venezolana, la cual depende principalmente de la industria petrolera.

La falta de mantenimiento, la caída de las inversiones, la renuncia de personal capacitado, la migración, las irregularidades de los contratos suscritos con otras naciones y empresas de servicios y la corrupción son factores que han contribuido al deterioro de la infraestructura nacional. La crítica situación de la industria empeoró con las sanciones de Estados Unidos.

«La combinación de la caída de demanda y precio del petróleo, con el endurecimiento de sanciones, han hecho que el colapso de la producción petrolera de Venezuela sea mucho peor de lo previsto. No hay un solo taladro operando y la producción está llegando a niveles de hace 90 años», indicó el economista y profesor de la Universidad de Rice (EEUU), Francisco Monaldi.

Mientras que el expresidente de Pdvsa, Luis Giusti, sostiene que el capital necesario para invertir en la infraestructura para desarrollar las reservas de petróleo que hay en el subsuelo no está disponible hoy en Venezuela, por lo que sin esta condición será imposible recuperar la industria.

«La industria petrolera se vino abajo, las cifras hablan de un fracaso de una compañía, fracaso, la corrupción ha sido otro de los elementos. Pero no debemos perder las esperanzas porque hay mucha gente capacitada en el exterior que quiere volver al país y se requiere un buen sector de servicios que hoy están en ruinas», acotó Giusti.

Monaldi agrega que Venezuela no volverá a ser el país petrolero que fue en el pasado, cuando la producción en los años representaba 140 barriles per capita. «Pdvsa es una empresa quebrada y en las actuales condiciones no se puede privatizar».

Industria: 90% menos
Uno de los sectores más golpeados por la crisis y ahora por la cuarentena es el industrial. Conindustria estima que al cierre de 2020 podrían dejar de operar más de 43% de las industrias que aun quedan en el país. Según el último estudio de Coyuntura Industrial, existen actualmente 2.209 industrias.

En 1997, la industria venezolana llegó a tener 12.471 establecimientos. Es decir, las actuales 2.209 industrias indican que el parque industrial se redujo 82% desde entonces, mientras que la capacidad utilizada ha caído 66% en siete año y hoy es de apenas 12%. Analistas proyectan que la caída de la producción manufacturera será de 25% para 2020, esto muestra cómo la economía venezolana a lo interno es un paciente en coma.

«La industria venezolana hoy está minimizada en más de 90% como consecuencia de 20 años de adopción constante y caprichosa de políticas nefastas promulgadas sin conocimiento, pero se niega a desaparecer», señaló Adán Celis, presidente de Conindustria.

Resaltó que el covid-19 también se suma a las muchas calamidades que atraviesa el sector industrial. «En la Venezuela actual, el impacto de la pandemia tiene mayor intensidad. A la catástrofe económica ahora se suman las secuelas de la enfermedad. El mal nos ataca sin piedad en momentos de gran vulnerabilidad financiera, que repercute en lo económico y, por ende, en lo social», dijo.

Comercio: ventas por el piso
A finales de 2019, representantes del sector comercial señalaron que 2020 «sería un año de supervivencia» por lo que habría que adaptarse a las nuevas condiciones del entorno. Estas declaraciones respondían a los cientos de bodegones y mini markets que abrieron el pasado año, y que evidenciaban un cambio en el modelo de negocio en el país.

Señalaban desde Consecomercio que el sector productivo venezolano se ha convertido en «una tierra arrasada», pues la opción de importar productos resultó viable para muchos y que muy posiblemente se profundizaría en 2020. Hoy, con cuatro meses de cuarentena, las importaciones han disminuido, lo que puso en aprietos a muchos comerciantes.

El proceso de dolarización de facto -por su parte- permitió los pagos con divisas en los comercios, minimizando los problemas generados por la escasez de bolívares en efectivo y de una débil plataforma de pagos bancaria.

Este año, no obstante, ahora los venezolanos deberán utilizar una buena parte de sus ingresos en divisas que destinaban para comprar bienes para pagar gasolina, una medida con la que nadie contaba a principios de 2020. Se prevé además una caída en la llegada de remesas al país debido a la cuarentena, que según Ecoanalítica disminuirán $2.000 millones para cerrar el año en $1.500 millones, por lo que habrá menos disponibilidad de divisas.

Felipe Capazzolo, presidente de Consecomercio, dijo que 90% de los locales comerciales en el país permanecen cerrados debido a la cuarentena.

«Los comercios han tenido que sobrellevar un entorno empinado intentando permanecer a flote con el pago de sus nóminas y manteniendo al mínimo sus estructuras. De extenderse esta situación, podría hablarse de un punto de no retorno para un grupo considerable de empresas, por lo que resulta imperativo que éstas puedan volver a brindar sus servicios, tomando en consideración las medias pertinentes de sanidad», dijo.

Consecomercio alertó que previo a la pandemia, 30% de sus afiliados se encontraba en un riesgo importante de cerrar sus empresas. Ahora, los comerciantes se han enfrentado a meses de confinamiento, a lo que se suma el regreso de los controles de precios y la falta de combustible, lo cual dificulta las condiciones operativas del sector.

Agrícola: sin semillas ni gasolina
La escasez de gasolina se sumó en 2020 a otros factores como el desabastecimiento de insumos, semillas y fertilizantes; controles de precios, bajo financiamiento bancario y a la falta de políticas públicas para el sector agropecuario del país.

Pero en el segundo trimestre del año, la paralización de actividades debido a la cuarentena terminó por asfixiar a los productores del campo que debieron regalar sus cosechas a la población para que no se perdieran.

Aquiles Hopkins, presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), relató recientemente un dato preocupante: «Estamos consumiendo los alimentos que sembramos hace dos, cuatro, seis meses, hoy no se está sembrando«.

Resaltó además que la exoneración de aranceles para productos importados decretada por el régimen, es una medida que da la espalda a los productores venezolanos y va en detrimento de la economía local.

«Queremos producir en Venezuela y hoy nos dicen que el mayor productor va a ser la economía de puerto. Si quebramos al sector productivo y perdemos los empleos ¿con qué dinero vamos a comprar alimentos? La exoneración de aranceles es pan para hoy y hambre para mañana», advierte Hopkins.

Fedeagro sostiene que Venezuela solo produce 25% de los alimentos que consume, a pesar de que en el pasado produjo 70%. Hopkins explica que esta drástica caída implica que de cada cuatro días que un ciudadano come, la cosecha nacional solo es capaz de garantizar los alimentos de un día.

«Y esta es la razón por la cual se consiguen alimentos en pequeñas cantidades y los pocos que se pueden adquirir tienen precios muy elevados», afirma, al tiempo de señalar que los cultivos no reflejan crecimiento en los últimos 10 años y mantienen una caída sostenida desde 2008. «Venezuela enfrenta el ciclo agrícola más nefasto de la historia republicana».

Fisco en quiebra
Pero la guinda de la crisis económica lo tiene la quiebra del Fisco. La administración de Maduro se ha quedado prácticamente sin recursos en bolívares provenientes de la recaudación tributaria. Esta crítica situación hace que cada vez más use al Banco Central de Venezuela (BCV) como su caja fuerte al exigirle que imprima dinero inorgánico para financiar sus gastos.

Esta estrategia que desvirtúa la política monetaria del BCV ha sido en gran medida responsable de la hiperinflación presente en la economía venezolana, por lo que cualquier recaudación que logre el Seniat se verá «licuada» por este proceso inflacionario.

La principal causa de la pérdida de recursos del Fisco lo constituye la caída de las exportaciones petroleras, las cuales mostrarán en 2020 su nivel más bajo en años.

El director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, calcula que la exportación de crudo puede desplomarse hasta 80% con respecto a 2019, cerrando el período en unos $5.000 millones.

Explica que debido al menor ingreso petrolero, el aporte fiscal por este concepto «será cero» en 2020, porque Pdvsa y las empresas mixtas no tienen capacidad de recaudar regalías ni Impuesto sobre la Renta (ISLR).

Por otra parte, la recaudación tributaria del sector privado comercial e industrial correspondiente al Impuesto al Valor Agregado (IVA) e ISLR, será mucho menor este año debido a la caída de las ventas y a las cero ganancias de los establecimientos que permanecen cerrados durante la cuarentena.

La mayoría de las empresas no están cancelando sus obligaciones tributarias porque no hay facturación. En consecuencia no cuentan con ese músculo financiero necesario para sus gastos, comprar bienes, pagar salarios ni mucho menos para cancelar impuestos. Esto supone una paralización en el flujo de caja del Estado y por lo tanto no tiene manera de inyectar dinero para reactivar la economía.