Las relaciones entre Venezuela y Rusia han evolucionado significativamente debido a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos. Lo que comenzó como una relación comercial ha pasado a abarcar dimensiones energéticas, militares y geopolíticas. Esta cooperación entre países sancionados ha generado efectos geopolíticos inesperados para los sancionadores.
La prohibición de Estados Unidos de vender repuestos para la flota de aviones F-16 y la negativa de España a vender lanchas de vigilancia costera a Venezuela, debido a la inclusión de dispositivos fabricados en Estados Unidos, llevó a Venezuela a buscar alternativas. Como resultado, adquirieron aviones caza rusos modelo Su-30Mk2 Sukhoi, fusiles Ak-103 Kalashnikov, sistemas antimisiles S-300, helicópteros y tanques de guerra. Además, se anunció la instalación de una fábrica de fusiles rusos en Venezuela.
Lo que inicialmente era una relación comercial se ha transformado en una relación geopolítica. El acercamiento de Rusia a países en la zona de influencia de Estados Unidos se interpreta como una respuesta a la entrada de países vecinos en la OTAN, lo cual Rusia considera una amenaza. En el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania, el Kremlin ha aumentado su desafío a Occidente al plantear la posibilidad de un despliegue militar en Venezuela si aumentan las tensiones con Estados Unidos.
Además de la cooperación militar, Rusia ha incrementado su presencia en el sector petrolero y gasífero de Venezuela. Se han firmado convenios para la certificación de reservas en la Faja Petrolífera del Orinoco, lo que ha permitido a empresas rusas como Gazprom, Rosneft y Lukoil participar en proyectos de gas y en la exploración y explotación de crudos en la plataforma submarina del Delta del Orinoco y en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Las guerras en Europa y el Medio Oriente han llevado a los países consumidores de petróleo a reconsiderar sus relaciones con Venezuela. Desde el endurecimiento de las sanciones comerciales a Pdvsa, el petróleo venezolano fue desplazado en el mercado estadounidense por el petróleo ruso. Sin embargo, con las sanciones a Rusia debido a la invasión a Ucrania, el petróleo ruso también ha sido afectado. Esto ha llevado a Estados Unidos a flexibilizar las sanciones a Venezuela para evitar un alza en los precios de los combustibles y la energía.
La flexibilización de las sanciones tiene más importancia geopolítica para Estados Unidos que para Venezuela. La Administración Biden busca alejar a Nicolás Maduro de Vladimir Putin y recuperar el petróleo venezolano que se remata en los mercados asiáticos. La licencia general 44 de la OFAC autoriza a empresas mixtas en las que participa Chevron a reactivar la producción de petróleo para ser exportado a Estados Unidos, pero excluye a Rusia de estas transacciones.
En resumen, las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos han llevado a un estrechamiento de la relación entre Venezuela y Rusia en ámbitos energéticos, militares y geopolíticos. Esta cooperación ha generado efectos geopolíticos no previstos por los sancionadores y ha llevado a Estados Unidos a flexibilizar las sanciones para evitar un alza en los precios de los combustibles y la energía.