De nuevo se reunieron en México el representante de la dictadura madurista y la representación de la Plataforma Democrática. La reunión, por lo breve de la misma, no fue una jornada de diálogo, sino un encuentro para firmar un acuerdo que habían venido trabajando desde hace varios meses. Una novela por entregas estamos presenciando con el diálogo en la nación azteca.
Para quienes creemos en la democracia, el diálogo es una herramienta fundamental de la vida social. Partimos del principio del pluralismo ideológico, social y político. Es decir, entendemos que los hombres somos poseedores de una dignidad derivada de nuestra especificidad humana y de nuestra libertad. Eso nos hace diferentes el uno del otro, poseedor de sueños, ideas, visiones, posturas e intereses diversos. En medio de la diversidad buscamos el acuerdo para poder convivir civilizadamente en el mundo.
Nuestra naturaleza social nos lleva a integrarnos con otros seres humanos. Surge la familia y otra serie de organizaciones, dando lugar a la diversidad de entidades humanas que integran la sociedad.
Ahí estamos ante el pluralismo social y político. En medio de ese pluralismo cultural, filosófico, social y político nacen también las contradicciones. Canalizar el volumen y la naturaleza de esas contradicciones es la tarea de la política. Vale decir ordenar la vida social, encauzar la diversidad de intereses. Hacer posible la vida, permitirle a cada persona desenvolverse, atender sus necesidades y resolver los problemas derivados de la convivencia, es decir gobernar.
Ahora bien, al diálogo debe concurrirse con la convicción y la disposición a atenderse las opiniones, visiones e intereses de la otra parte. Cuando ese espíritu no está presente el diálogo pierde eficacia como herramienta para la democracia y la convivencia civilizada. Y esta ha sido la conducta del régimen socialista venezolano durante estos largos años de su presencia en el poder. El diálogo para la camarilla roja ha sido un instrumento para ganar tiempo, burlar a la comunidad nacional e internacional.
Luego de más de un año de haber suspendido ese proceso, con argumentos insostenibles, se reúnen en México para firmar un convenio que aún no está claro si se enmarca en las normas firmadas en el acta del 13 de agosto de 2021. La puesta en escena de México pone en evidencia que durante un espacio de tiempo las partes fueron trabajando su contenido. Lo de México simplemente fue la reunión para suscribirlo y hacerlo público.
Descongelar 3.000 millones de dólares pertenecientes a Venezuela para invertirlos en el desarrollo de programas en bien de los ciudadanos es positivo. Pero eso no puede hacernos perder el conjunto del asunto.
Cuando he afirmado, desde mi cuenta de Twitter, que el resultado de esa reunión fue 1 a 0 a favor de Maduro, lo hago porque desde el lado del gobierno han estado durante los últimos tres años quejándose por el congelamiento de esos fondos, en el marco de las sanciones que la comunidad internacional le ha aplicado a la administración de Maduro. La camarilla roja logra descongelar esos fondos, más allá de que su administración se haga a través de agencias de la ONU.
¿Qué logros tenemos desde los planteamientos formulados por los diversos sectores de la sociedad democrática? Los demócratas venezolanos hemos exigido, una y otra vez, el respeto a los derechos humanos, el cese de la militarización del país, el respeto a la vida humana, la liberación de los presos políticos, la apertura de los medios de comunicación social cerrados arbitrariamente en toda nuestra geografía, el respeto de los derechos políticos de los ciudadanos, la certeza en los procesos electorales, con su transparencia y libertad correspondiente.
De esos planteamientos no hay una sola respuesta. Maduro logra que le flexibilicen las sanciones, que le liberen a sus familiares presos por graves delitos, que le permitan viajar por el mundo junto a sus colaboradores, pero aquí sigue el hostigamiento y la persecución para quienes expresamos nuestro desacuerdo con el régimen.
El diálogo entonces no puede ser para atender solo los puntos de vista de Maduro, y seguir dándole largas a las exigencias de la sociedad democrática.
Cuando se trata de los asuntos propuestos por Maduro la ejecución de los acuerdos son de efecto inmediato. ¿Será así, si en algún momento se oye algún planteamiento de la otra parte?
El memorándum de entendimiento en el área denominada “El Método” dice:
“La negociación se dará bajo el principio de que nada está acordado hasta que todo lo esté. Sin embargo, las partes podrán celebrar acuerdos parciales si consideran que el o los temas sobre los que versen han sido suficientemente discutidos y si su implementación es urgente, necesaria o, al menos, verificable antes del término de la negociación. Los acuerdos parciales tempranos serán incluidos en el acuerdo final y serán irreversibles desde su emisión, sin perjuicio de que exista la posibilidad de ajustarlos a las circunstancias o de mejorarlos, atendiendo, entre otros, al principio de progresividad”.
Habrá que solicitar a los negociadores una explicación sobre cuál es la naturaleza del acuerdo del pasado sábado 26 a la luz de este punto.
¿Este acuerdo es de inmediata ejecución? ¿De ser así, cuando podemos tener la noticia de un acuerdo, de conformidad con los principios del memorándum de entendimiento, que permita, por ejemplo, la libertad de los presos políticos?
Ese memorándum dice: “Convencidos de la importancia de promover una cultura de respeto a los derechos humanos y de investigar y sancionar su violación”.
¿Por qué en un año no ha sido posible que Maduro libere a uno solo de los presos políticos?
Se trata de buscar un equilibrio en el avance del diálogo. Se trata de que nuestras exigencias como sociedad democrática tengan cabida. Hasta ahora ese equilibrio no existe. Por eso afirmo que solo Maduro logra que sus temas sean resueltos. Los nuestros siguen en espera