¡DEL DICHO AL HECHO, HAY MUCHO TRECHO! Ventidos años de muelas, mojones, y cotorras… (Aporrea)

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Del dicho al hecho hay mucho trecho? es un refrán popular que se refiere a la paradoja de que lo prometido no se corresponde con las acciones o caminos que el individuo debe de seguir o cumplir para alcanzar sus objetivos o lo ofrecido. Fin del refrán. Anónimo.

Como tal, es un proverbio de origen español pero muy popular, y usado también en nuestra querida Venezuela. Este refrán refleja que en ocasiones las palabras o promesas del individuo no son reflejadas en sus acciones, y es por ello que el hombre no debe confiar en las promesas (muelas, mojones, y cotorras) que no pueden cumplirse. Por ejemplo: en las campañas políticas, que los politicastros aprovechan para dar su mejor discurso prometiendo, y ofreciendo cientos de ‘mojones’ al pueblo para captar las atenciones de los ciudadanos, y asegurarse su voto, pero que al pasar del tiempo las promesas ofrecidas son diferentes a la realidad de los hechos. Fin de la cita.

El refrán como título de este articulo, manifiesta una realidad concreta: «del dicho al hecho hay mucho trecho». ‘Los directivos’ del proceso revolucionario, que se creen los inventores del agua tibia, donde estos refranes populares surgidos del entramado popular, son muelas, mojones y cotorras, como las que ellos se encargan de divulgar por los medios de comunicaciones, y redes sociales, en su bombardeo, y propaganda constante. Sin embargo, nada más cierto que este popular, y certero dicho popular. Estos ‘líderes actuales de la revolución’ se creen que es fácil construir una vez que se ha destruido toda la economía, y la infraestructura del empleo productivo, sanitaria, educativa, y el estado de derecho. Siguiendo aquella errática máxima de: «destruir los aparatos, y reconstruir los aparatos». No sabiendo estos *involucionarlos* del siglo XXI, que la construcción de los aparatos, cuestan muchas horas/hombres, y hasta décadas de trabajo, mientras la destrucción de la infraestructura publica venezolana se ejecutó en solo minutos con premeditación, y alevosía. Este contexto surge nada más el observar los hermosos jardines, en parques, plazas y avenidas, y bellas playas, que existen en muchos de los países desarrollados, que el ñangaraje de resentidos, atacan con mucha frecuencia en países como los Estados Unidos de América, Inglaterra, Francia, o Israel. ¿De qué países estamos hablando, y no copiamos lo bueno de esos modelos? De jardines, sembradíos, y bellos complejos urbanísticos, realizados en zonas fértiles, y en otras no tan fértiles, como Israel, ferozmente atacado por la teocracia fundamentalista iraní. Desarrollos estos llevados a cabos, por personas sencillas, y sensibles, con amplitud de criterio, y alta sensibilidad humana. Todo el mundo por donde desembaúlan los hijos de esta patria llamada Venezuela, con una pesada cruz a cuestas, al menos el que está consciente, sabe de la terrible tragedia económica que asola a esta nación, por culpa de un modelo político totalitario fracasado en la URSS en el siglo XX, y todos los países comunistas de la Europa Oriental, y que mantiene en la miseria en pleno siglo XXI, al pueblo cubano. En unos, resulta imposible creerlo por ser este un rico país petrolero, y minero. Las condiciones ambientales de Venezuela —como llanos, y suelos fértiles— todo lo permite para su desarrollo, y progreso. La abundancia de agua es una razón, entre muchas otras para la inversión-producción, que derivan de condiciones climáticas favorables, y que facultan la agro producción de alimentos. Venezuela cuenta con zonas maravillosas, Sus tierras son muy fértiles, tanto que si se lanza una semilla, inmediatamente germina una planta que con pocos cuidados se convierte, en un frondoso árbol, dando buenos frutos. Aunque los expertos en Agronomía dicen que, la tierra cuando se trata de cultivos a gran escala requiere de trabajo, dedicación, conocimientos, y demás técnicas de cultivos. Sabemos que todo no es el solo: «soplar y hacer botellas» como se dice coloquialmente en la joda popular; insisto en que el venezolano lo que necesita es trabajar, para echar pa’lante. Lo que no les gusta a quienes quieren imponer el perverso modelo cubano: «o sea grupos de pedigüeños, que no trabajen, para que siempre tengan la mano tendida, en una especie de tírame algo». Que no trabajen sino que vivan de las dadivas de papá estado.

¿Trabajar en los modelos estalinistas, y totalitarios? Pareciera ser un pecado para quienes aspiran que todo se lo regalen, y se lo den por sus predicas revolucionarios, y zapear a todos los vecinos que hablen mal de los revolucionarios de la nomenklatura. Entonces piensan que diciendo «independencia, y patria socialista, rodilla en tierra, y cuanta bolsería se les ocurra» y que solo basta con abrir la boca, para que como por arte de magia desaparezca la hiperinflación, se reactive la producción petrolera, desaparezcan las colas para echar gasolina, y la dolarización de los combustibles, se acaben los apagones etc. Diría la joda popular, para seguir en el repertorio del refranero popular, «puras ilusiones de tísico». Nada se produce, por si solo, hay que sembrar, y cultivar la tierra, para recuperar la producción petrolera se requiere: «inversiones nacionales, y extranjeras, tecnologías, y recursos humanos altamente capacitados» con todo lo que esto implica, y después se recogerán los frutos de la buena cosecha.

Mandar a preparar jardineras en los balcones, y corrales en los patios de las casas, o cualquier pedazo de tierrita, para sembrar, no nos hará auto suficiente en materia agroalimentaria. Ya que la improvisación, la desinformación, y la ignorancia supina adornan las palabras con magia e ilusiones de baja estofa; las claques encantadas, las escuchan, como quien oye una telenovela. Se termina, apagas la televisión, y a otra cosa mariposa. Ni apagones, ni colas para echar gasolina; mucho menos hiperinflación, y puntos de control, y atraco militar en las carreteras del país. Todo es producto de la maldad, de quienes aplican utopías fracasadas, y no el trabajo emprendedor, para la realización de la vida cotidiana. De falsas ilusiones y mojones, nos se vive, como lo de las grandes construcciones, gasoductos para el Mercosur, trenes, y oleoductos que atravesarían toda la América Latina, para hacer de Venezuela un país potencia. Todo fue como tirarse un peo en un chinchorro, pura agua de colonia, y peo, todas estas muelas, de mojones, y cotorras se acabó, y todo ha terminado muy mal: dejando devastaciones, ruinas y miserias. Por eso sigo con el famoso refrán de marras: «del dicho al hecho hay mucho trecho». Lo demás es pura retórica en revivir el pasado, por lo que no surge un nuevo liderazgo creíble, que se proyecte en acciones concretas, y efectivas.

Por: Edgar Perdomo Arzola
Fuente: Aporrea