Desesperación y frustración causa en la población escasez de gasolina

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Ayer, durante un recorrido por Montalbán, al tener que interrumpir la cuarentena para comprar alimentos, pudimos ver impresionados una enorme tranca de vehículos a lo largo de la avenida Teherán, las colas de automóviles abarcaban ambas vías las de ida y regreso de esta zona, así como la que sube del viaducto, donde se encuentra la estación de gasolina que surte a parte del área del suroeste. Cientos de vehículos de distintos tipos, autos, motocicletas, camiones, camionetas unas tras otras escenificaban una especie de caos urbano, casi imposible de imaginar y es que la carencia de gasolina algo impensable en un país exportador de crudo, asola y pone en un estado de nerviosismo y frustración a miles de venezolanos.

Por: Aporrea

La tan temida escasez de gasolina por fin le ha tocado a la gran urbe metropolitana, y lo hizo al principio de forma casi subrepticia, en el sopor de plena cuarentena, cuando la gente estaba resguardada de la pandemia del covid-19, no obstante la necesidad básica de alimentación fue sacando a los metropolitanos de sus moradas para poder abastecerse de alimentos y otros rubros de sobrevivencia y a medida que se fueron percatando, en esa medida les fue impactando la realidad en sus caras, la noticia es que no hay gasolina y hay que hacer colas de hasta dos y tres días para abastecerse.

Así mismo sucedió con los apagones, que para los habitantes de la zona metropolitana, eran noticias que sucedían a lo lejos, en la provincia, en Maracaibo, en Mérida, como si el hecho de vivir en la ciudad capital y alrededores les diera una especie de protección divina, sin embargo, de a poco comenzaron los cortes de electricidad a llegar también a la metrópolis y la sensación es que dichos problemas llegaron para no irse, lo mismo sucede con la gasolina, porque pareciera que en Venezuela, lo mas terrible y temido comienza como ensayo por el interior de la república, hasta que los problemas inevitablemente llegan a los incrédulos ojos del citadino, quienes en sus fueros internos hasta hace poco dudaban de que los aciagos momentos llegarían. Y no se sabe si la cuarentena fue el momento propicio para que estallara el problema de la gasolina en la Gran Caracas o es que surgió por la espontaneidad de una crisis que se agiganta y que preocupa por las consecuencias que pueda ocasionar la falta de combustible, pieza fundamental para el manejo económico del país.

Ya el estado de agobio que causa el sacrificio de estar encerrado debido a la cuarentena, aunado a los precios escandalosos de la comida, imposibles de comprar y ahora una distribución de la gasolina que es prioridad para los profesionales que laboran en medio de la pandemia y donde se deja afuera a otros que dependen de sus carros para trasladarse desde sitios remotos a buscar alimentos, medicinas, personas que no pueden caminar, convierte la situación imposible de soportar.

Varias personas que no quisieron dar sus nombres reales, declararon como esta situación los afecta:

Rita Saavedra, una persona de la tercera edad, nos dice que está sufriendo mucho esta circunstancia, debido a su situación, ella vive sola y sufre de una condición que le disminuye su capacidad para caminar, por lo que el carro para ella representa todo, desde comprar medicinas hasta la búsqueda de alimentos. Ella no puede caminar largas distancias y donde vive en Montalbán, no hay negocios cerca de su residencia. Ella dice que las colas para surtirse de gasolina en Montalbán son alarmantes, hay que madrugar o esperar hasta dos días para ver si tiene la suerte de que le pongan 20 litros. Dice que entre la cuarentena y ahora la falta de gasolina la tienen al borde de la locura y que está a punto de estallar.

Mireya León desde Caraballeda nos relató la pesadilla que sufrió cuando un familiar presentó un cuadro delicado de salud y al no poder llevarla a un centro de salud por no tener gasolina, llamó pidiendo apoyo a los bomberos quienes contestaron que no podían trasladar a la persona porque ninguna de las dos ambulancias tenía gasolina. Al final pudo conseguir la ayuda de un amigo que trasegó el combustible de un carro accidentado al que finalmente la trasladó a la clínica.

Diego Vegas Rivero vecino de Montalbán, nos dice que para él es todo un drama pues le tiene que llevar comida y medicina a su mamá que vive sola en la parroquia San Juan, hace rato que no puede usar su vehículo porque no tiene gasolina, por lo que se ve obligado a tomar el transporte público para poder alcanzarle los bastimentos a su progenitora y cada vez que se monta en una camioneta es una experiencia aterradora, pues a pesar de la cuarentena, las unidades van abarrotadas de gente, donde no se guarda la distancia prudencial, y es que mientras no haya gasolina, nos dice, habrá mas gente usando el trasporte público y eso es un caldo de cultivo para el contagio. Por otro lado nos muestra su preocupación porque debido a la escasez de combustible, los rubros alimenticios subirán cada día mas y mas, como ya se está viendo y añade que sabe de agricultores que no pueden trasladar sus productos porque no tienen gasolina.

La señora Marina Camacho habitante de Mare Abajo, La Guaira, narra que su hijo le lleva desde la bombona de gas hasta los botellones de agua, porque donde ella vive no hay, pero debido a esta situación ya no saben como hacer y que el transporte en la Guaira es pésimo, y ahora con la escasez de combustible es peor, «y hasta cobran en dólares» nos dice, a uno de sus hijos, en una camioneta, le cobraron en horas de la noche, 3 dólares para trasladarlo desde el Periferico de Pariata hasta El Caribe.

Gerardo Caballero, estuvo en una cola en una bomba de gasolina en Las Mercedes desde las 2 am hasta las 6pm del otro día para que le llenaran el tanque con solo 20 litros de gasolina. Desde su carro pudo observar a varios guardias «martillando», así como a algunos bomberos ofreciendo mas litros si les pagaban con divisas.

El señor Dimas Iriarte, de La Pastora, se despierta todos los días para calentar su viejo malibú, da una vuelta para comprar el pan, queso, buscar agua potable, y el salado para la familia compuesta de esposa, hijos y nietos, su rutina se ve interrumpida por la cuarentena, pero dice que le pega mas duro el asunto de la gasolina, se siente muy mal, apesadumbrado, porque a su edad no es fácil pasar hasta dos días haciendo la cola para echar gasolina. Confiesa que nunca se imaginó a sus 74 años que esto podría pasar en Venezuela, con desarrollos tan grandes como El Tablazo, Pequiven, Sidor, Morón, que jamás en el pasado pudiera siquiera imaginar que un país tan rico en hidrocarburos, uno de los grandes exportadores de petróleo en el mundo estuviera en estas condiciones. Por eso llegar a esta situación en que siente lo «hemos perdido todo, hasta el orgullo» dice que lo entristece, sobre todo por el futuro de sus nietos.