En sus diez años al frente del Vaticano, el Sumo Pontífice optó por dar pasos silenciosos en lugar de confrontar con esos regímenes en busca de una solución pacífica a las graves situaciones que atraviesan esos países
Por Lucas Goyret – Infobae
Una semana antes de que Jorge Bergoglio se convirtiera en el papa Francisco, en Venezuela moría el presidente Hugo Chávez. Un hecho que marcó un antes y un después no sólo en el país caribeño, sino también en toda la región. Por estricta orden del “Comandante”, el poder quedó en manos de su entonces canciller, Nicolás Maduro. Lo que siguió en estos diez años es historia conocida: fraudes electorales, represión, persecución, violaciones a los derechos humanos, y una Venezuela sumida a una crisis humanitaria sin precedentes.
En una región mayoritariamente católica, y expectante por el hecho de tener en Francisco al primer Papa latinoamericano, el Sumo Pontífice encaró esta crisis a través del diálogo y la diplomacia. Postura que tuvo adeptos, pero también críticos, que le exigían -y le siguen exigiendo- una posición más dura contra el régimen chavista.
Lo propio ocurrió -y ocurre- con las graves situaciones que se están viviendo en Nicaragua y Cuba.
El obispo argentino de San Francisco (Córdoba), monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, explicó, en diálogo con Infobae, que “cuando uno analiza la diplomacia de la Santa Sede tiene que advertir que es diplomacia, pero que no corre por los mismos registros que la diplomacia de los países”. “Es lo que se suele llamar una diplomacia para la paz: busca básicamente que allí, donde hay comunidades católicas, tengan una misión libre, que puedan llevar adelante su misión con libertad, los obispos, las diócesis, y las parroquias. Sobre todo en zonas de conflicto como pueden ser estos países de América Latina como Venezuela, Cuba, y ahora Nicaragua”.
El religioso valoró, además, el hecho de que el Sumo Pontífice privilegiara los vínculos personales: “Así como en la época de Juan Pablo II, con todo el conflicto con el fin de la Guerra Fría, la caída del Muro… El estilo personal del Papa Francisco le ha sumado características especiales. Con los países de América Latina tiene un peso especial, porque además Francisco es latinoamericano, conoce desde dentro la situación de nuestros países y puede comprender mejor algunos reclamos que desde fuera no se comprenden”.
“Los Papas ante estas situaciones dramáticas, como Pio XII en la Segunda Guerra Mundial, ahora Francisco en situaciones parecidas, es como una disyuntiva: apelo a exclamaciones clamorosas, que puedan tener difusión pública o pasos silenciosos, realmente efectivos, de los que se van a beneficiar algunos o muchos, y de los que tal vez no pueda dar cuenta porque si los publico voy a hacer que me bajen la persiana, y no pueda seguir interviniendo. En muchos conflictos en los que la Santa Sede interviene, los nuncios se encuentran ante esta disyuntiva”, agregó.
En un artículo publicado años atrás, el teólogo venezolano Rafael Luciani consideró que “el Papa siempre ha sido coherente y ha actuado en comunión con las instancias eclesiásticas regionales”.
Francisco, y la crisis en Venezuela
En el año 2016 la crisis social, política y económica de Venezuela se exacerbó como nunca antes. En diciembre de ese año, el Vaticano medió en los diálogos entre el chavismo y la oposición en República Dominicana, a través del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede que también se desempeñó como Nuncio en Venezuela entre 2009 y 2013. Sin embargo, esos esfuerzos, que también contaron con la participación de los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá), y Leonel Fernández (República Dominicana), y Unasur, quedaron en la nada. La oposición venezolana y gran parte de la comunidad internacional denunciaron en ese entonces que la dictadura de Maduro nunca quiso dialogar, sino ganar tiempo con falsas promesas para descomprimir la situación que se vivía por esos días.
Luego de las fallidas negociaciones, Francisco envió una carta al chavismo y a la oposición, remarcando la importancia del diálogo. Pero esas palabras no fueron bien recibidas por la cúpula chavista. La carta, firmada por Parolin, exigía el cumplimiento de los acuerdos a través de la “implementación urgente de medidas destinadas a aliviar la grave crisis de abastecimiento de comida y medicinas”. Pidió, además, la liberación de los opositores detenidos y remarcó la necesidad de un “camino electoral”.
La carta enfureció al chavismo. Diosdado Cabello advirtió en ese entonces que el Vaticano no iba a “tutelar a Venezuela” y consideró una “falta de respeto” que Parolin haya enviado una misiva. Maduro, por su parte, acusó a la Santa Sede de ser un “facilitador” que se dedicó a “sabotear” el diálogo.
Años después, en 2019, el momento de mayor aislamiento internacional de la dictadura venezolana por sus atropellos a los derechos humanos, Maduro solicitó la intervención del Vaticano. Pero la respuesta no fue la que esperaba.
Por medio de una carta, el Papa le recordó al dictador venezolano que ya en el pasado “lo que se acordó en las reuniones no fue seguido por acciones concretas”. Sostuvo, asimismo, que esa serie de solicitudes se consideraron “indispensables para que el diálogo se desarrolle de manera fructífera y efectiva”, y remarcó “la necesidad de evitar cualquier forma de derramamiento de sangre”.
Pero además de la contundente respuesta, hubo otro detalle que llamó la atención y que marcó un contraste con respecto a su trato habitual con los mandatarios del mundo: no lo trató de “presidente”. “Excelentísimo señor Nicolás Maduro Moros, Caracas”, fue el destinatario del mensaje que partió desde el Vaticano.
Esa carta fue privada y sólo se difundieron algunos extractos en la prensa italiana. Por el tono, es fácil presumir que el chavismo no quiso divulgar el contenido. Francisco nunca reveló su contenido, pero sí se refirió a los intentos de la Santa Sede para interceder en la crisis venezolana.
“Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo. Si yo entrara a decir ‘háganles caso a estos países o a estos otros’, me metería en un rol que no conozco: sería una imprudencia pastoral por mi parte y causaría daño. Las palabras las pensé, las repensé y expresé mi cercanía y lo que siento. Yo sufro por todo esto. Ponerse de acuerdo no alcanza. Una solución justa y pacífica. Me asusta el derramamiento de sangre”, dijo en enero de 2019, en el avión de vuelta de su viaje por Panamá.
Francisco también fue criticado ese año por no haber condenado en la carta a Maduro las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Por esos días el cardenal venezolano Baltazar Porras salió en defensa del Sumo Pontífice, y recordó que la Iglesia Católica no está en contra de ningún sector político en el país, sino que su labor es buscar la unión y que se alcance una solución pacífica.
“El Vaticano siempre ha estado dispuesto a ayudar y a intermediar a lo largo del tiempo”, afirmó el cardenal, y agregó que no se debe asumir la postura de la Iglesia de no estar con ninguna de las partes como que “nos estamos lavando las manos”. “La función primordial y más como creyentes y como pastores es buscar la unidad”, afirmó.
Monseñor Buenanueva aseguró que “la Santa Sede conoce desde dentro lo que es la situación de Venezuela”. Además de los estrechos vínculos con los obispos venezolanos, el secretario de Estado Parolin fue Nuncio en Venezuela; su número dos es Edgar Peña Parra, de nacionalidad venezolana; y también lo es Arturo Sosa, el superior de los Jesuitas, orden a la que pertenece el Papa.
El obispo argentino subrayó que el trabajo entre el Papa, la diplomacia de la Santa Sede y los obispos venezolanos, “ha sido muy importante”. En especial, para garantizar la ayuda humanitaria para los sectores más vulnerables del país. “Cuidar a los más vulnerables es un rasgo muy característico del papa Francisco desde el inicio de su pontificado”.
En una extensa entrevista a Infobae, el papa Francisco dijo que ve una luz de esperanza para que pueda modificarse el régimen venezolano “porque son las circunstancias históricas las que van a obligar a cambiar el modo de diálogo que tienen”. Y afirmó: “Nunca cierro la puerta a posibles soluciones”.
Preocupación por la persecución contra la Iglesia en Nicaragua
En abril de 2018 comenzó una grave crisis social y política en Nicaragua, que se mantiene hasta estos días. Desde aquellas protestas civiles contra el gobierno de Daniel Ortega, el régimen recrudeció su campaña de persecución y represión. Campaña que también tiene entre sus víctimas a la Iglesia.
En 2018 el régimen sandinista expulsó de Nicaragua a un sacerdote colombiano y uno salvadoreño, y en 2022 expulsó al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.
También mantiene bajo arresto a ocho sacerdotes, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, quien fue sustraído por agentes policiales la madrugada del viernes 19 de agosto, junto a otros cuatro presbíteros, dos seminaristas y un camarógrafo del palacio episcopal de la diócesis de Matagalpa, después de haber estado 15 días confinados. Álvarez, muy crítico del régimen de Ortega, fue condenado el pasado 10 de febrero a 26 años y 4 de meses de prisión tras ser declarado culpable por delitos considerados “traición a la patria”.
Sumado a estas detenciones arbitrarias, Ortega también atacó al papa Francisco y apuntó contra la Iglesia Católica, al considerarla una “dictadura perfecta”. El jefe del régimen nicaragüense atacó a los clérigos y al Vaticano: “¿Quién elige a los curas, a los obispos, al papa, a los cardenales? ¿Cuántos votos? ¿Quién se los da?”, preguntó en septiembre del año pasado.
Ortega dijo que si la Iglesia Católica quiere hablar de democracia, debería empezar “por elegir con el voto de los católicos al papa, a los cardenales, a los obispos, a los sacerdotes, sino que todo es impuesto, es una dictadura, la dictadura perfecta, es una tiranía, la tiranía perfecta”.
En la entrevista con Infobae, el Sumo Pontífice también opinó, como pocas veces, sobre la situación en Nicaragua y se pronunció sobre los dichos del dictador nicaragüense: “Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige [Daniel Ortega]”.
Respecto a la crisis que atraviesa el país centroamericano, agregó: “Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una distinción linda de Argentina, guarangas. Guarangas”.
Tiempo atrás, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, también tuvo duras palabras contra Ortega, a quien calificó de mentiroso y cínico: “¡Cuánta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo! Un dictador dando lecciones de democracia; alguien que ejerce en forma ilegítima el poder, criticando la autoridad que Jesús otorgó a su Iglesia; alguien que es ateo, lamentándose de no sentirse representado por la Iglesia”.
En diálogo con Infobae, el papa Francisco se refirió a las crisis políticas en Venezuela y Nicaragua
Báez se encuentra exiliado en Estados Unidos por decisión del papa Francisco, quien por motivos de seguridad -había amenazas de muerte contra el religioso nicaragüense- le solicitó que dejara el país.
El pasado 12 de febrero, el Sumo Pontífice lamentó la condena contra monseñor Álvarez, y animó a los responsables políticos a la “búsqueda sincera” de la paz en ese país. “Las noticias que llegan desde Nicaragua me han dolido no poco, y no puedo no recordar con preocupación al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Alvarez, a quien quiero mucho, condenado a 26 años de cárcel y también a las personas que han sido deportadas a Estados Unidos”, dijo el pontífice tras el Ángelus dominical de ese día.
Tiempo atrás, Francisco también había expresado su deseo de que las Hermanas de Calcuta “puedan volver a Nicaragua”. Sobre la expulsión de Sommertag, el Papa la tildó de “grave desde el punto de vista diplomático” y reconoció que “es difícil de entender las cosas que han ocurrido”. Sin embargo, aclaró que “no detendrá jamás el diálogo” con el régimen sandinista en busca de una solución pacífica.
Monseñor Buenanueva dijo que, en línea con su diplomacia para la paz, “el Vaticano trata de mantener una línea de diálogo”. Reconoció, no obstante, que “la situación en Nicaragua es bien complicada”, como consecuencia de la “escalada de represión de la vida eclesial”.
Libertad por los presos políticos en Cuba
El 11 de julio de 2021 se registró la mayor movilización social en Cuba en contra del régimen de Miguel Díaz-Canel. Desde entonces las protestas persistieron y, para aplacar la situación, la dictadura recrudeció la represión y persecución. Según Prisoners Defenders, en la isla hay más de 1.000 presos políticos.
El cardenal Beniamino Stella, enviado del Papa Francisco, pidió que los presos políticos sean liberados. “Es importante que los jóvenes que en un momento manifestaron su pensamiento de la forma que conocemos puedan volver a sus casas”, manifestó el cardenal en su paso por La Habana el pasado mes de enero.
Poco antes de su alocución en la Universidad de La Habana, en la que estuvo presente el dictador Miguel Díaz-Canel, el enviado papal remarcó que “no se puede subordinar la libertad a ningún cálculo de intereses, coyunturas, esperando mejores tiempos”.
Pero en este contexto de creciente crisis en la isla, el año pasado unas declaraciones del Papa en una entrevista generaron polémica. “Lo confieso, con Raúl Castro tengo una relación humana”, declaró a dos periodistas mexicanas. Esas palabras provocaron un gran revuelo entre quienes le exigen una postura más dura contra las dictaduras latinoamericanas.
“A veces eso se interpreta como afinidad ideológica (…) Francisco privilegia, y ya lo hacía acá como arzobispo de Buenos Aires, el vínculo personal para que en ese trato personal se puedan conseguir los objetivos de la diplomacia para la paz; para mejorar las condiciones sobre todo de los que viven en situaciones más difíciles”, explicó monseñor Buenanueva.