El Caracazo: «Sé que están muertos y enterrados, pero no sabemos dónde»

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Este martes, 35 años después del trágico evento conocido como el Caracazo, los familiares de las víctimas se reunirán en la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria para una misa conmemorativa. Este acto busca honrar la memoria de todas las personas que perdieron la vida en aquel estallido social, rechazando enérgicamente cualquier intento de politizar la fecha.

TalCual

A pesar de las décadas transcurridas, la lucha por la justicia continúa. Aura Liscano, miembro de Cofavic y hermana de una de las víctimas, expresa su fe y esperanza en que la comunidad internacional pueda brindar apoyo en la búsqueda de respuestas. La incertidumbre sobre el paradero de los restos de los fallecidos persiste, exacerbando el dolor de las familias afectadas.

El Caracazo, que comenzó en Guarenas, dejó una cifra oficial de 276 muertos, sin embargo, el descubrimiento de fosas comunes posteriormente alteró esta cifra, evidenciando la magnitud real de la tragedia. Los disturbios se extendieron por varias regiones del país, dejando una marca indeleble en la historia de Venezuela.

Aura Liscano relata la desgarradora experiencia de la desaparición de su hermano José Miguel durante los eventos. A pesar de los esfuerzos por encontrarlo, su paradero sigue siendo un misterio, dejando a su familia sin cierre ni consuelo.

Maritza Romero, otra afectada por el Caracazo, comparte su desilusión por la falta de respuestas sobre la desaparición de su hermano Fidel Orlando. A pesar del paso del tiempo, su determinación por buscar justicia sigue firme, alimentada por el deseo de que se reconozcan y respeten los derechos humanos en Venezuela.

El caso del Caracazo sigue siendo una deuda pendiente para el Estado venezolano. A pesar de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que instaba a adecuar los sistemas de orden público a los estándares internacionales, la justicia para las víctimas aún no se ha materializado.

En este contexto, la misa en la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria se erige como un tributo solemne a las vidas perdidas, un recordatorio de la tragedia que no debe ser utilizada con propósitos políticos. Es un momento de reflexión y unidad para los familiares, que siguen clamando por verdad y justicia.