Las relaciones con Pekín no solo no han traído prosperidad a Venezuela, sino que han favorecido el socavamiento de la democracia venezolana, según analistas.
Tan pronto Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999, la política exterior venezolana cambió drásticamente pues pasó a ser uno de los ejes centrales del «Socialismo del Siglo XXI”. Las prioridades de las relaciones exteriores venezolanas, tal como lo señala la internacionalista Elsa Cardozo, quedaron estrechamente vinculadas al cambio de régimen político y económico del país, con lo cual se modificaron profundamente el propósito, el contenido y, fundamentalmente, los países con los que Venezuela tradicionalmente había desarrollado sus convenios internacionales.
Bajo las directrices políticas de Chávez, Venezuela asumió una posición internacional a favor de un orden mundial multipolar, alejándose progresivamente de los Estados Unidos y de la órbita occidental, mientras se estrechaban alianzas con países más acordes con los valores y objetivos del Socialismo del siglo XXI como Cuba, Rusia, Bielorrusia, Irán y China.
Además de la relación estratégica privilegiada que estableció Chávez con Cuba, una de las alianzas que se desarrolló de forma más rápida y profusa fue la que se instauró con el régimen comunista de la República Popular China o, como le gusta llamarla al chavismo, «nuestra hermana mayor China”.
Además de la cercanía ideológica, la aproximación entre ambos países se vio favorecida por el interés manifiesto del país asiático, sobre todo a partir de finales del siglo XX, de expandir sus relaciones comerciales e influencia sobre América Latina y el Caribe. En particular, China colocó especial énfasis en países como Venezuela, dada su importante cantidad de recursos energéticos y de materias primas, necesarios para que China para continuar su acelerado crecimiento económico.
La relación sino-venezolana en cifras
En el año 2001, Venezuela fue después de Brasil el segundo país latinoamericano en establecer con China una «alianza de desarrollo estratégico”. En el 2014, esta relación se eleva al nivel de «alianza estratégica integral”, que es el estatus de máxima categoría que China otorga a sus países aliados.
El incremento significativo en el intercambio de visitas oficiales de altos dignatarios, el crecimiento exponencial del número de acuerdos suscritos entre ambos países y el volumen de fondos financieros que China otorgó al gobierno de Venezuela son evidencia del significativo fortalecimiento de las relaciones bilaterales durante las primeras dos décadas del siglo XXI.
Las relaciones diplomáticas entre Venezuela y China se iniciaron en 1974. Entre esta fecha y 1999, solo un presidente venezolano, Luis Herrera Campíns, realizó una visita oficial a China. En contraste, Hugo Chávez visitó China en seis oportunidades, mientras que Nicolás Maduro lo ha hecho en cuatro ocasiones. Durante este mismo periodo, Venezuela recibió en dos ocasiones la visita de un Presidente Chino y de un vicepresidente en cuatro oportunidades.
Otro dato revelador que entre 1974 y 1999, Venezuela y China, solamente suscribieron 19 acuerdos, de los cuales solo dos fueron ratificados por ambas partes. Entre los años 2001 y 2018, los gobiernos de Chávez y Maduro han suscrito 500 acuerdos con la República Popular China. Estos acuerdos cubren un amplio espectro de materias vinculadas a más de 25 sectores estratégicos del país. Dentro de ellos destacan: hidrocarburos (104), telecomunicaciones (51), agrícola (37), financiero y crediticio (34), manufactura (27), transporte (15), defensa (14), ciencia y tecnología (13), minería (13), metalurgia (9) y eléctrico (7). En estos sectores operan más de 90 empresas y entes públicos chinos, presentes de manera especial aguas arriba y aguas abajo del sector de hidrocarburos donde anteriormente eran mayoritarias las empresas estadounidenses y europeas, según datos suministrados por el informe «Negocios Chinos” de la organización «Transparencia Venezuela”, elaborado en el 2020.
De acuerdo con las cifras de este informe, entre los años 2000 y el 2014, Venezuela recibió de China 68.678 millones de dólares americanos, de los cuales 91,2% fueron otorgados en forma de préstamos. Para finales del 2019, y solo con respecto a los prestamos recibidos por el Fondo Conjunto Chino Venezolano y el Fondo Gran Volumen Largo Plazo, Venezuela adeudaba a China la cantidad de 16.731 millones de dólares americanos. Para el 2020, el compromiso de pago de la deuda de Venezuela con China representaba el 57% de su presupuesto nacional.
Lo lamentable es que los centenares de proyectos financiados con créditos millonarios han tenido unos resultados muy pobres respecto a la calidad de vida de los venezolanos, tal como lo atestigua la crisis humanitaria que viene atravesando el país desde hace varios años: «Lo que se prometió como una oportunidad para el crecimiento y desarrollo de Venezuela terminó siendo una deuda con altísimos costos para la población y la economía en general”, se lee en el informe «Deuda China en Venezuela”, publicado por Transparencia Venezuela en marzo de 2022.
Efectos de las relaciones Caracas-Pekín sobre la democracia venezolana
Para analistas internacionales como Elsa Cardozo, investigadora de la Universidad Central de Venezuela, y para organizaciones como Transparencia Venezuela, el tipo de relaciones que se fueron desarrollando entre los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolas Maduro y el régimen de Pekín no solo no ha traído prosperidad al país, sino que además ha favorecido el socavamiento de la democracia venezolana.
«En el caso de las relaciones de China con Venezuela”, según la internacionalista Cardozo, «existen tres elementos que se considera han contribuido a socavar la democracia venezolana. El primero de ellos es el establecimiento de cláusulas de confidencialidad en los convenios suscritos. Sobre el contenido total y alcance real de estos convenios la sociedad venezolana tiene escasa información. Este tipo de cláusula revistió a los compromisos y a las obligaciones contraídas por Venezuela con un manto de opacidad que ha impedido que haya habido un mínimo de rendición de cuentas por parte del gobierno ante el país sobre el uso y destino de más de 60 mil millones de dólares”.
En coincidencia con las observaciones de Cardozo, Trasparencia Venezuela revela en su informe que «las condiciones en las que se dio la relación empeoraron las brechas de gobernanza existentes: la opacidad en las decisiones y el uso de recursos; la progresiva eliminación de contrapesos al poder Ejecutivo; el incremento de la corrupción, específicamente a través de malversación, sobornos, clientelismo, corrupción política y enriquecimiento ilícito; disminución de derechos civiles, políticos y económicos y aumento de la represión”.
El segundo elemento que ha favorecido el socavamiento democrático en Venezuela es el hecho de que «estos convenios trajeron aparejados la aceptación de condicionamientos que subordinan la soberanía venezolana a los intereses geopolíticos de China”. Tal como se evidencia en el libro Blanco de China para Latinoamérica y el Caribe (2008), China solo está dispuesta a establecer y desarrollar relaciones sobre la base del principio del reconocimiento de una sola China y de su correspondiente abstención a desarrollar relaciones y contactos oficiales con Taiwán. En este sentido, Venezuela no solo ha cumplido esta exigencia, sino que además «fue documentado que el convenio Petrocaribe (en el que Venezuela realizó envíos de petróleo a varios países del Caribe), se utilizó como plataforma para presionar la reducción de los vínculos de esos países con Taiwán”, según afirma Transparencia Venezuela.
El tercer elemento señalado por Cardozo es el apoyo irrestricto que mutuamente Venezuela y China se han dado en las instancias internacionales, lo cual ha obstaculizado la presión internacional para lograr que en China exista un mayor respeto a los derechos humanos y en Venezuela se logre alcanzar la redemocratización del país. Por ejemplo «una cosa es el tipo de diálogo que aspira la oposición venezolana, y que apoyan Estados Unidos y Europa, que es una negociación orientada a la redemocratización de Venezuela y otra el tipo de negociación que favorecen los chinos o los rusos, con sus respectivos matices, que es un tipo de negociación apaciguadora de la oposición, que busca darle estabilidad al régimen de Maduro y preservar las relaciones e intereses que esos países tienen en Venezuela”.
Las relaciones se siguen estrechando
El pasado mes de junio, la Asamblea Nacional venezolana aprobó por unanimidad un acuerdo con motivo de cumplirse 48 años de relaciones diplomáticas entre ambos países. El acuerdo fue propuesto por el diputado oficialista Nicolás Maduro Guerra, hijo del mandatario venezolano. En dicho documento se destacó, entre otros puntos, el apoyo dado por la República Popular China a Venezuela en los organismos multilaterales para enfrentar las sanciones impuestas por parte del gobierno de Estados Unidos, y se acordó «ampliar en un plano superior las relaciones políticas entre los parlamentos de ambas naciones en función de la proyección histórica irreversible de los nexos entre la Republica Bolivariana de Venezuela y la República Popular China”.