Me anima a presentar este balance, pleno de cifras que nos dan señales confiables de cómo marchan el mundo y sus habitantes, el convencimiento que me asiste de que los escenarios que describiré a partir de este párrafo son de interés o, en todo caso, de utilidad para los lectores que siguen mis crónicas. Se trata de una serie de diagnósticos que nos revelan cómo transcurre la existencia de millones de seres en el planeta Tierra.
Comenzamos por presentar una llamativa paradoja al constatar que, mientras avanza la inteligencia artificial con su arsenal de innovaciones en el campo de la ciencia y la tecnología, se contabilizan a millones de mujeres y de hombres que aún no han podido aprender a leer ni a escribir. Desde luego que es justo indicar que, desde que el informático John McCarthy, en 1956, se le ocurrió mostrar la ruta de esa revolucionaria tendencia conocida como “la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes”, han sido millones de seres humanos a los que se han podido sacar de ese callejón oscuro que representa el analfabetismo. Lamentablemente en el conjunto del globo, todavía hay 773 millones de adultos que no poseen las competencias básicas en lectoescritura, según los datos de la Unesco(1).
Esa es una limitación injustificable en esta era en la que hay máquinas que piensan como humanos, vemos un robot que actúa racionalmente como si fuera un ser de carne y hueso y en contraste adultos que no saben ni garabatear sus datos personales. Eso es un camino ancho, o más bien una gigantesca emboscada para que millones de seres humanos sean atrapados en las redes de la pobreza, situación de las que habían sido libradas, durante casi 25 años continuos, un número significativo de personas que vivían en la pobreza extrema con menos de 2,15 dólares al día. Esa positiva tendencia fue revertida desde que apareció la pandemia detonada por el COVID-19, hecho que ha sido detectado por los técnicos que trabajan para el Banco Mundial, al constatar las alteraciones que relanzaron el incremento de los índices de pobreza en las que sobreviven millones de personas, como consecuencia de esa pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación y la depresión económica. Según la investigación adelantada por el Banco Mundial “entre 75 y 95 millones de personas fueron empujadas a vivir en la pobreza extrema en el lapso del pasado año 2022”.
Esas mismas Investigaciones esbozan que, “casi con toda seguridad, los efectos de las actuales crisis se harán sentir en la mayoría de los países hasta 2030. En estas condiciones, el objetivo de reducir la tasa absoluta mundial de pobreza a menos del 3% para 2030 —que ya se encontraba comprometido antes de la pandemia— es ahora inalcanzable a menos que los países tomen rápidamente medidas de política importantes y significativa”(2).
Junto con la pobreza pareciera que estaría condenada a ser su pareja el fenómeno de la inseguridad. Los países que aparecen en la lista de los que poseen la mayor tasa de homicidios intencionados (muerte ilícita intencionalmente infligida a una persona por otra persona) publicada por la ONUDD (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) muestra que las regiones con más asesinatos del planeta son Centroamérica y Suramérica.
Según esa investigación efectuada por la ONUDD “el país con mayor tasa de homicidios del mundo es Honduras, con 91,6 asesinatos anuales por cada 100.000 habitantes. Después vienen El Salvador (69,2), Costa de Marfil (56,9), Venezuela (45,1), Belice (41,4) y Jamaica (40,9)”. En las conclusiones de dicho informe se aprecia que “estos datos pueden variar dado que la definición legal de ‘homicidio intencional’ difiere entre los países (pudiendo o no incluir infanticidio, suicidio asistido o eutanasia). También pueden haber informes falseados por razones políticas”.
Otras consecuencias que ha provocado la pandemia es “el aislamiento social, dificultades financieras e interrupción de los servicios de la salud”, acarreando una serie de trastornos que pusieron en riesgo la salud mental de muchas personas. Son datos que leo en el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizado en el mes de marzo de 2022. De esa investigación fue posible concluir que “la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó 25%”(3).
Continuando con los datos referentes a la salud llama poderosamente la atención el hecho cierto de que “en 2020, por lo menos 23 millones de niños no recibieron las vacunas infantiles básicas a través de los servicios sanitarios sistemáticos, la cifra más elevada desde 2009, y 3,7 millones más que en 2019”. Son cifras aportadas por los técnicos que trabajan para Unicef y para la OMS, en cuyos informes dados a conocer el 27 de abril de 2022 advierten que “el aumento de los casos de sarampión en enero y febrero de 2022 revela que existe un mayor riesgo de propagación de enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación y podría desencadenar un incremento de los brotes epidémicos, especialmente de sarampión”(4).
La malaria es otra enfermedad que pulula amenazante contra la salud de la humanidad. “En 2021, los 17 países y un territorio de la región de las Américas con malaria endémica encarnaron un 0,2% de los casos de malaria del mundo. Tres países de la región -Brasil, Colombia y Venezuela- representaron aproximadamente 79% de todos los casos de la región. En los últimos años, la tendencia regional de casos se ha visto muy afectada por la epidemia de malaria en Venezuela, donde los casos aumentaron de 35.500 en el año 2000 a más de 482.000 en 2017”(5).
Finalmente, un dato que llama poderosamente la atención: actualmente, más de 2.100 millones de personas no disfrutan del servicio de agua potable. Son cifras aportadas en un informe del Banco Mundial . Otros 2.300 millones de seres humanos sobreviven en zonas que no cuentan con las más elementales normas de saneamiento.
Pudiera proseguir plasmando cifras sobre otros acontecimientos como el calentamiento global, la cuantía de las reservas energéticas que nos quedan en el mundo, las hectáreas de bosques desforestadas criminalmente, o sobre el tiempo de la expectativa de vida de las personas en la actualidad. Pero ya vendrán otras entregas para abordar esos y muchos otros temas más. Mientras tanto, se hace urgente arbitrar soluciones para superar esas deficiencias, y hay que hacerlo cuanto antes y con el concurso de todos.
@AlcaldeLedezma