Las necesidades humanitarias detectadas en la población de Venezuela probablemente continúen en 2022 debido a la prolongada situación económica y sociopolítica y el impacto de la pandemia de COVID-19. Esa es la estimación de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha, en inglés) para el país, según su Panorama Global Humanitario de 2022.
Mariana Souquett Gil | @nanasouquett / Efecto Cocuyo
«Los problemas críticos incluyen la prestación de servicios básicos, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, la movilidad humana y las necesidades de protección», dice el reporte divulgado este mes de diciembre.
Aunque aún se espera la actualización del Plan de Respuesta Humanitaria, que será multianual (2022-2023), para el año entrante se proyectan las cifras registradas en 2021: 7 millones de venezolanos están en situación de necesidad, y al menos 4,5 millones requieren asistencia.
Ocha presentó un resumen de la situación de 2021 en Venezuela y algunas perspectivas para 2022. Estos son los principales puntos:
Salud y alimentación: respuesta al COVID-19 y nutrición
El informe destaca que si bien hay alimentos y artículos no alimentarios disponibles, las familias vulnerables enfrentan dificultades para acceder a ellos debido a la disminución del poder adquisitivo.
«La seguridad alimentaria y la nutrición se mantienen como una preocupación clave ya que la tasa de desnutrición incrementó de 2,5% en 2010-2012 a 27,4% en 2018-2020», indica el reporte.
A nivel sanitario, el enfoque en COVID-19 restringió la provisión de otros servicios de salud esenciales, particularmente aquellos relacionados con atención a enfermedades crónicas y el acceso a salud sexual y reproductiva. La implementación del programa de vacunación de rutina también se vio afectada, al igual que los recientes avances en el control de enfermedades transmitidas por vectores.
Para 2022, el Venezuela deberá enfrentar más desafíos para garantizar atención en salud, principalmente ante el COVID-19 y las condiciones laborales.
«Los principales desafíos de la respuesta al COVID-19 incluyen limitaciones al acceso regular a energía, agua potable y servicios de eliminación de desechos seguros en los establecimientos de salud, limitada capacidad diagnóstica y equipos de protección personal, y la salida de personal sanitario calificado», indica Ocha.
Economía: 1% de crecimiento
La prolongada e importante contracción económica, la inflación crónica con episodios de hiperinflación, la polarización política y la violencia localizada se mantienen como factores clave de las necesidades humanitarias en Venezuela, según Naciones Unidas.
El COVID-19 también ha agravado la situación humanitaria, con medidas de cuarentena que ocasionaron una reducción en las actividades económicas y en las oportunidades formales de empleo, lo que impactó la producción y el comercio. La pandemia también desencadenó un incrementó de la violencia doméstica, mientras que los ingresos, ahorros y el poder adquisitivo se han visto afectados.
A pesar del impacto, 2021 se registró una modesta recuperación de la producción petrolera y una serie de medidas económicas de liberalización mejoraron ligeramente el desempeño económico.
Para 2022 se espera que el Producto Interno Bruto (PIB) del país crezca 1% luego de ocho años consecutivos de contracción, lo que podría ayudar a estabilizar la situación humanitaria de Venezuela en 2022.
«Sin embargo, las mejoras sostenibles en la economía dependerán del progreso duradero del diálogo político y la evolución de las sanciones internacionales», indica el informe. «Factores como el alcance de las medidas de reforma económica, las tendencias de la inflación, el suministro de combustible y electricidad y la capacidad de reactivar la producción de petróleo son claves para los cambios económicos sostenidos».
Migración se mantiene
A nivel global, las necesidades totales del Panorama Global Humanitario se han duplicado en sólo 4 años. Tres planes regionales superan los 1.000 millones de dólares de necesidades totales, y uno de ellos es el Plan Regional de Respuesta para Refugiados y Migrantes de Venezuela.
Para mediados de 2021, 5,7 millones de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo permanecían desplazados de Venezuela.
El cierre de las fronteras venezolanas con países vecinos durante la mayor parte de 2021 forzó a las personas a utilizar rutas y cruces irregulares, lo que incrementa los riesgos de protección, incluida la trata de personas y violencia basada en género, de acuerdo con el reporte.
No obstante, los flujos migratorios mixtos desde Venezuela aún continúan, con personas que tienen intención de irse, repatriados y/o personas involucradas en movimientos pendulares transfronterizos.
Para la región de Latinoamérica y el Caribe, se espera que las necesidades humanitarias continúen en 2022 impulsadas por la violencia armada interna, los desastres, movimientos migratorios (movimientos transcontinentales mixtos de población, movimientos continuos de refugiados y migrantes venezolanos, y retornados colombianos y binacionales), y los efectos socioeconómicos de la pandemia de COVID-19.
Educación: reforzar sistema escolar
Entre el impacto de la pandemia, el informe destaca que Venezuela fue uno de los países que mantuvieron sus escuelas cerradas por más de 41 semanas. En total, la medida impactó a 6,8 millones de estudiantes.
Al menos 20% de los estudiantes tuvieron dificultades para completar el año escolar en la modalidad a distancia, con niños en zonas remotas, con discapacidades y de comunidades indígenas como los más afectados.
«El cierre global de las escuelas debido al COVID-19 muestra la fragilidad de los sistemas educativos y la necesidad de mecanismos de protección infantil y aprendizaje remoto accesibles y efectivos, en los que se pueda confiar cuando las escuelas se ven forzadas a cerrar», añade el informe.
Ocha resalta que garantizar condiciones seguras en los establecimientos educativos y apoyar a los profesores y a los niños y adolescentes vulnerables son elementos críticos para la asistencia y la retención en el sistema escolar.
Prioridades para 2022
Para 2022, la comunidad humanitaria en Venezuela se centrará en proveer asistencia para salvar vidas a través de la salud crítica, incluyendo la salud sexual y reproductiva, la nutrición, seguridad alimentaria e intervenciones sobre protección y agua, saneamiento e higiene.
También se centrará en fortalecer los medios de vida a través del acceso seguro y efectivo a bienes y servicios esenciales y asegurando refugios dignos y seguros para las personas en movimiento.
La prevención, mitigación y protección, incluyendo aquellas relacionadas con la violencia y la violencia basada en género, explotación y abandono de niños y adolescentes, considerando las diferencias por edad, género y diversidad.
«En este desafiante año entrante, las comunidades vulnerables permanecerán como una prioridad para los socios humanitarios. Estas comunidades incluyen en particular aquellos asentamientos rurales y aislados y áreas de difícil acceso y bajo la influencia de grupos armados no estatales; comunidades cercanas a los puntos de entrada para los refugiados y migrantes venezolanos y y áreas donde persisten las limitaciones de acceso humanitario tanto para las entidades estatales como para los agentes humanitarios», destaca Ocha sobre la región de Latinoamérica y el Caribe.