El papa Francisco aseguró este sábado, ante cerca de un millar de jóvenes economistas y empresarios de 100 países del mundo reunidos en Asís (centro de Italia), que es necesario “cuestionar el modelo de desarrollo” actual porque “la tierra arde hoy” y pidió que el trabajo sea justo para todos, “el gran desafío de nuestra época”.
El pontífice, que voló en helicóptero para participar en la conferencia “La economía de Francisco”, una idea del propio papa para impulsar un proceso de diálogo inclusivo y de cambio global hacia una nueva economía, firmó junto a los jóvenes participantes una declaración en la que se comprometen a crear ese nuevo sistema económico más justo.
Tras escuchar numerosos y emotivos testimonios de algunos jóvenes, como el de un preso italiano al que el trabajo en una cooperativa en la cárcel le había “devuelto la dignidad”, Francisco les pidió que estén unidos para “hacer grandes cosas, hasta cambiar un sistema enorme y complejo como la economía mundial”.
Entonces se refirió a la incapacidad del mundo de “custodiar el planeta y la paz”, y ante esta “casa común que se cae a pedazos”, es vital “transformar una economía que mata en una economía de la vida”, con “una nueva visión del medio ambiente y de la tierra”.
“Hay muchas personas, empresas e instituciones que están haciendo una conversión ecológica. Debemos avanzar por este camino, y hacer más (…) no basta con maquillar, hay que cuestionar el modelo de desarrollo” aseguró Francisco, al enfatizar: “La tierra arde hoy, y es hoy cuando debemos cambiar”.
Para el pontífice, “si hablamos de transición ecológica pero nos mantenemos dentro del paradigma económico del siglo XX, que saqueó los recursos naturales y la tierra, lo que hagamos siempre será insuficiente” y enfatizó: “Es el momento de un nuevo valor para abandonar las fuentes de energía fósiles, para acelerar el desarrollo de fuentes con impacto cero o positivo”.
La sostenibilidad, añadió, es una realidad con varias dimensiones, como la social, porque “la contaminación que mata no es sólo la de dióxido de carbono, la desigualdad también contamina mortalmente nuestro planeta”.
También hay que mejorar las relaciones, en particular en Occidente, donde “son cada vez más frágiles y fragmentadas” por un “consumismo que busca llenar ese vacío”, y la recuperar la espiritualidad.
En la ciudad de San Francisco, el santo de los pobres, el papa quiso colocar la pobreza en “el centro” de esa nueva economía que debe “mirar el mundo” a partir de los frágiles y vulnerables: “una economía de Francisco no puede limitarse a trabajar para o con los pobres. Mientras nuestro sistema produzca residuos y funcionemos según este sistema, seremos cómplices de una economía que mata”.
También dio tres indicaciones: “Mirar el mundo a través de los ojos de los más pobres (…) y que tus elecciones diarias no produzcan residuos”, “no olvidéis a los trabajadores (…) mientras creas bienes y servicios, no olvides crear trabajo, buen trabajo, trabajo para todos”, que consideró “el gran desafío de nuestra época y del futuro”, y, por último, convertir las ideas “luminosas” en obras.
Y concluyó con una oración: “Padre, te pedimos perdón por haber herido gravemente la tierra, por no respetar las culturas indígenas, por no estimar y amar a los más pobres, por crear riqueza sin comunión” y “bendice (…) y a estos jóvenes, con la voluntad de gastar su vida por un gran ideal”.