Se desconoce el año exacto de la muerte de Valentín de Terni, pero sí se sabe que ocurrió el 14 de febrero. Este sacerdote clandestino del siglo III d.C. desafiaba las leyes romanas al bendecir matrimonios de manera ilegal, lo que finalmente le costó la vida mediante decapitación bajo el reinado del emperador Claudio II.
En esa misma época, los romanos celebraban las Lupercalia el 15 de febrero en honor a Lupercus, dios de la fertilidad. Estas festividades paganas, que incluían rituales como sacrificios de animales y danzas simbólicas, eran consideradas licenciosas por los primeros cristianos. La Iglesia, liderada por el papa Gelasio I, intentó suprimir estas prácticas al instituir la Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen el 2 de febrero.
En un intento por desviar la atención de las Lupercalia hacia celebraciones más cristianas, Gelasio I designó a Valentín de Terni como santo conmemorado el día anterior, el 14 de febrero. Sin embargo, esta estrategia no logró su propósito, y los romanos continuaron con sus costumbres paganas, incorporando incluso a San Valentín a sus celebraciones.
A lo largo de los siglos, San Valentín fue reconocido oficialmente como el patrón de los enamorados, especialmente bajo el pontificado del papa Alejandro VI. Aunque la historia de San Valentín es compleja, involucrando a varios mártires ejecutados durante el Imperio Romano, se unificaron en una sola festividad el 14 de febrero.
El Día de San Valentín, tal como lo conocemos hoy, adquirió popularidad comercial a finales del siglo XX, especialmente en Estados Unidos, con la venta masiva de tarjetas y otros regalos. Esta tradición se ha extendido por todo el mundo, con diversas costumbres y celebraciones que van desde intercambios de tarjetas hasta obsequios de chocolates y flores.
En resumen, el Día de San Valentín, con sus raíces en la antigua Roma y su evolución a lo largo de la historia, continúa siendo una ocasión para celebrar el amor y la amistad en todo el mundo, aunque sus orígenes sean complejos y multifacéticos.