El Tribunal Supremo de EE.UU. paraliza la expulsión de inmigrantes amparada en una ley de guerra de 1798

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El Tribunal Supremo de EE. UU. exige a la administración Trump la suspensión de la deportación de venezolanos señalados como pandilleros, basándose en una ley de guerra del siglo XVIII.

El Tribunal Supremo de EE. UU. ha intervenido en dos casos relacionados con la deportación de venezolanos. Primero, se unió a un tribunal federal de apelaciones para detener la eliminación del Estatus de Protección Temporal (TPS), que afectaría a unos 350.000 migrantes venezolanos. Horas después, el Supremo ordenó al gobierno de Donald Trump suspender la deportación de un grupo de venezolanos detenidos en Texas, respondiendo a una apelación de emergencia de defensores de derechos civiles. La corte pausó las deportaciones hasta que el Tribunal de Apelaciones del Quinto Circuito, con jurisdicción sobre estados del sur, se pronuncie, sin conceder ni denegar la solicitud de los detenidos.

El presidente Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, acusando a la banda venezolana Tren de Aragua (TdA) de representar una amenaza de invasión. Esta ley le permite ordenar la detención y deportación de ciudadanos de naciones «enemigas» sin procesos habituales, algo que solo se había hecho tres veces antes, durante guerras, siendo la última vez en la Segunda Guerra Mundial con el internamiento de personas de ascendencia japonesa.

Según CBS News, 137 de los 261 venezolanos deportados al Cecot en El Salvador hasta el 8 de abril fueron expulsados bajo esta ley. Un tribunal de primera instancia había bloqueado temporalmente estas expulsiones el 15 de marzo.

Aunque el Supremo inicialmente dictaminó el 8 de abril que Trump podía usar la Ley de Enemigos Extranjeros para deportar a presuntos pandilleros, exigió que los deportados tuvieran la oportunidad de impugnar su expulsión.

«La notificación debe hacerse dentro de un plazo razonable y de tal manera que les permita realmente solicitar un recurso de hábeas corpus en la instancia adecuada antes de que se produzca la expulsión», escribieron los jueces en su decisión a principios de este mes.

Decenas de migrantes han sido trasladados a la prisión del Cecot en El Salvador desde Estados Unidos sin pasar por los tribunales. Reuters

Tras ser trasladados desde EE. UU. a la prisión salvadoreña del Cecot sin supervisión judicial (Reuters), la situación de los migrantes venezolanos detenidos en el centro de Bluebonnet (Texas) generó una disputa legal. La ACLU presentó una demanda de hábeas corpus, un derecho fundamental que permite impugnar la legalidad de la detención. Alegaron que los detenidos, hispanohablantes, recibieron notificaciones de deportación inminente en inglés, sin ser informados de su derecho a apelar ante un tribunal federal. La ACLU advirtió del riesgo de deportaciones masivas sin la debida oportunidad de defensa.

Aunque el Tribunal Supremo ordenó que no se deportara a los detenidos hasta nueva orden, no especificó un plazo para que pudieran impugnar, mientras abogados pedían 30 días. La orden del Supremo surgió tras la apelación de la ACLU contra las deportaciones planeadas de estos venezolanos.

Previamente, tras un dictamen del Supremo del 8 de abril que permitía deportar a presuntos pandilleros bajo la Ley de Enemigos Extranjeros pero con derecho a impugnación, jueces federales en Colorado, Nueva York y el sur de Texas bloquearon temporalmente deportaciones bajo esa ley hasta que se garantizara dicho proceso. Sin embargo, no se emitió una orden similar para el norte de Texas, donde se encuentra Bluebonnet. Según la ACLU, el gobierno inicialmente trasladó a los venezolanos al sur de Texas, pero al prohibirse las deportaciones allí, los enviaron a Bluebonnet.

En otro revés judicial para Trump, un tribunal de apelaciones rechazó su intento de reactivar la eliminación del TPS para unos 350.000 venezolanos. El tribunal de San Francisco consideró que la administración no demostró un daño irreparable al mantenerse el bloqueo de un juez inferior a la decisión de revocar el TPS.

Paralelamente, persiste el caso de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño deportado «por error» a El Salvador. A pesar de admitir inicialmente el error, el Departamento de Justicia lo acusó posteriormente de pertenecer a la MS-13 y ha desacatado las órdenes judiciales, incluso del Supremo, de facilitar su regreso a EE. UU., generando críticas a la política de deportaciones de Trump.

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